06 "visita"

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El lugar definitivamente no era acogedor, su nariz era constantemente atacada por los olores a gasolina, aceite y líquidos que sinceramente no conocía.

Seokjin se obligó a mirar solamente la espalda de soobin, negándose a cruzar miradas con alguien que no conociera y conformándose con observar el lugar de reojo, solo entregaría el postre y regresaría a la repostería.

El repartidor dejó de caminar cuando estaban a punto de entrar a un lugar, pero Jin apenas fue consciente de la existencia de un olor  extrañamente familiar, como si la sensación de seguridad le consumiera la nariz, pero en ese mismo momento soobin cambió de dirección, de repente pareciendo nervioso.

—Me equivoqué, Namjoon está por aquí...—dijo con voz firme pero con cautela.

El castaño asintió un poco inconforme, algo dentro de Jin le decía que ese lugar tenía algo extraño. Dudando un poco, se permitió mirar bien los alrededores, notando miradas  fijas en él y soobin, personas, no solo hombres, también había niños y mujeres.

Eso ya era lo suficientemente extraño como para salir corriendo; notaba que los niños estaban un poco raros, parecían demasiado inquietos y se escondían bajo las piernas de sus madres, algunos le miraban amenazadores.

Era asombroso y también terrorífico la cantidad de personas que cabían en el lugar, pues no era pequeño como se veía por fuera.

Y mientras más avanzaba ya no habían tantos autos en reparación, ahora la zona se veía un poco más hogareña, empezaba a ver mantas en el suelo, trastes de comida e incluso algunas paredes tenían cuadros y dibujitos...por no decir nada más.

Algo extraño era que en superficies como mesas de madera o sillas se podía ver marcas muy raras, como si fueran mordeduras, o como si un perro intentara cavar en el suelo dejando sus huellas.

Aunque no comentó nada, antes de cambiar de rumbo vió que la puerta a la que iban a entrar tenía rasguños muy diferentes, como si fueran los de un gato, pero tenía que ser de un gato demasiado grande para ser real.

Jin de pronto se enfocó en su entorno; no solo sentía las miradas fijas, también podía notar que no era del todo bienvenido, hasta los niños parecían tener algo en contra de él y eso le causaba un poco de incomodidad; había cientos de olores que el castaño no podía identificar, no eran molestos, pero hacía que su naricita quisiera adueñarse de los aromas, conocerlos e identificarlos, haciendo que su cerebro se obligara a recordarlos.

Todo eso hizo que la imagen de cierto animal cruzara por su mente, recordando el día más extraño de su vida casi siendo superado por este, su encuentro con el jaguar.

De pronto, su corazón empezó a latir enloquecido ante el recuerdo, el temor y la ansiedad adueñándose de su cuerpo.
Eso al parecer hizo que todas las personas lo miraran aún más, como si pudieran escucharlo.

Soobin también volteó, con el ceño fruncido y mirando fijamente su pecho.

—¿Todo bien...jinnie?—susurró el pelinegro, su voz tranquila pero alargando las palabras lentamente, casi terrorífico.

Seokjin solo asintió, sin siquiera pensar en la necesidad que  recientemente lo había invadido, aquellas ganas o ansiedad más que nada de abrazar a sus hermanos; a yeonjun y Kai, tenerlos cerca y a salvo, que el mundo supiera que eran parte de él, su familia, sentir el aroma a lavanda con azúcar de sus bebés.

Hasta ese entonces no recordaba siquiera captar el aroma tan bien como para describir de que se trataba.

No podía entender porqué ese lugar lo hacía pensar en sus hermanitos, y no solo eso, sino que también quería algo más, algo que todavía nisiquiera tenía claro.

Entre una y varias fresas 🍓 KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora