Capítulo I

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Paseaba lentamente por la playa, hundiendo sus pies en la mojada y fina arena de la orilla, con las leves olas rompiendo en sus tobillos.

Cuando se cansó de caminar se sentó en la arena, posando sus oscuros ojos en la preciosa y brillante luna reflejada en el mar, mientras una suave brisa movía con gracia su cabello recogido.

Unas manos taparon sus ojos, pero no se sobresaltó. La persona detrás de él se sienta a su lado, rodeándole una mano por la cintura, y él busca con desesperación los labios ajenos.

—¿Llevas mucho esperando? Lo siento, no pude llegar antes —se disculpó con un tierno beso en la frente.

—Apenas llegué también, no te preocupes —le sonrió, dejándose mimar—. Te noté muy raro en tu llamada... ¿todo va bien?

—No todo está muy bien —comenzó, tomando ambas manos entre las suyas—. Mis padres se empeñaron en que debía terminar mis estudios fuera del país—un sonoro suspiro por parte de su acompañante, se dejó escuchar.

—¿Me estás diciendo que te marchas a estudiar al extranjero?

—Así es —dijo con resignación—. Yo... yo no quisiera irme, pero es la mejor opción. Sólo serán dos años, y cuando vuelva... nos enfrentaremos a nuestra familia por nuestra relación, les diremos que estamos enamorados y pediré a tus padres tu mano.

El otro no respondió, se sentía triste de tener que alejarse durante dos años de su pareja, de tener que quedarse allí, sin saber de él hasta que volviese. Pero era por el bien de él y su futuro, como pareja, debía apoyarlo.

—Te echaré muchísimo de menos, pero deseo de todo corazón que para cuando regreses, tengas tu futuro definido —sonrió con melancolía—. Yo te apoyaré desde la distancia, sé que darás lo mejor de ti, cuando regreses, serás un gran ingeniero agrícola capaz de llevar cualquier hacienda.

—Contaré los segundos para que pasen lo más pronto posible y volver a verte —lo acercó hacia él, para después abrazarlo y besarlo mientras lo recostaba en la arena, para jurarse amor eterno en la última noche que pasarían juntos hasta que el destino los volviera a juntar.

El último amanecer que pasarían juntos fue truncado por una gruesa voz que no dudó en separarlos y romper su preciado momento.

—¡Itachi! ¿Se puede saber qué haces? —ni tiempo le dio a reaccionar, explicarse o levantarse, ya que su propia madre lo tomó del brazo con brusquedad.

—Yo... puedo explicarlo...

—¿Explicarme qué? ¿Qué sois unos auténticos degenerados? ¡Vístete ahora mismo! —con la misma brusquedad con lo que le tomó del brazo, lo volvió a tirar a la arena—. No esperaba que fueras un cualquiera, ¡me avergüenzas! Cuando lo sepa tu padre...

—¡Itachi no es ningún cualquiera! Aunque sea mi tía, no consentiré que lo trate así —salió en su defensa.

—¡Cállate tú! —escupió a quién era su sobrino—. No tenéis decencia. ¡Sois primos, primos! ¿Cómo se os ocurre liaros entre vosotros?

—¿Y qué importa que seamos primos? ¡Nos queremos! —la encaró, aunque sólo obtuvo una bofetada en su rostro por parte de su tía—. ¡Nadie impedirá que nos queramos!

—Si te vuelves a acercar a Itachi, no dudaré en golpearte de nuevo, sin importarme que seas mi sobrino. Menos mal que tu padre ha sido sensato y te envía fuera del país. Y tú —se dirigió a su hijo, volviéndolo a tomar del brazo para que caminara—, nos vamos, ¡muévete de una vez! —a tirones, alejó a su hijo del otro Uchiha.

Cage Of Love (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora