03. mi amor por ti es más fuerte que mi fé por dios.

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[ 𝐭𝐫𝐞𝐬 ]
pasado





Recordé que pensaba que la vida no podría ser mejor que en ese momento. No tenía ninguna preocupación en el mundo; bueno, nada que sea importante de todos modos.

Mi mejor amigo estaba a mi lado. Podía sentir su brazo frotarse contra el mío mientras mirábamos el cielo. Éramos jóvenes, fuertes y tan vivos, todo nuestro futuro se extendía ante nosotros. Nada podía detenernos y yo estaba seguro de que nada nunca lo haría. Estábamos haciendo planes para los próximos años, derramando fuera sueños, secretos y deseos que no podíamos compartir con nadie más.

En los tres años que lo había conocido, Jin se había convertido en lo más importante en mi vida y no podía imaginar una vida en la que no estuviera a mi lado. Él siempre estaría allí, lo sabía. Yo estaba seguro.

Mis padres tenían su fé en Dios.

Yo tenía mi fé en Kim SeokJin.

Así que soñamos en voz alta. Sueños solamente para nuestros oídos. Soñamos a la grande y salvajemente, sabíamos que era todo inevitable, que todo iba a ser nuestro un día.

Jin quería construir una gran cabaña para nosotros dos, en el medio del bosque, donde viviríamos sin tener que ver a nadie más a menos que quisiéramos. Cazando nuestra comida y un jardín con zanahorias y coles. Habría un gran manzano, las ramas colgarían con grandes y rojas manzanas. En el verano, nos sentaríamos en el porche y veríamos los árboles, las abejas flotando en medio de las mariposas y las flores. En el invierno, cuando la nieve cayera pesadamente atrapándonos allí, encendería el fuego en la chimenea y nos recostaríamos frente a ella, mirando las llamas ahuyentar las sombras. Sería frío en el exterior pero nosotros estaríamos a salvo y calientes.

Sólo él y yo, dijo él.

Nos quedaríamos en esa cabaña porque era donde pertenecíamos y nadie podría decirnos que hacer. Nadie podría decirnos que no. Podríamos quedarnos allí, dijo, por el resto de nuestras vidas y todo iría bien porque él tendría todo lo que siempre quiso tener.

Yo le dije que quería ser un detective, un investigador privado. Me llamaría Suga, porque necesitaría un seudónimo para no ser descubierto, por supuesto. Resolvería crímenes y fumaría cigarrillos. Conocería algunos personajes rudos y empezaría peleas y batallas con mis propios demonios internos mientras llevaba un sombrero de copa negro. Bebería whisky de un frasco y conseguiría a la chica bonita. Siempre conseguiría a la chica bonita al final. Jin podría ser mi pareja y tendríamos aventuras que harían ésta pequeña vida parecer como si nada. Acabaríamos con bandas criminales que involucraban ladrones de joyas internacionales. Resolveríamos asesinatos. Atraparíamos a los chicos malos en el acto. Nunca tendríamos que volver aquí, a este lugar, ya que seriamos algo. Haríamos algo de nosotros mismos. Todo el mundo sabría nuestros nombres y seríamos famosos.

Me reí de la idea.

Jin no se rió conmigo.

─ ¿Eso lo que quieres? ─preguntó por último, sin mirarme. ─¿Conseguir a la chica bonita?

Me encogí de hombros sin entender por qué sonaba tan desilusionado.

─ Supongo. No lo sé. Así es como esas historias van, ¿verdad? La cabaña es una buena idea también. Viviría allí contigo. Incluso podríamos hacer zapatos para la nieve, como los esquimales hacían. Establecer trampas para conejos y ardillas. Aunque tu tendrías que ser el que los limpiara. No creo querer sangre y vísceras por todo mi cuer... po.

setenta y dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora