III. ¡El primer paso!

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Era una tarde lluviosa, el sonido de las gotas cayendo sobre el techo de lámina de Eizouken eran como palomitas expandiéndose en un microondas. Definitivamente no era un ambiente quieto y silencioso, aun así, era acogedor para la chica de aspecto frágil que se hallaba sentada en uno de los cuatro escritorios bien equipados para dibujar.

Estaba haciendo uso de la gran caja de luz que su camarada productora le había regalado, calcaba sobre un dibujo base para pasar a limpio un boceto de un espectacular escenario que ella había hecho minutos atrás. Era para el nuevo proyecto del club de animación, el cual se trataba nada más y nada menos que un anime promocional para un nuevo videojuego de peleas que saldría dentro de poco.

La fama que se hicieron con los trabajos pasados las hizo llegar ante los ojos de una compañía indie que buscaba promocionar su nuevo juego, y qué mejor idea que encargarle ese trabajo a la creciente Eizouken donde la famosísima Mizusaki Tsubame se encargaba de animar.

Por supuesto, Kanamori no dudó en aceptar tal oferta, pues al tratarse de una compañía de videojuegos, el pago por el trabajo sería una suma más generosa que las que recibieron con las últimas dos animaciones y, además de eso, obtendrían todavía más renombre en la industria de la animación.

Tenían cuatro meses para poder hacerlo, algo no tan complicado ya que las chicas habían podido superar el reto de hacer cortometrajes con menos tiempo que ese y vaya que fueron obras muy admirables.

Ese día cuyo chubasco parecía no terminar, era tan sólo el segundo día de producción, por lo que Mizusaki y Asakusa se lo estaban tomando a la ligera -como casi siempre- a diferencia de la nueva integrante, quien ya estaba adelantándose con la adaptación a 2D de los escenarios 3D que la compañía les había mandado como referencia.

Las dos dibujantes ya mencionadas se habían desviado en el camino hacia el club, por lo que ya no llegaron a tiempo para cuando el aguacero cayó, dejando solas a las demás.

Doumeki yacía recostada en su almacén, escuchando su lista de reproducción favorita, la cual creó meticulosamente para poder relajarse. En cuanto a Kanamori, ella se encontraba frente a la computadora del escritorio de Midori, por lo que detrás de ella estaba Kubo concentrada en su dibujo.

No hacía gran cosa en el ordenador, sólo se aseguraba de que los banners de las redes sociales de Eizouken se vieran bien tanto en celular como en computadora. No era como que pudiera hacer algo más, de hecho, estaba molesta con sus compañeras por haberse ausentado el segundo día de producción, pues todo acto de procrastinación era algo imperdonable para ella.

Aun así, no podía ignorar lo trabajadora que era Kubo, cosa que hacía que su molestia no se desbordara por todos lados y le calmaba el hecho de poder contar con ella en momentos como ese donde antes Kanamori era la única que trabajaba en serio.

Pero... ¿le calmaba el que ella estuviera aprovechando el tiempo trabajando o el simple hecho de que ella estuviera ahí era lo que la reconfortaba?

No lo sabía, sólo cayó en la profunda calma que Kubo emanaba con su presencia tan taciturna y somnífera. Comenzó a cabecear un poco, sus párpados se le hacían tan pesados que era casi imposible mantenerlos arriba. Al cabecear varias veces, sus gafas se deslizaron desde su frente y dieron a parar en sus ojos; sin embargo, esto no fue suficiente para despertarla un poco porque ya se encontraba recargada sobre el escritorio de la directora de Eizouken.

El melodioso caer de las gotas sobre la lámina y la tierra de afuera hacían un buen trabajo acurrucando el gran y delgado cuerpo de Sayaka. El frío que acompaña la lluvia comenzaba a filtrarse a través de las delgadas paredes del club, las cuales alguna vez llegaron a estar oxidadas y con hoyos debido a la corrosión y al paso del tiempo.

Más que camaradas (Eizouken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora