Aberraciones

Parte 4. Lo que Todoroki hizo mal

Aberración.
Nombre femenino. Acción, comportamiento o producto que se aparta claramente de lo que se considera normal, natural, correcto o lícito.

4. Lo que Todoroki hizo mal

—“Tú hiciste esto”, tú arreglalo.
Shoto recibió de su padre una pala, y lo observó alejarse por el pasillo hasta su habitación mientras él miraba al interior de su habitación, algo molesto; allí estaba Kaminari Denki, o lo que quedaba de él, pues su cuerpo era sólo piel y huesos, llenos de ampollas donde lo había quemado, y heridas que no se curaban donde lo había cortado. Aun le quedaba un ojo, y la quijada rota desde hace días dejaba su boca abierta, de donde goteaba sangre negra. Aun respiraba, pero el fétido olor que se percibía en el pequeño armario e infestaba la elegante habitación, anunciaba la muerte venidera.
Shoto dio un suspiro de fastidio, y de un golpe le abrió el cráneo a Kaminari.
Odiaba cavar.
***
Izuku despertó, aún confundido por el golpe. Miró a su alrededor, ya no estaba en la calle que llevaba a casa de su novio, Bakugo Katsuki. Estaba en una bonita habitación, elegante, con la puerta del armario abierta. Había en el aire un olor a cloro y un ambientador dulzón que le dio náuseas, pero sólo se sentó sobre la cama, cuando escuchó y sintió la cadena que le rodeaba el cuello y lo encandenaba a la cabecera.
Dónde estaba.
Escuchó voces que venían de un lugar cercano, pero no alcanzaba a entender, hasta que la voz más joven comenzó a acercar seguida de una severa voz de adulto. Acto seguido, entraron de manera intempestiva un atractivo chico de cabello bicolor y un hombre alto y fuerte, pelirrojo.
—¿Y al menos —gritó el adulto— vas a mantenerlo con vida?
—¿Eso es importante? Tú ni siquiera lo vas a alimentar.
—Pero sí tendré que pagar una nueva alfombra para que la peste se vaya, ¿lo recuerdas? ¡Era insoportable!
—Pero nos dio dos semanas de vacaciones.
El adulto parecía furioso, y sin mirar a Izuku, amenazó:
—Si descuidas a este, tú pagarás la limpieza.
—Sí, papá —dijo con fastidio y le cerró la puerta en la cara, ignorando los gritos furiosos. Se giró y le sonrió a Izuku, que lo reconoció enseguida.
—Todoroki… —dijo— ¿Qué…?
—No hables —ordenó mientras comenzaba a sacarse el uniforme—, no me gustan los juguetes que hablan, y no tengo cáñamo para coserte la boca.
—Co…
Antes de que Izuku terminara de hablar, Todoroki uso un Táser para inmovilizarlo y ponerle un trozo de cinta en la boca. Hecho esto, se sentó a su lado para desvestirlo.
***
Izuku apenas podía respirar: la cinta no le permitía respirar tan rápido como la tortura a la que estaba sometido lo requería. Le dolían los brazos, atados a los postes de la cama; le dolían las piernas, encintadas para mantenerlas dobladas y evitar que le diera una patada a Todoroki, que estaba sobre él desde hace un par de horas, y dentro de él todo el tiempo que le era posible.
Todoroki descansaba un poco para beber agua, para cambiar la música a volumen alto, o para contestar algún mensaje. Pero no se detenía: quería utilizar a su nueva muñeca sexual hasta que se cansara, si es que se cansaba.
Siempre había tenido un deseo sexual exacerbado, pero hasta hace poco había tomado el control en él: había decidido crear sus propias muñecas sexuales, secuestrando a los chicos que le gustaban. Lo hizo primero con Kaminari, que había rechazado tener una cita con él. Por desgracia, Denki murió por las heridas y la malnutrición a la que estuvo sometido por el egoísta Todoroki. Ahora tenía a Izuku, tan inocente y con una hermosa voz cuyo encanto eran los gritos de dolor cuando usaba el Taser en sus genitales, o en sus extremidades. Todoroki reía al escucharlo gritar, y lo besaba.
Habían pasado ya algunas semanas con Izuku, a quién le cosió los ojos, y le abrió las comisuras de la boca para poder meter su miembro y un dildo al mismo tiempo.
Le gustaba correrse dentro, incluso orinarle, y ver el líquido correr a los lados, como lágrimas.
Una vez que terminaba, o se cansaba -lo cual sucedía después de varias horas- lo lanzaba al armario y cerraba con llave. Eso jamás lo olvidaba.
***
Una noche, después de un día fastidioso de escuela y acompañar a sus padres al aeropuerto para despedirse de ellos y desearles que tuviesen unas largas y felices vacaciones, Todoroki volvió deseoso de intentar una nueva crueldad, cuando, al abrir la puerta, sintió el Taser en el vientre, y cayó cuan largo era, al alfombrado piso. Inmóvil, observó la puerta del armario vacío abierta. Vio los tenis negros que se acercaron a él, y entonces una sonrisa que sólo veían sus víctimas apareció ante él.
—¿Tú eres Todoroki, cierto? Creo que no me conoces, pero mi nombre es Bakugo Katsuki, y yo no comparto mis juguetes…Y tampoco me gusta que los maltraten.
Bakugo lo arrastró hasta el armario, dónde lo encandenó con una barra de metal de su propiedad que le separaba las rodillas para mantener sus piernas abiertas, los brazos a la espalda, y un collar metálico pegado a la pared que le impedía moverse.
Todoroki pudo ver a Izuku en un rincón, respirando débilmente, cubierto con una parka verde militar.
—¿Cómo… —susurró Todoroki— lo…?
—Cómo encontré a Izuku; no eres el único que busca juguetes entre estos inútiles, yo también tengo varios, la diferencia contigo, es que yo sé cómo mantenerlos con vida, es aburrido que mueran tan pronto.
“Te observé, sabía que estabas espiando a Izuku, y dejé que jugaras con él estos días, creyendo que sabías lo qué hacías, pero me doy cuenta que eres tan inútil como mis otras mascotas… Pudiste ser una buena adquisición, pero me das asco; adiós, Todoroki”
Tomó el Taser y lo acomodó en su entrepierna, encendiéndolo. Todoroki comenzó a sentir la descarga, mientras observaba a Bakugo levantar a Izuku en sus brazos y salir por la puerta principal.
La tortura duró no más de una hora, la cual sólo produjo placer en Todoroki. Un placer que pudo alejar de sus piernas, pero no lo hizo, lo disfrutó hasta que un ataque cardíaco fulminante lo mató.
El Taser tenía la batería completa, produjo un incendio que pronto consumió la casa Todoroki.

Lain Faustus