Capítulo 4

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Luego de un mes, salí de mi cueva. Limpie mi casa, me deshice de todo lo que me hacia mal y me preocupe por mi salud. Deje de beber y comencé a hacer ejercicio.

Ahora voy a empezar mi vida nuevamente. Salgo de mi casa y a paso lento me dirijo a una cafetería cercana. No voy a mentir, aún duele. No es ese dolor insoportable, pero duele. Creo que jamás se supera a alguien que amaste tanto y por mucho tiempo. O al menos no creo que yo pueda hacerlo.

Al llegar a la cafetería, me siento a gusto inmediatamente. Es un ambiente tranquilo, rústico y acogedor. Elijo una mesa apartada de la puerta de entrada y me instalo. A los cinco minutos, se acerca una mesera a tomar mi orden.

-¿Que desea ordenar?.-pregunta sin prestarme demasiada atención al igual que yo a ella. Al levantar la mirada me cruzo con unos ojos marrones y grandes. La analizo lentamente, observando cada detalle de su cara. Es bastante alta, morocha y con el pelo largo y liso. Es muy...linda, y parece tener al menos 20 años, al igual que yo. Parece escanearme un segundo y al cruzarse por segunda vez con mi mirada sus mejillas se tornan coloradas.

Carraspeo para pedir mi orden.

- Quiero un capuchino con un brownie.

- Claro, enseguida se lo traigo.-se da la vuelta para ir a la cocina a dejar mi orden y no puedo evitar observarla. Me siento raro al hacerlo, pero no mal.

Al cabo de unos minutos llega la misma chica con mi orden y aprovecho a fijarme su nombre en la pequeña placa de su uniforme: Sophie.

- Muchas gracias Sophie.

-De nada...

-Matteo.-me presento.

-Un gusto.-sonríe levemente y a continuación deja un papel sobre mi mesa, para luego irse rápidamente con las mejillas encendidas. Me fijo en el papel y leo unos números. Me dejó su número de teléfono. Doy vuelta mi cabeza para sonreírle y ella me devuelve la sonrisa. No todo es tan trágico como me parecía antes.

Días RepetidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora