2- La naturaleza

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Y entonces nos arrojamos el uno sobre el otro, destrozamos nuestras prendas e hicimos el amor hasta el amanecer...

Seguro eso pasaría en una historia cualquiera. Crecí viendo películas sobre omegas y alfas, siempre haciendo lo mismo, siempre las mismas premisas, las mismas cosas: Una atracción secreta y silenciosa, medicamentos olvidados, y pasión desbordando entre besos alocados tras fiestas o algún evento que empuja a que las circunstancias se desenvuelvan de la manera más conveniente posible.

No encontraba mucho atractivo a las historias con adultos teniendo esos problemas, y siempre hiper sexuados todos. Por alguna razón que no entiendo, es más sencillo leer algo erótico, o incluso ver un hentai sin sentido que esas escenas en las películas. Tal vez porque siento una desconexión, no lo sé. Cómo sea, los "omegaflicks" (O chickflicks, un mercado muy similar que antes sólo se enfocaba en omegas y mujeres del sexo biológicamente femenino) son algo que jamás entendí. Los omegas parecen odiar esas cosas en la vida real, pero está todo tan... romantizado en esas películas. Tal vez jamás fue algo grato, y muchos se han vendido a sí mismos esos cuentos de hadas entre alfas destinados a su omega que logran superar sus obstáculos, casarse y alcanzar la plenitud de la vida. Es aburrido tras... años de ver esas cosas. Por alguna razón mis padres veían esas películas por gusto. "Cuando crezcas lo entenderás" ¡No entendía nada! ¡Nada de nada! ¿Por qué a mis padres, alfas, les gustaba esa cosa anticuada y conservadora? No lo sé.

¿Qué estábamos haciendo Bakugo y yo? En realidad, despertando. Nos quedamos dormidos. El perro del vecino nos despertó. Bakugo estaba en mis brazos, su cabello era un desastre. "Lo siento" susurró con una especie de gruñido, y yo al tallarme los ojos le dije que estaba bien, habíamos bebido mucho. Aquella fue buena siesta, de una hora según el reloj.

—¿Quieres quedare a dormir? Tengo un cuarto extra —ofrecí, al ver la hora—, avisé que estabas conmigo, pero que llamarías después, ¿qué quieres hacer? —de alguna forma era extrañamente fabuloso poder decir cosas como esas, ¡gracias papás, que me dieron tan buen lugar! ¡Y gracias amplio material de referencia basado en años de cursi medios audiovisuales que me permite no ser tan imbécil y poco atento!

Bakugo parpadea como no entendiendo lo que escucha, se pone de pie y se cepilla el cabello para regresarlo a su "normalidad".

—Creo que debo regresar, o mis padres van a pensar cosas estúpidas y hacer peguntas más estúpidas —Bakugo tiene un punto ahí, los padres suelen ser o muy protectores con los hijos alfa, o demasiado laxos, y eso lleva a problemas en opuestos distintos. En el caso de Bakugo sus padres son protectores, seguramente tampoco dejarían que Bakugo "arruine" su futuro por una noche de diversión; y no dudo que la imagen de "Alfa que preña lo que se mueve" sea algo que mantenga también ante ellos.

—Está bien, no quiero que tengas problemas, de por si es tarde...Puedes mencionarles a tus papás que soy beta, tal vez eso ayude a que no te regañen más tarde.

Soy beta, hombre, y en general soy "yo"; la señora Mitsuki me tiene buena estima, parece divertirse conmigo cuando voy. No me quiero ser presuntuoso, pero eso de ganarme a los padres se me da, me gusta que sepan que sus hijos están en buena compañía, porque lo soy, y, además, me parece una cortesía que mantener. Por otro lado, creo que el señor Masaru me adora, y siento que tras esa sonrisa tranquila se esconde un padre sumamente protector. ¿Será complicidad de betas? ¿Será que se ve reflejado en mí, y a la señora Mitsuki en Bakugo y las campanas de boda suenan cuando nos ve juntos? ¡Ja! ¡Cómo no! Dudo que el señor Masaru acepte tan fácilmente a quien sea que pretenda a su explosivo, pero muy preciado único hijo.

Para cuando me doy cuenta, Bakugo ya tiene el teléfono en la oreja. Escucho una voz fuerte, es la señora Mitsuki, gritando algo a su hijo. Y pronto se vuelve un festival de gritos.

Y el beta dijo: RECHAZO LA NATURALEZA | KamiBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora