Parte 1. Lo Que Izuku Hizo

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Aberración

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Aberración.
Nombre femenino. Acción, comportamiento o producto que se aparta claramente de lo que se considera normal, natural, correcto o lícito.

1. Lo que Izuku hizo.

Complicado.
Cada paso que daba hacía adelante complicaba más su situación, porque era imprudente, se sentía demasiado suertudo.
Cualquiera creería que por su status de omega sería más dócil, más sumiso, pero era todo lo contrario: él sabía cómo atraer la atención de alphas adinerados para luego chantajearlos. Era tan fácil como las mentiras que brotaban de él con tanta facilidad, como la maleza en un descuido lote.
Durante un par de años su elocuencia y engaños le dieron una buena vida, era divertido, y económicamente fabuloso, pero, entonces, una decisión lo complicó todo: puso su atención en el seductor y millonario heredero Katsuki Bakugo, a pesar de que ya tenía dos objetivos mejor estudiados.
Al principio vino el flirteo, claro, igual que con cualquier otro, una cerveza, una charla, pero después llegó la segunda complicación: aceptar la invitación de Katsuki a su mansión, con la excusa de que sería mejor para no pagar un hotel, además, sus padres no estaban, así que sería más íntimo. Eso debió hacerlo sospechar, pero Izuku estaba tan seguro de su suerte que en Katsuki no vio ningún peligro, sólo dinero.
Pasaron una noche intensa: Katsuki era violento en la intimidad, proporcional a la labia que usaba con Izuku, la misma que uso para convencerlo de verse de nuevo después del fin de semana en que estuvieron sin salir de la cama.
–¿Qué haremos si vuelvan tus padres? -preguntó Izuku, envuelto en una sábana. Katsuki volvía del mini bar con dos bebidas.
–Tengo un apartamento –contestó– podemos pasar allí –se sentó a su lado– un par de días -se inclinó para besarlo-, semanas…
–¿Meses? -preguntó Izuku girándose. A través de la sábana, se podía ver su redondo trasero.
–Todo el tiempo que tú quieras –lo besó de nuevo.

Complicado.
Semanas. Meses. Dos meses.

Izuku vivía de manera adinerada, todo lo que deseaba lo podía pedir por internet, comida, ropa. No tenía límites, sobre todo porque siempre había una excusa para no salir. Se daba una vida de rey, hasta que llegó otra complicación.
–¿Pediste más comida? -preguntó Katsuki al entrar a la habitación llena de cajas.
–Tenía antojo de papas fritas con chocolate -contestó después de un bocado. Katsuki se acercó para besarlo, y sentarte a la mesa, frente a Izuku.
–¿No crees que estás comiendo demasiado? -sonrió- Parece que comieras por dos.
–Eso jamás.
–¿Jamás? -preguntó sorprendido.
–Jamás me he embarazado, y ni siquiera tengo ánimo de tener un hijo.
–Que extraño.
–Nada de extraño, me hace feliz.
–Quizá esto te haga más feliz -puso sobre la mesa un bote de helado de cereza, haciendo sonreír al muchacho, que de inmediato lo abrió y comió grandes bocados, hasta que, casi a la mitad, se detuvo. Su vista se nubló, y cayó en brazos de su amante, que sonreía con malicia.

Complicado.
Despertó atado a los postes de la cama, amordazado. Al lado de la cama, sentado en una silla estaba Katsuki, sonriéndole.
–No creí -sonrío- que las pastillas experimentales servirían, pero -tocó el vientre de Izuku- seremos una familia, y así no tendrás que alejarte de mí.
Izuku intentó reclamar, pero no logró nada. Katsuki se levantó y le besó la frente. –No te alteres, Izuku, no es bueno para nuestro bebé.

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