Capítulo 13

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Al abrir los ojos, lo primero que Wei Ying ve es a Lan Zhan sentado al lado de la cama mirándole como si en el mundo solo existiera él. Es de esas miradas que le hacen sentir una especie de calor en el pecho combinado con la sensación de caer en el vacío. Es placentero y le da miedo a la vez. Porque todavía tiene problemas para aceptar que lo que Lan Zhan le ofrece es real y que no se va a esfumar de un día para otro. Wei Ying es consciente de que tiene muchos monstruos acumulados debajo de la cama, que más temprano que tarde tendrá que enfrentar. También es consciente de que Lan Zhan va a estar ahí para él, así como él va a estar para Lan Zhan. Por eso, cuando las dudas lo atormentan, se da un sermón mental y se recuerda que no está solo ni merece estarlo. El Jingshi es el lugar al que pertenece y Lan Wangji es su hogar.

Lan Zhan le da los buenos días con una media sonrisa que se completa con un cálido roce de sus labios. Este es el despertador perfecto para Wei Ying, quien por mucho que ama dormir, siempre elige estar despierto junto a Lan Zhan. Sobre todo esta mañana en la cual, para su sorpresa, no está solo en el Jingshi y por lo visto no lo va a estar. Lan Zhan luce muy doméstico, contrario a los días en que tiene la agenda llena entre clases y otros eventos del clan.

—¿No vas a clases hoy?

—Estoy libre.

Wei Ying no está muy convencido de que esté libre, porque es mitad de jornada y el calendario de clases en Gusu es el más riguroso de todas las sectas. Pero si Lan Zhan dice que está libre, lo está. Él puede decidir cuando asistir y cuando faltar y a la vez mantener todo normal. Así de maravillo es su esposo.

Estirando los brazos y poniéndose de pie, Wei Ying pasa lista de todo lo que hay sobre la mesa.

—¿Es mi cumpleaños?

Lan Zhan levanta una ceja y trata de ignorar el comentario.

—¿Estamos de aniversario?

—Ven a desayunar.

Más que la variedad que incluye el festín, es ver que hay un plato para Lan Zhan lo que tiene a Wei Ying asombrado.

—¿Vas a desayunar conmigo? ¿Tan tarde?

Lan Zhan asiente y le hace un gesto para que se siente. Wei Ying obedece enseguida y observa cómo Lan Zhan le sirve a él primero. La sensación de calor vuelve a alojarse en su pecho.

—¿Pasa algo, Lan Zhan?

Los ojos de Lan Zhan se apartan del plato y se posan sobre Wei Ying. Son tan cristalinos que Wei Ying siente que se pierde en ellos... una vez más. Este hombre tiene la capacidad de transmitirle paz y causarle taquicardia al mismo tiempo. Nunca logrará comprenderlo.

—¿Tiene que pasar algo para que disfrutemos un momento juntos?

—No, no. ¡Claro que no! —Wei Ying toma su plato con entusiasmo y, antes de que Lan Zhan empiece a servirse, le quita el plato para devolver el gesto—. Es solo que no es costumbre y ya sabes como soy y... me encantaría que esto fuera todas las mañanas, pero entre tus responsabilidades y mi horrible horario... —Wei Ying termina la frase con una de sus risas emblemáticas, porque ya no sabe qué más decir manteniendo la coherencia en su discurso.

—Si Wei Ying quiere...

—No todo es lo que yo quiera, Lan Zhan.

—Mn.

Ese caso se ha debatido antes, acaloradamente, y de momento es mejor no reabrirlo. Ambos comienzan a comer y no pasa ni un minuto cuando el deleite de Wei Ying empieza a manifestarse en forma de gemidos y otros sonidos a los que Lan Zhan está más que acostumbrado.

Los libros de piedra lunar y turmalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora