— Vaya, princesa. Su cuerpo parece al de una Diosa cada día más —comentó una señora que terminó de ajustar el vestido que la castaña se estaba poniendo para así poder arreglarse, pues debía ver un color que el rey no supiera que era ella, así podría disfrutar la fiesta como si fuera una invitada: sin órdenes o acompañantes forzados.
Sería como ser libre por esos momentos.
— El rey no sospecharía que llevas un vestido blanco con decoraciones doradas —comentó Momo viéndola al lado de la señora Naoko, quien apoyaría a la princesa al tenerle mucho aprecio. Es como si fuera una relación de madre e hija, una que ninguna de las dos tuvo.
La pelinegra no evitó sonreír al admirar mejor a su amiga. De cierto modo le gustaba que ella no fuera una princesa que solo quisiera joyas, poder y todos a su merced. Era totalmente distinta. Se notaba que quería conseguir todo con su propio esfuerzo, tomar decisiones ella misma y ser una persona fuerte sin necesariamente ser un hombre.
Para Amiko ser hombre o mujer no era una condición para lograr muchas cosas.
— Su majestad había pedido un azul marino simple, por lo que es obvio que no la reconocerá —habló la chica que había hecho su ropa para la fiesta en menos de un día. Era obvio que contratarían a alguien rápida y experta.
— La máscara tampoco la ha visto —mencionó la mujer rubia que estaba al lado de Yaoyorozu, mirando que una gran sonrisa se dibujó en los labios de la joven. Esta se bajó de la pequeña silla donde estaba asustando a las tres mujeres presentes de que tropezara, lo cual menos mal no había sucedido, y fue hacia su armario donde logró sacar unos hermosos zapatos blancos y algunos utensilios para peinarse.
— ¿Segura que quieres que te haga el peinado? —preguntó la pelinegra acercándose a la princesa, quien le asintió con un movimiento de cabeza y le dio el cepillo que sería para pasarle por su suave cabello.
— ¡Oh! También quiero sacar unos claveles que están en mi balcón, de esos blancos —avisó la de orbes verdes, como si de dos esmeraldas de hablaran, las cuales brillaban de emoción al imaginarse lo feliz que sería esa noche. Como si de una ñina pequeña se tratase, tomó su vestido para no pisar este y caer, corriendo hacia las puertas de madera que estaban cerradas. Abrió estas, iluminando gran parte de la habitación con el maravilloso sol que presentaba el despejado cielo.
Como si de un ángel puro o un diamante valioso y brillante se estuviera hablando, el vestido que poseía Saito parecía más limpio y hermoso con aquellas decoraciones doradas que brillaban levemente por la luz natural, hasta su peinado desordenado resaltaba en ella. Naoko y Momo sintieron sus ojos brillar al ver a aquella chiquilla caminar rápidamente hacia donde estaban las orillas del balcón, en el cual comenzó a romper, algo triste y pidiendo perdón a la naturaleza, y a guardar los claveles en la palma derecha de su mano.
— Es tan buena pero rebelde a la vez... —comentó la mujer que hacía notar sus hermosos ojos rosados con una nostálgica sonrisa, recordando a la que ahora tenía diecisiete años cuando era una niña de ocho que solo quería salir para jugar a pelear contra dragones con una pequeña espada de madera y hacer fiestas de té con todo el mundo. La que poseía una característica cola de caballo en su pelo no evitó negar leve ante lo que había oído.
— Es ella misma, señora —susurró dulcemente, provocando que la rubia no evita tener una pequeña curvatura en su fina boca igualmente, después de todo no se equivocaba.
Amiko suspiró cansada y aún agachada tomando flores, sin importarle que el vestido este arrastrando en el suelo, se volteó para mirar en el interior de sus aposentos, llevando sus orbes emocionados hacia su mejor amiga.
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prince | midoriya izuku
Fanfiction❝ Todo empezó en esa elegante fiesta de máscaras, donde dos corazones se encontraron para jamás olvidarse. ❞ ♡: Personajes de Horikōshi. ♡: AU. ♡: Izuku x Oc.