En la gélida oscuridad de su cuarto, se encontraba la productora de Eizouken durmiendo plácidamente; a ella le parecía una sensación de lo más exquisita el simple hecho de estar envuelta en cobijas tan suaves y cálidas, así como también el tener una pierna al descubierto para poder sentir el frío de su pequeña y ordinaria recamara.
Su habitación era sencilla, un reflejo de como ella se percibía a sí misma. La conformaba una simple cama individual, un escritorio común de madera donde hacía sus tareas solamente, un clóset corredizo del mismo material que las paredes de esa casa y un típico aire acondicionado en la parte superior.
Realmente era muy minimalista, pero era así como a Kanamori le gustaba vivir; ya que, para ella, el tener un cuarto organizado era tener una vida organizada, pues esto ahorra espacio y tiempo, llenando de productividad sus días al despertar.
El molesto tono de alarma, que ella había configurado en su celular el primer día que lo obtuvo, la despertó.
Quería quedarse más tiempo acostada, en la noche no había podido pegar el ojo por la emoción del día anterior. Sin embargo, recordar que ese día almorzaría junto a Kubo le fue suficiente para darle un disparo de energía que la hizo levantarse inmediatamente a lavar su cara, acicalarse, y luego vestir su respectivo uniforme tan monótono y carente de colores llamativos.
Ella acostumbraba a bañarse por las noches antes de dormir, pues eso también le hacía ahorrar tiempo y le permitía llegar temprano a la escuela; no había cosa que más detestara que la impuntualidad.
Antes de salir de su propia casa, sacó del refrigerador una botella de su leche favorita y dijo un "ya me voy" a su hermana mayor, quien apenas estaba desayunando.
Por otro lado, en uno de los tantos departamentos de un viejo edificio, se encontraba Kubo en su cocina, preparando con delicadeza un conjunto de ricas, pero nutritivas guarniciones junto con arroz, las cuales acomodaba gentilmente en dos cajas de bento que tenía mucho tiempo que no sacaba de los cajones de su humilde cocina.
Era un departamento pequeño, contaba con apenas dos cuartos, un baño y una cocina-comedor algo estrechos para tres o cuatro personas; pues este era económico ya que era el único que la madre de Kubo se podía permitir con sus dos trabajos de medio tiempo, aun así, tenían lo necesario para subsistir.
A pesar de eso, toda la casa se encontraba limpia y bien cuidada, lo cual era gracias a Kubo quien siempre procuraba que todo estuviera impecable.
Se había levantado más temprano de lo usual para cocinar con calma, pensó que sería buena idea no comprar nada ese día para comer y, en su lugar, prepararía el almuerzo tanto para ella como también para su nueva camarada, quien hace poco había dejado de almorzar bien sólo para no tener que gastar el dinero del almuerzo.
Esa decisión de Kanamori le preocupaba; la madre de Kubo siempre procuraba que su hija comiera bien y a sus horas, por lo que Kubo no soportaba ver que Sayaka se saltara la comida más importante del día.
"Espero que le guste el salmón." Pensaba Kubo mientras cerraba las cajas de bento con cuidado.
—Qué milagro verte despierta tan temprano. —Apareció repentinamente una señora de cabello similar al de Kubo, sólo que con un rostro más expresivo que ella.
—Buenos días, mamá. —Contestó Kubo, ignorando lo que su madre había dicho.
—¿Y eso que preparaste dos bentos? —Preguntó curiosa, ya que era inusual ver a Kubo preparando su almuerzo tan temprano y menos para dos personas. —No me digas que ya tienes novio, ¿es ese chico rechoncho, Nakamura? —Agregó juguetonamente.
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Más que camaradas (Eizouken)
FanfictionKubo, la ahora ex-integrante del club de arte, al ver el potencial de Eizouken, decide probar suerte uniéndose al club. Lo que no se imagina es que podría llegar a entablar algo más que una coexistencia con una de ellas.