Capitulo 3

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Sacrificio

En la vieja habitación de lujo, la mujer de plumaje gris seguía estando en su transe. Poco después ella comenzó a recostarse en el viejo colchón con las sedosas sabanas.

El hombre del sombrero puso una mano sobre la frente de la mujer, acariciándola suavemente.

-Te dije que podías hacerlo- el hombre dibujo una sonrisa en su hocico.

-Jaaa- la mujer suspira con cansancio
-Dime- dijo el hombre- ¿Cuantos de ellos son?

- S..son cu..cua..cuatro- tan solo decir esas palabras parecían dejar a la mujer sin aliento.

-Hehe, son menos de lo que esperaba, pero definitivamente deben de ser muy fuertes para haberte agotado así.

En el rostro de la mujer se dibujo una amplia sonrisa. Lentamente cerro los ojos y volvió a ver a sus niños.

Podía sentir como ellos la abrazaban, el calor de sus brazos eran tan tangible para ella. Dentro de ella nació un nuevo sentimiento, un tipo de instinto que la orillaba a quedarse por siempre junto a ellos, para amarlos y protegerlos.

-Ellos... son...- la mujer se quedo en silencio un momento. Buscando las palabras que pudieran expresar sus sentimientos.

-Shh- el hombre le cayo- no tienes porque decirlo. Si tu lo sabes, yo lo sé.

La hembra volvió a cerrar sus ojos. Ese momento, donde podía sentir el corazón de esas 4 almas. Cuatro almas, que ahora estaban atadas a ella y entre si. Recordó como fue su primera vez al conectarse.

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Una joven hembra de plumaje y tes gris estaba en un cuarto amueblado con muebles viejos. Sus ropas estaban sucias y se encontraba en un viejo cojín, llorando.

-*sollozo* *sollozo*- La joven de plumaje plateado levanto su vista, revelando sus rasgos jóvenes. Aparentando ser de 18 o más.

-¿Por que? *sollozo*,¿Por qué siempre estoy sola? *sollozo más fuerte*.

- Aaah- la joven de plateado, agarro su cabeza debido a un dolor repentino. Cuando el dolor paso, ella sobo su cabeza y abrazo sus piernas contra su pecho todavía sollozando.

-Querida, no estás sola, ¡yo estoy aquí!- Una voz amable con un tono agudo y cansado le respondió.

-La joven de plateado abrió los ojos por la voz del desconocido y vio a un hombre de escamas verdes, con una cabeza lisa, sin pelos y una especie de coraza alrededor de su torso. Vestía una túnica celeste y muy elegante. Por sus arrugas y su tono de voz, áspero y cansado. Era obvio que se trataba de un anciano.

-No te preocupes, querida. Ni yo, ni tus hermanos te vamos a dejar sola.

El extraño hombre reptil se acerco a la joven y la abrazo. La joven, aunque sentía desconfianza, para ella las palabras del hombre y la forma en que lo decía, la tranquilizaban. Ella solo cerro sus ojos y devolvió el gesto al anciano.

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-Si, aun recuerdo la vez que "Papá" nos conecto a nosotros - dijo la platinada al hombre a su lado.

-Como olvidar esa linda historia- Una tercera voz se escucho en la habitación, era ronca, con un tono sarcástico pero que lograba infundir miedo.

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