Hacía un tiempo que no era yo, que no hacía otra cosa que pensar, y qué llorar. Llorar por lo mismo de siempre, por la inutilidad de mi ser, que me llevaba a la locura; por la impotencia de mi mente, al no ser capaz de mantener a mi cuerpo a raya; por la rabia de mi cuerpo, al no saber parar; al no poder parar.
Hacía un tiempo que no era yo la que pensaba, la que me llevaba a actuar, no era yo la que me lastimaba, la que no se reconocía en el espejo, o la que no paraba de vomitar mariposas. Mariposas de una primavera eterna. Mariposas de una zarza. Una zarza que crecía en mi estómago, que me dolía, que me clavaba sus espinas, pero qué no podía arrancar. Tenía a esa zarza echando raíces, y las mariposas no paraban de salir. Mariposas también, de un futuro, un futuro que no pensaba que fuese a existir. Mariposas de una agonía constante, de un miedo imparable, de una obsesión que ya ni tenía en cuenta, de una opinión ajena, de los insultos de gente que ni me conocía, de mi propia idea de mí misma.
Y todas esas mariposas, y toda esa agonía, y todo ese miedo, esa obsesión, esas opiniones, esas ideas, esa impotencia, esa inutilidad; salieron. Y por fin la zarza que tanto mal me hacía clavándome sus espinas desapareció. Y, simplemente, todo en lo que me había convertido, ya no fue.
Y aprendí a quererme, a pensar en mí, y a no creer en las opiniones de los insensatos que alguna vez intentaron hacerme daño metiéndose con mi físico sólo para sentirse mejor. Así que sí, ahora, me toca mí
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Todas Mis Historias "De Amor"
PoetryYo tenía otro mundo, hasta que te convertiste en el mío