Capítulo 30 (Hermanos)

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La boda de Dani y Alex fue una gran fiesta. Familiares y amigos de los novios se dieron cita en los jardines de la mansión Vidal-Alcázar, a pesar de la ausencia de Babi, quien había decidido no retornar a Barcelona por tiempo indeterminado y como compensación por su ausencia, cedería su casa para que su hermana celebre el día más feliz de su vida.

Esa noche, Dani y Alex estaban muy felices de haber podido por fin blanquear ante la sociedad, ese amor clandestino que tanto tiempo llevaban guardado, un poco por la diferencia de edad entre ambos y otro poco por las suspicacias siempre presentes que se suelen levantar en torno a una relación de este tipo. Mientras ellos festejaban, los muchachos también celebraban sus reencuentros. Perla y Diego se reencontrarían después de un breve tiempo, separados por los estudios de la joven. Horacio y Valeria siguieron juntos tras la liberación de él, mientras que Andrés (muy feliz por la decisión tomada por su madre) celebraría con Valentina la velada. Asimismo y por pedido de Diego, Perla invitaría especialmente a Bosco y Canela a la celebración.

Esa noche, todos eran felices. Todos tenían motivos de festejo. Pero solo una persona, no encajaba en ese cuadro de felicidad. Ese era Hugo, quien no podía quitarse a Babi de la cabeza y menos aun, no sabiendo de su paradero por Europa. Entristecido por no poder compartir la fiesta con su amor, saludó a su hermano y a su nueva cuñada, deseándoles lo mejor y retirándose temprano, después de la cena. En el trayecto de regreso a su casa, comenzaría a pergeñar como haría para encarar a Diego y contarle la verdad sobre su medio hermano Horacio.

A la mañana siguiente, Hugo decidió encarar a su hijo Diego y contarle toda la verdad. Fue así que lo citó al escritorio de su casa, donde iniciarían su diálogo.

- Diego, necesito dialogar contigo, de hombre a hombre – inició Hugo.

- Dime. Sabes que siempre estoy para responderte.

Hugo no sabía cómo ni por donde comenzar, por lo que decidió retrotraerse en el tiempo.

- Esta historia es muy larga hijo. Tiene que ver con el pasado y con cosas que han sucedido en los últimos días. Y tienen que ver contigo, conmigo y con nuestra familia.

- Papá – interrumpió Diego – ve al grano, no andes con rodeos. ¿Qué es lo que me quieres decir o contar?

- Hijo… te pido que seas fuerte con lo que te contaré. Es un tema muy delicado. – persuadió Hugo. Diego en respuesta se preparó:

- Dime papá. ¿Qué es eso que me quieres decir?

- Cuando era joven, casi de tu edad, conocí a una muchacha de la cual me enamoré profundamente. Ella fue un gran motivo de alegría en mi vida, hasta que diversas circunstancias se mezclaron y terminaron matando ese amor que nos teníamos. Unos años después, conocí a tu madre y terminé formando con ella una hermosa familia.

- Padre, no sé por qué me cuentas estas cosas. ¿Qué tiene que ver conmigo o con mamá?

- Hijo… antes de oficializarme con tu madre, había vuelto a ver a esa joven. La vi una noche, que tu madre audicionaba. Yo para ese entonces, noviaba con ella, pero no era su pareja oficial. Esa noche sonaría mi teléfono y del otro lado me pidieron que vaya hacia una reunión. En esa reunión estaba esta joven que fuera mi primer amor. Esa noche intentaría eliminarla de mi mente, pero fue inútil. Fuimos a la playa y tuvimos un encuentro amoroso por última vez. Tras ese encuentro, ella me confesaría que se casaría con otro, por lo que decidimos separar nuestros caminos y seguir cada uno su vida. Sin embargo… - Hugo detuvo su relato, ya que no sabía cómo encarar ese tema.

- ¿Sin embargo? – pidió Diego.

Hugo tomó coraje y encaró a su hijo

- Esa no sería la última noche que tendríamos. Hoy, tras casi 22 años la he vuelto a ver. Y nuevamente volvió a generar esa chispa de amor que sentía por ella – respondió Hugo.

Por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora