7 de Abril.

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AVISOS:
- Los de siempre (canon)
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El agua cae sobre su cuerpo, llevándose con ella las lágrimas y el dolor. El miedo.

Llora por lo que vive ahora y por lo que no sabe, ni se imagina, que está por venir. Llora por el amor que siente en todos los ámbitos de su vida, por la rabia acumulada de tantos años de lucha, llora por él, por ella, por los dos, por Raoul y su aguante. Llora mientras intenta que el agua caliente se lleve todo detrás y el vapor que cubre la mampara y desliza gotitas diminutas sobre el espejo del baño de esa casa, cubra todo de esa paz que necesita y que no logra encontrar.

Llora, y cree que nunca más podrá dejar de hacerlo.

Abrázame más
Déjalo salir, déjame entrar
Déjame ver lo bonito que eres
Con cada cicatriz que intentas ocultar

No le ha escuchado entrar, recae en su presencia cuando las manos de Raoul lo abrazan por la cintura, tan delicadas que Agoney solo puede suspirar. Le deja hacer, deja que el calor del pecho del rubio le cubra la espalda, le cobije y le proteja. Deja que esa sensación le invada y le tranquilice.

Raoul siempre causa ese efecto en él y eso le gusta, lo enamora un poquito más cada vez. Porque está enamorado, de eso no tiene ninguna duda aunque no esté siendo fácil.

Deja que derrumbe las paredes
Que hay en los rincones de tu mente
Desde adentro, muy de frente

Agoney no cesa en su llanto pero sabe que no está solo y permite que el catalán repose su barbilla sobre su hombro y le estreche, fuerte, entre sus brazos, regalándole el mejor lugar en el que estar.

– ¿Cómo vas? – susurra. Su voz está igual de cargada de pena, de sufrimiento, que el corazón contrario y consigue estremecer el cuerpo de Agoney.

– Mal – tarda unos segundos en contestar.

Raoul piensa si seguir con la conversación o por lo contrario permanecer ahí, sujetándole, apoyándole en silencio. – ¿Quieres estar solo? – Se atreve a preguntar.

Es tan íntimo, tan pequeño todo que ambos notan la burbuja cubrirles y protegerles del mundo.

– Si.

Raoul asiente en su hombro.

Y me vas perdonar
Si quise ser tu héroe en esta gran ciudad
Si sueño en esta habitación
Cargada con tu olor
Cargada de melodías

Raoul desliza sus manos sobre el abdomen del moreno, deshaciendo su agarre para marcharse, aceptando la petición de estar solo de Agoney pero el canario se aferra con una mano a las suyas no dejándole ir justo en el momento en que las yemas de los dedos del contrario pierden el contacto con su piel.

Y las mentiras que queríamos contar
Todas se volvieron enemigas
No hay nada que esté dicho ya
No hay hombres de verdad
Solo cobardes que espían, maquillan...

– No sé lo que quiero... bueno sí, que no te marches – Aclara. – Gracias por venir.

Raoul traga sus lágrimas, siempre presentes cuando del sufrimiento de Agoney se trata. Intenta retenerlas todo lo posible y mantenerse fuerte, su chico le necesita entero y estable.

You, you, you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora