❝ 01; Amiko ❞

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Un suspiro cansado escapaba de los finos labios de la chica que llevaba minutos corriendo por el lujoso castillo que le pertenecía a un orgulloso y poderoso rey, el cual parecía siempre encontrar soluciones a todo tipo de problemas, aunque realmente a veces salían mal. Arregló un poco su cabello mientras ahora veía las grandes escaleras. Le cansaba buscar a su amiga para llevarla donde las empleadas para que le dieran lecciones y cuidados, pero la conocía y sabía lo dispersa que es.

— ¡Amiko! ¡Espero esta vez no estés escondida en la cocina! —exclamó la joven, la cual al pasar por al lado de los ayudantes saludaba y agradecía sus esfuerzos, lo cual ellos agradecían con un "gracias, señorita Yaoyorozu" en un tono amable y de respeto. Realmente aman el cómo es de buena aquella princesa. Subió las escaleras con algo de rapidez, pues tenía el presentimiento de que debía llevarla lo antes posible donde estaría el rey.

Momo al terminar de subir y mirar los espaciosos pasillos, logró ver a la dulce princesa que le daba las gracias a un guardia por haberla ayudado con el caballo que se había escapado. La pelinegra sonrió aliviada y se acercó a esta tomando de su propio vestido para no tropezar, dando pasos acelerados a esta que de inmediato notó su presencia y mostró una expresión de felicidad y emoción en su hermoso rostro.

— Yaoyorozu, me alegra verte —mencionó la que portaba un hermoso vestido turquesa de mangas cortas que tenía ciertas decoraciones blancas, también mostrando su hermoso peinado hacia al lado. Su amiga sonrió algo conmovida, pero luego se negó a sí misma con la cabeza y se puso firme mientras juntaba sus propias manos y cerraba los ojos delicadamente, lo cual a Saito le causaba de cierta manera ternura.

— Princesa, su padre la está esperando en sus aposentos para conversar con usted sobre un tema realmente serio —habló la joven de rasgos hermosos, pero su mejor amiga no evitó soltar unas carcajadas haciendo sobresaltar a la pelinegra y abrir sus ojos para ver a la chica de cabellera castaña algo confundida. Al parar de reír, esta le dio una amable mirada.

— No me trates como alguien superior. Somos amigas y además no me gusta que me vean como alguien muy importante a pesar de ser la hija de un rey —fueron las palabras que de cierto modo le llegaron al corazón de la más alta. Le gustaba mucho que la hija del señor Saito fuera una chica de personalidad alegre y dulce a la vez, se le hacía muy lindo pensar que aquella mujer sería una futura reina.

Nuevamente la pelinegra intentó ser firme, pero se le escapó una pequeña risa mientras cubría su boca con la palma de sus manos para que no se oyera su voz por todos los pasillos. Le avergonzaba mucho aquello. Luego miró a la contraria con una alegre sonrisa.

— Lo siento, Saito. Es la costumbre de habernos hablado así por 2 años —respondió mientras se giraba para que la siguiera, pues llevaba tiempo buscándola y ahora que al fin la halló debía cumplir con su deber. La princesa no dudó en hacer unas reverencias de despedida a los guardias cerca para luego casi correr hacia la femenina, llegando a su lado para seguir sus pasos.

— Pero te dije que ya no eres una simple invitada, hasta mi padre te respeta como si fueras parte de la familia.

— Al igual que lo respeto a él —fueron las palabras que le hicieron sonreír a ambas, hasta que escucharon pisadas que se acercaban detrás de ella, parecías pasos fuertes, como si la persona que los daba estuviera molesta. Estas no evitaron frenar y mirar hacia atrás por mera curiosidad.

Efectivamente una mujer que traía puesto un vestido verde simple que no llevaba ni decoraciones y unos zapatos negros se acercó a ellas con el ceño fruncido y ambas sabían el por qué la expresión de su rostro. ¿Qué se podía esperar de la mujer que crió a la dulce mujer que era tratada como lo era: una princesa?

prince | midoriya izukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora