Una extraña llega a la ciudad, era diferente, una intrusa, pero eso fue suficiente para captar la atención de todos, sobre todo de estos 5 chicos, completamente diferentes en aspecto y personalidad, que con suerte se habían dirigido la palabra. Y su...
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— ¿Estas seguro que no quieres que la lleve yo? — le pregunto por última vez mientras busco las llaves en la estantería junto a la puerta.
— No, no quiero que llegues tarde a tu primer día de clases. — responde mi padre desde la cocina donde preparaba el desayuno.
— Esta bien... — tomo las llaves.
Siento unos pequeños pasos bajando la escalera. La imagen de Liv con su pequeño uniforme escolar se hace presente .
Aun no puedo creer que es su primer día de pre escolar, siento que fue ayer cuando le cambiábamos los pañales. Pero ya tenía cuatro años, lo cual significaba 4 años sin mamá, y el tiempo aun no hace de las suyas en curar y sanar las heridas. Mi padre aún sufre aun que no lo diga, en verdad nunca tuvo tiempo de tener un duelo mientras criaba a dos chicos.
— Baja con cuidado — me acerco a la escalera y me posicionó en frente de esta, la pequeña salta a mis brazos cuando ya está en el último escalón. La recibo para luego dar una pequeña vuelta y dejarla de pie al otro lado de la sala — ¿Estás lista pequeña? —
Ella solo sonríe y por consecuencia arruga su nariz.
Le sonrió de vuelta. — Papá te irá a dejar, yo ya me tengo que ir — le digo mientras me agacho para darle un beso en la frente. — No olvides hacer muchos amigos.— le recuerdo.
— Eso haré — responde mientras mi padre entra en la sala y me tiende una bolsa con un sándwich envuelto en papel aluminio y un una barra de cereal.
— Gracias — recibo la bolsa y la guardo en mi mochila.
— Ya vete, llegarás tarde — dice mi padre al mismo tiempo que abre la puerta indicando la salida — Nos vemos, ten un buen día — grita desde la entrada una vez que yo ya estaba por subirme al auto.
— Adiós Ty — escucho la voz de Olivia. No respondo nada y tan solo me adentro en el auto para dirigirme a la escuela.
Llegó unos minutos antes de que comenzaran la clases. Saludo a mis amigos los cuales me saludan con ánimo, hablamos un rato junto a la entrada, sobre quienes van a dar la prueba para el equipo de Soccer. No es por alardear pero he sido capitán dos años consecutivos, me gustaba mucho el soccer y además me servía para postular una beca en la universidad, que vaya falta me hacía, no tenía las mejores calificaciones eso no era ningún secreto, pero tampoco me consideraba una persona tonta, simplemente me costaba un poco más que al resto.
De pronto las mirada se centran en una persona que bajo del autobús y camina al lado de ese chico raro Covey... Coney, algo así.
