Dos

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✧*Envidia.


Recostado en la cama de su habitación, JungKook contemplaba aquel rayo de luz que entraba por una rendija de la ventana, lo único que iluminaba su oscura habitación. Sentándose con las piernas cruzadas, se acercó un poco más viendo la luz, tan pura.

Alzando su mano, trato de tocarla, pero tan pronto su mano se bañó en luz, esta lo daño causándole unas profundas quemaduras. Pero el pelinegro ni siquiera se inmutó viendo las llagas y sangre y el intenso dolor en su mano.

Sacando su mano de la luz, vio las heridas y mover ligeramente sus dedos que comenzaban a curarse, aun recordaba el calor del sol sobre su piel, hace mucho no sentía esa calidez.

Volviendo a recostarse observo fijamente el techo antes de cerrar los ojos, tratando de imaginarse el cielo y sus nubes en el exterior, todo aquello lleno de la menguante luz del atardecer... Las aves volando y las flores que floreciesen solo en las mañanas.

Encontraba extraño, lo diferente que es el mundo en el día y en la noche. Nunca había visto un arcoíris de noche, divagando en los colores, recordó el color morado, como los ojos de aquel pulgosos.

—Es verdad, dije que iba a ir —Dijo JungKook levantándose de la cama, no tenía nada que hacer de todos modos.

Esperando a que el sol se ocultara, se dio un baño para quitarse el aroma a sangre, no quería que le de hambre por el aroma. Una vez limpio y con su estómago lleno, salió cuando el sol se ocultó; ya estaba listo para morir.








(...)

En el silencio del bosque, no se oían nada más que sollozos, sentado en el suelo, TaeHyung escondiendo su rostro en los brazos apoyados en sus rodillas, todas las plantas a su alrededor se habían secado y marchitado, incluso el árbol en el que estaba recargado, este estaba muerto ya y con todas sus hojas cayendo con un color café en lugar del verde que tenía hace algunos minutos.

Aunque nadie pudiera verlo, un aura morada brotaba de él, imperceptible para cualquier ser. Cada vez que se alteraba esta salía, absorbiendo la vida de las personas. Siendo sus manos el lugar donde más se concentraba aquel poder.

Su cuerpo es como un recipiente que está comenzando a desbordarse.

Todo a su alrededor había perdido aquella hermosa vitalidad y la tierra volviéndose estéril, nunca nada volvería a crecer ahí.

Accidentalmente había matado a un chico en la manada mientras trataba de defenderlos de un ataque y se estaba alterando demasiado, no toleraba más el ser así, no le gustaba el matar a las personas con tan solo tocarlas o que al dejar que sus emociones se desequilibraran demasiado terminara matando todo a su alrededor.

Estaba harto de estar solo, de que las personas le temieran. Quería poder tocar a alguien sin necesidad de guantes y que esté no muriera.

—¿Por qué lloras? —Pregunta una voz haciendo que levantara la cabeza, topándose con aquel vampiro frente a él. En cuclillas JungKook lo observaba con curiosidad, ladeando la cabeza mientras analizaba el rostro del omega.

—¿Otra vez tú? ¿Qué haces aquí? —Dijo con molestia limpiando sus lágrimas.

—Te dije que volvería —Con su mirada fija en TaeHyung, hace mucho no ve a alguien llorar por tristeza y no por miedo.

—¿Lo decías en serio? —Preguntó mirando a su alrededor, quería sonar su nariz, con indiferencia optó por su propia camisa, pero cuando la agarro JungKook le extendió un pañuelo.

TaeHyung le vio con desconfianza, pero de todos modos lo agarro y sonarse la nariz, trato de entregárselo al terminar, pero JungKook negó con una mueca en los labios.

::Luna de sangre :☆: KookV::Donde viven las historias. Descúbrelo ahora