Capítulo 3

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El ataque a los cristianos por parte por los exmiembros del Juppongatana solo provocó que escalara el conflicto, ahora Shōgo Amakusa empezaría a atacar a gente del gobierno Meiji.

Kenshin recibe ahora una visita al dojo Kamiya, un oficial del gobierno toca a su puerta, le abren Kenshin y a un lado está Sanosuke.

— ¡Otro de esos tipos del gobierno! —dice Sanosuke con enfado

—Sr. Kenshin, Vengo de parte del primer ministro Hirobumi Itō

—¿Tiene que ver con Amakusa?— pregunta Kenshin

—Y estoy seguro que quiere que los acompañe

—El carruaje está listo— dice el oficial

—Entonces hay que irnos —dice Kenshin, quien se sube al carruaje, le sigue Sanosuke

—Oye Kenshin ¿te acuerdas Ōkubo Toshimichi?

—Sí, ¿como olvidarlo?

—¿No fue en uno de estos carruajes donde lo asesinaron?

—Sanosuke, por favor...

Finalmente llegarían a una mansión, que después sabrían era propiedad de Yutani. Mientras llegaban a la sala donde se reunirían ven la colección de espadas. Había una tachi que fue usada durante las invasiones mongolas en Tsushima, una katana Muramasa, conocida como espada maldita, y seguía viendo  hasta que una de las espadas le llama la atención, es una espada de filo aserrado.

—Esa espada es...

—La espada de Makoto Shishio, la Mugenjin— el Sr. Yutani aparece en la entrada a la sala.

—Señor Yutani.

—Recuperé la espada del acorazado de Shishio cuando mi compañía quitó los restos de la nave de la costa; como puedes apreciar la empuñadura está dañada por el fuego. Una creación de Arai Shakkū, al igual que tu espada Sakabatō —Yutani hace una pausa— Me permites ver tu espada, por favor?

Sanosuke hace una mueca y voltea hacia Kenshin, quien desenvaina al espada y se la muestra al Sr. Yutani.

—Sí, ya veo, muchos creen que es era una espada sin filo, pero en realidad el filo está invertido, por lo que si quisiera, Sr. Himura, podría matar a alguien con agarre invertido, y el borde hacia adentro, así el filo estaría expuesto y podrías clavar la espada a alguien, como si fueran colmillos de tigre.

Hirobumi Itō sale por la puerta para ver lo que estaba pensando, Kenshin hace una reverencia

 —Señor Itō—

—Señor Himura, pase por favor.

Entran a la sala de juntas, un hombre empieza a explicar:

Shōgo Amakusa tiene un par de años que llegó a Shimabara, hizo obras caritativas para los pobres, también curó personas y construyó un hospital, después organizó un ejército de cristianos cristianos clandestino y otros que se convirtieron, y estos lo alaban como un santo, tanto así que lo creyeron la reencarnación de Shirō Amakusa, quien encabezó una rebelión en Shimabara hace siglos, y por lo que tenemos entendido, planea crear una insurrección pronto.

—Pero ahora hemos notando algo raro, cuando mandé algunas personas a acabar con Shōgo, solo sobrevivió uno— interviene Yutani.

—Como pueden ver— el hombre empieza a sacar fotos en blanco y negro —Esos cortes no parecen de cualquier espada, y lo más raro son las perforaciones, no parecen balas, es como si fueran quemaduras, y a uno encontraron sin cabeza, pero no decapitado, sino que se la arrancaron, algo muy extraño.

Kenshin toma una foto de uno de los cadáveres, Sanosuke se la quita de las manos para verla.

—Pero entre los muertos hay también cristianos, por lo que se nos hace extraño, como si el que los mató matara también gente de Amakusa como del gobierno Meiji.

—¿Y saben quién hizo esto? Kenshin señala una fotografía donde se ve un cuerpo sin cabeza.

—Solamente una persona sobrevivió, pero no pudo decir mucho, y por su estado mental no le prestaría mucha atención. 

Chō Sawagejō aparece, se nota herido, cojea y se apoya con un bastón

—Yo sé lo que ví— interrumpe Chō, ese ser se podía hacer invisible, usaban shurikens y un arma que podía lanzar bolas de luz y que por un momento se hizo visible, parecía un oni, con la cara y cuerpo cubierta como una armadura de samurái, aunque no todo el cuerpo, se podía ver una piel verdosa, como de reptil y era alto, más que Fuji incluso, y acabó con todos.

Kenshin se quedó pensando, los demás se le quedan viendo.

—Recuerdo una historia que me contó hace tiempo mi maestro Hiko Seijuro XIII, que a su vez se la contó su antecesor Hiko Seijuro XII y así por generaciones; había una aldea donde viejos samuráis dejaron las armas para vivir una vida tranquila, pero un grupo de onis los atacaron, lucharon y murieron con honor; al enterarse de esto,  el shōgun Tsunayoshi Tokugawa mandó a su ejército en respuesta, ocurrió una terrible batalla, casi mil hombres murieron.

—He investigado historias similares de onis en guerras y conflictos, por lo que no está en favor de ningún bando, solo está para matar.

 —Entonces es al oni al que quieren que elimine

—Así es— le responde el primer ministro

—Kenshin ¿está loco? ¿no vas a creer en cuentos o sí?

—Ya tuvimos que lidiar con la rebelión de Satsuma, del ataque de Shishio, y ahora tenemos que lidiar con un loco que se cree la reencarnación de Amakusa y ¿un maldito demonio?— dice el primer ministro en voz alta, con cierta incredulidad.

—Puede creer o no, pero de que se necesita calmar el asunto de Shimabara, y si él puede neutralizar a Amakusa —aunque sin matarlo— y tal vez así calmar el conflicto y el oni se vaya.

Vuelve a haber un silencio incómodo, la tensión se podía sentir.

—Voy a hacerlo, iré a Shimabara, Sanosuke, no quiero que vayas, quédate a cuidar a Kaoru por favor

 Sanosuke se quedó viendo a Kenshin, notó algo en la mirada

—Está bien, entonces solo hay que prepararnos para el viaje, por suerte conseguí algo de apoyo para esta misión— dice Yutani.

Mientras tanto, en la isla Shimabara, los seguidores de Amakusa estaban rezando, una mujer estaba frente a ellos, le llamaban Santa Magdalia y era la hermana de Amakusa, también era venerada. Rezando juntos por los muertos que han habido recientemente, le gente aún así estaba ansiosa por las muertes extrañas, que no solo era hacia los seguidores de Amakusa si no que también han muerto gente del gobierno Meiji.

Amakusa se acerca a su hermana Magdalia, le pone la mano sobre su hombro y se dirige a sus seguidores.

—Sé que están asustados, el como desollaron personas, creyentes y no creyentes, y les puedo decir que es obra de un demonio, pero es parte de una profecía, cosas que sufrirán antes de lograr nuestros objetivos, el demonio será derrotado, se los aseguro.

Los seguidores empiezan a gritar aleluya.

—El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.


Rurouni Kenshin vs. DepredadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora