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𝐃𝐞𝐥𝐢𝐜𝐚𝐭𝐞
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— ¿Y bien?
Yeonji pronuncio ante el rotundo silencio y las miradas asesinas aun Yukhei sonriente en su silla dando vueltas como si fuese un crio.
— No me niego.
Mijoo fue la primera en hablar y luego de empujar la silla de Yukhei con su bota de tacón alto y mandarlo al otro lado de la habitación, empezó a escribir nombres en la pizarra. Para ser sincera, era una excusa perfecta para explicarlo a Chanyul todo lo que había pasado: jamás es igual hablar por teléfono que llorar en frente de la piedra filosofal que es Chanyul. ¿debería emparejarse con Chanhee también?
No, era hora de que Chanhee se deshiciera de la cuerda imaginaria del dolor que los unía. Escribió su nombre junto al de Ahn Yeseo. Le parecían linda pareja.
Los demás eran realmente fáciles. Todos parecían unos tontos sin darse cuenta de que se llevaban mejor de lo que pensaban, pero su idea millonaria vino a su cabeza cuando observo como el cielo se pintaba con sus colores favoritos: el atardecer, la hora de los enamorados y la hora perfecta para hacer entrar a estos estúpidos en razón.
— Ya que soy la encargada de las festividades.— Mijoo sonrió con malicia mientras miraba al grupo, imaginándose sus posibles reacciones. Por unos segundos, un recuerdo la hizo tambalearse en su determinación, pero al encontrar la sonrisa sincera de los gemelos, sus amigos y el resto, continuo: — Yukhei se va al diablo, yo me encargo de esto.
No necesito pensar ni tres veces para saber cuales son sus tareas:
— Escúchenme bien, — les apunto con el dedo y una sonrisa juguetona. — De ellos no se escapan y de las tareas del festival tampoco.
— ¿Las cuales son, Miss mandona? — Wonyoung me mira como si quisiera matarme ahí mismo, pero, tengo responsabilidades por las cuales vivir así que la ignoro y con una sonrisa le indico que se calle la boca.
