In health and disease

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~SEMANAS DESPUÉS~









•Narra Mackenzie•








Odiaba con todo mi ser fumar, lo detestaba, era lo peor que podía hacer. Siempre recordaba a mi padre haciéndolo, mi madre le decía que dejara de hacerlo, a veces terminaba en pelea, en otras ocasiones terminaba con mi padre apagando el cigarro y abrazando a mi madre con dulzura.


Conway tenía un hábito, odiaba el agua, sin embargo siempre que sentía ansiedad o tristeza dentro de él iba a casa y tomaba un gran vaso de agua lleno hasta el tope.
Lo mío era un puto cigarrillo de mierda.
Jugaba con uno de ellos entre los dedos de mis manos hasta que finalmente decidí guardarlos todos en uno de los cajones de mi escritorio.


Di vueltas en mi silla y me levanté, fui directo al espejo de cuerpo completo que tenía en una de las paredes de mi despacho. Aún me veía demasiado delgada, las ojeras seguían ahí, pero eso era lo de menos, la verdad es que por dentro me sentía mil veces mejor y ya no sentía que me desplomaría en cualquier momento sobre el suelo.
Apreté un poco más el cinturón de mi pantalón, la ropa ahora me quedaba algo floja.

Escuché la puerta abrirse así que dirigí mi mirada hacía ahí, mi asistente se abrió paso con una sonrisa tendiendome una carpeta con papeles.


-Oye guapa, necesito que firmes el informe del atraco que se llevó a cabo el dia de ayer. Ya está todo correctamente redactado.-cogí la carpeta y asentí. Fui hasta el escritorio yo tomé un rotulador.-Si gustas revisarlo me avisas cuando este listo.-murmuró.

-Si, ahorita te llamo.-comencé a revisar línea por línea.


Siendo sincera para mi el hecho de que ahora hubiera secretarias y asistentes por todos lados me jodía un poco. Es decir, entendería que el superintendente tenga una, pero ahora todos los de rango mayor a subinspector tienen a alguien que le haga la vida más fácil de cierta manera.


Pasé varios minutos leyendo el informe hasta que al final terminé por aburrirme. Lo firmé de una vez y salí yo misma a entregárselo a la mujer.

-Aquí tienes. Me voy.-sólo dejé la carpeta en sus manos y caminé rápido sin esperar respuesta.

Miré a Conway salir de su despacho, como siempre con su impecable apariencia. La verdad es que sin que él mismo se diera cuenta me la estaba poniendo inefable.

Cuando notó mi presencia ya había una sonrisa dibujada en mi rostro. Se acercó y yo lo tomé de la camisa y nos metí a ambos dentro de una de las salas de reuniones.

-Pero bueno.-logró decir antes de que lo besara con demasiada intensidad.-Amor, tranquila.-me apartó un poco y besó mi frente.-Aquí no, guapa.-yo hice un gesto de molestia y él rió.


-Me cago en la puta.-murmuré molesta acomodando mi cabello.


-Tranquila.-me abrazó por detrás y besó mi mejilla un par de veces.-Ahora vamos a levantar la puta ciudad.-me dijo tratando de alivianar las cosas.


-Lo que tu me levantaste a mí fue otra cosa.-le di un golpe en la cabeza y salí de ese lugar azotando la puerta. Pude escuchar desde adentro una fuerte carcajada de su parte, lo cual me hizo sonreír de manera inevitable.






•El mismo día por la noche•





Conway, Volkov y yo esperabamos sentados en un restaurante la llegada de Horacio, y la verdad desconocía si Gustabo vendría de igual manera o no.



sun is shining; jack conwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora