5: Pestillos voladores y peleas.

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-Vamos Yuri-ah, ya te he dicho perdón -habló la voz de Jimin al otro lado de la puerta, tocando la madera con los nudillos.

Entrecerré mis ojos en dirección de la puerta, cruzada de brazos y sentada sobre el váter. Jin obviamente estaba conmigo, mientras cotilleaba mis cosas en los armarios del lavabo. Toda la idea de encerrarse en el baño había sido suya, ya que según él; la cosa era más dramática y se parecía a esos doramas de pacotilla que daban los domingos por la noche.

-Se dura con él -articuló con su boca sin emitir sonido algunos.

Carraspeé e intenté que mi mente fuese más rápido que la boca, porque sino esto sería un desastre.

-Lo siento Jimin, pero esta noche no quiero hablar contigo -aclaré, siendo totalmente sincera.

Pude oír un golpe seco suave, y supe que se había dado un leve cabezazo con la puerta, rendido con seguir discutiendo conmigo después de quince minutos intentándolo. Su chica, la que se había cabreado porque parecía una chica, se largó en cuanto yo di un portazo al entrar en el baño. Increíble, en serio, la situación era increíble.

¿Y que pasa si ahora quería vestirme más femenina? Obviamente mi ropa cómoda era irreemplazable, pero se podía combinar perfectamente.

-Yuri, ¿Qué tal si simplemente lo aclaramos? No hace falta que me perdones ahora, pero sé que a solas nadie te estará comiendo la cabeza -fue bajando su voz a una más gruesa, como si lo dijera entre dientes.

Los ojos de Jin y los míos se conectaron, sabiendo perfectamente que se refería a él, y se llevó una mano al pecho, ofendido.

-Nadie me está obligando a decir nada Jimin. Porque a parte de chica, tengo boca para hablar por mi misma -espeté cabreada, llegando a ponerme de pie.

Apreté mis puños a los costados de mis caderas, mientras que Jin me miraba sorprendido. Hubo una pausa dónde no se escuchó nada. Incluso pensé que se había rendido y se había largado.

-Tú lo has querido -gruñó por lo bajo, tanto que si Jin o yo hubiésemos estado hablando o haciendo algo, no lo habríamos escuchado.

Entonces, de un momento a otro, el pestillo de la puerta saltó por los aires, dándole a Jin en la frente y rozando mi cabello, dejándome sin respiración y sacándole un grito a mi amigo. Miré hacia la puerta, dónde ahora se encontraba un Jimin bastante enfadado en el umbral. Literalmente se había cargado la puerta.

-¡Serás animal! -grité sin poder controlarme.

Jimin me ignoró y dirigió su obscura mirada a Jin.

-¿Puedes dejarnos a solas? -Pasaron unos segundos y puso sus ojos en blanco-.Por favor -siseó esto ultimo, como si le costase decirlo.

Entonces Jin me miró para buscar mi aprobación. Suspiré derrotada y asentí.

-Tranquilo Jin, mañana quedamos. -Le sonreí y él me dio un beso en la coronilla.

-Cualquier cosa me llamas -acotó señalándome con el dedo a la vez que salía del baño.

Segundos más tarde, en una tensa mirada compartida con Jimin, la puerta de entrada se abrió y seguidamente se cerró, dejándonos así solos. Los ojos de mi mejor amigo me recorrieron de arriba abajo varias veces, y tuve que controlarme para no tragar saliva; él jamás había hecho eso... Creo que jamás me había mirado así, viéndome como lo que soy en realidad.

-¿Qué coño te ha pasado? -inquirió con el ceño fruncido, señalándome con su mano.

Elevé totalmente mi frente, arrugando mi frente más que en toda mi vida. Eso había dolido de cojones.

Prohibido enamorarse;; P.jm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora