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Acorralado

Segismundo se encontraba de brazos cruzados, sentado en una silla de plástico azul mientras una doctora terminaba de ponerle un gran vendaje en su rodilla derecha que estaba con grandes raspones por la caída anterior

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Segismundo se encontraba de brazos cruzados, sentado en una silla de plástico azul mientras una doctora terminaba de ponerle un gran vendaje en su rodilla derecha que estaba con grandes raspones por la caída anterior. Muchas veces a estado cojeando por caídas o golpes, no era algo raro de verlo dando pequeños saltos para caminar, ya era bastante conocido por los médicos por estar en ese estado.

Se levantó de su asiento, mordiéndose su labio inferior para no soltar un chillido ante el dolor que le produjo levantarse.

-Eh, muchas gracias doctora, usted es una especialista en estas cosas, en un momento le paso mi dni, que los maderos esos me la quitaron.

Soltó una sonrisa que le siguió la contrario, ya se habían visto antes por las tantas veces que visitaba el hospital por las peleas, si estaba inconsciente o dejó a alguien muñeco pero al final a cabo la gran mayoría de veces se veían.

-No se preocupe Segismundo por eso, que de las tantas veces que a venido ya no necesita su dni.

Afuera de la habitación estaba Conway, con una cara de pocos amigos, ese día amaneció de mala gana por sucesos del día anterior y aparte que el gallego ocupará su ropa que tenía guardada en el closet en la ahora casa de este no le causaba gracia alguna. Espero más de media hora para que Segis salga de la sala, cosa que no pasó, sin mas espera abrió la puerta.

Allí se encontraban ambos, la joven doctora hablando animadamente con el gallego, los dos con el teléfono en mano, intercambiando números, sin oportunidad de despedirse, Segismundo fue agarrado de su brazo para ser arrastrado fuera del hospital para luego dirigirse a una patrulla, había un silencio un tanto tenso en el aire.

El menor estaba revisando su celular en búsqueda de nuevos mensajes o algo divertido que hacer, ignorado la mirada de rabia que trasmitía el de gafas a través del retrovisor, este se dio la vuelta sobre su asiento, quedando cara a cara.

-No tengo tiempo para tus gilipolleces, anda, pasame el jodido móvil.

De manera lenta le hizo caso al contrario, con la mirada baja por el enojo, no podía quejarse demasiado por el hecho que este podría tirarle del patrulla en marcha, ya a visto varias personas que han salido del vehículo. En especial el cuando recién llegó a la ciudad, era una buena forma de escapar de un secuestro.

-¿Me puedes entregar mis cosas? Que aquí te quitan las cosas y si preguntas por ellas te ven como un loco

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-¿Me puedes entregar mis cosas? Que aquí te quitan las cosas y si preguntas por ellas te ven como un loco.

Movía sus pies de adelante hacia atrás, sin poder tocar el piso por estar sentado en la segunda cama de la celda que estaba elevado, estaba aburrido, tenía que estar por más de 4 horas en el lugar, por seguridad del resto de las personas y órdenes del Superintendente, ya no podría salir de allí, no tenía llaves ni su teléfono, solo algunos caramelos en uno de los bolsillos del pantalón que tenía un poco roto por la caída, no le importaba mucho la ropa, al final a cabo no era ni de el.

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¿Hace cuantas horas estaba allí encerrado?
Miró a su alrededor, su garganta estaba seca, no había oficiales cerca como para que se le dé la salida, se levanta del piso para acercarse a las frías rejas metálicas, al tan solo apoyarse en la puerta de la celda esta se abrió, comenzó a reír en silencio, todo el tiempo pudo escapar y el esperando por alguien que le abriera la puerta, salió de la celda para dirigirse al escritorio del lugar, en búsqueda de sus cosas. Sorpresa, la puerta estaba abierta, ¿Quién dejaría las puertas abiertas en una comisaría? Anteriormente vio cómo unos agentes enmascarados pasaban corriendo a toda velocidad, uno de ellos le insulto, iba a responder de igual forma de no ser por que estos se habían ido, nunca antes había escuchado de ellos, sin más salió de la planta de abajo con sus cosas y una botella de agua en mano, se detuvo en las escaleras para beberla hasta el fondo.

Intentó salir por la puerta principal, intentó por que estaba cerrada con llave, varias veces a estado en ese lugar como para saber donde hay salidas, sabía que había balcones en el segundo piso, que abajo de estos había arbustos, no dolería sin era cuidadoso. A paso rápido subió las escaleras, tirando la botella vacía en uno de los cesto de basura que estaba cerca, noto como todo se había renovado, un cuadro de honor, banderas, plantas nuevas, todo era bastante lindo a su vista, recorrió la habitación con la mirada.

Se acercó a la puerta que dirigía al balcón, con una gran sonrisa la abrió, rápidamente su sonrisa desapareció cuando noto la presencia del contrario, que se encontraba viendo las calles con cigarro en mano, tan tranquilo y relajado, definitivamente el gallego le quería hacer una broma, asustarlo posiblemente. Con total confianza se acercó hacia este, levantó sus brazos para agarrarlo de los hombros mientras soltaba un grito.

Que mal que no estaba enterado que Jack era bastante bueno en ataques sorpresas y cuando se defiende es muy fuerte. En un abrir y cerrar de ojos Segis se encontraba siendo agarrado de las muñecas con sólo una para ser apoyado contra la pared sin nada de amabilidad, siéndole soltar un pequeño quejido.

Ni siquiera había notado como los ojos sin brillo del contrario estaban fijos en el, inspeccionando cada parte que podía del menor, desde el cabello desordenado hasta su piel un poco anaranjada por años de trabajo bajo el sol, mientras el, estaba sin reaccionar, tampoco sabía cómo salir de esa.

Que buen día

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Que buen día

ᕼᗩᖴEᖴOᗷIᗩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora