De nuevo soñé con sus labios sobre los míos. Como ya dije; soñé. Y como cada maldita mañana, me levanté para ir a la universidad.
Mis sueños con Jimin eran cada vez más concurrentes, algo que me ayudaba muy poco para curar a mi pobre corazón. En fin, ya me he hecho a la idea de que él jamás se fijaría en alguien como yo: alguien con gafas de pasta, friki del cine y los libros, y alguien que no tenía un estilo, nada, femenino para vestir.
A la par que íbamos creciendo juntos, cada uno iba desarrollando diferentes gustos. Él era popular y yo no. Fin de la historia. Incluso en la universidad lo era. A mí más de una vez me han confundido con un chico cuando iba con coleta y gorra... De no ser por mis finos rasgos y mi cuerpo femenino, seguirían creyendo que soy un hombre.
En el instituto corrían rumores de que era hermafrodita. Rumores que Jimin se encargó de borrar a base de hostias y palizas. Y no lo hizo por lo que me llamaban, sino porque lo utilizaban de forma despectiva o para insultar, cuando hay gente que de verdad sufre por ello. Porque así era mi amigo.
Mi mejor amigo.
Abrí mi armario de par en par, pensando en que ponerme. Aunque por su puesto, escogí lo más básico. Una sudadera negra y unos pantalones anchos modo campana que debía sujetar con un cinturón en la cintura, combinado con mis Converse negras altas. Me miré en el espejo de cuerpo entero que se hallaba en mi habitación, viendo mi aspecto desaliñado... Y es que, siempre me ponía lo mismo, no me atrevía a ponerme cosas bonitas que mi madre o mis amigas me compraban por el simple hecho de tener miedo a la crítica. No tenía unas preciosas curvas marcadas, mi cintura era demasiado pequeña, lo que acentuaba mi delgadez.
Era un palo andante. Una plancha.
Fui al baño, allí simplemente peiné mi pelo anaranjado y me lo recogí en una coleta en lo alto de mi cabeza. Me había teñido con Jimin hacía ya tres meses, lo iba renovando pero no me agradaba como me quedaba, solo lo tenía porque a Jimin le hacía ilusión.
Soy una idiota, lo sé. Lo sé, y de sobras.
Me cepillé los dientes y me coloqué mis gafas de pasta negras. Sin maquillarme, sin nada.
Salí del baño y me dirigí a la habitación de Jimin. Esta vez no se le ocurriría escaparse de las clases. No señor. Abrí la puerta como si fuera la mía, y me encontré con la sorpresa de que esta se encontraba vacía. Fruncí el ceño. Ayer se fue como a las diez de la noche, ya debería de haber vuelto. Bueno, ¡obviamente! Eran las ocho de la mañana.
Mordí mi labio inferior. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Casi lo olvido, él se encontraba con una chica, una bonita chica.
Cerré la puerta de la habitación y fui a la cocina, busqué algo que pudiese desayunar, pero rectifiqué y pensé en una mejor inversión en la cafetería de la universidad. Cogí las llaves, mi bolso y me puse el abrigo junto con un fular de lana. Salí del apartamento y fui al parking del edificio para coger el coche. Subí en este y cuando iba a arrancar, vi el Audi rt rojo de Jimin entrando al garaje. Me quedé paralizada, y decidí no hacer ningún movimiento. Iba con alguien. El corazón comenzó a golpearme con fuerza en el pecho cuando lo vi bajar e ir a la puerta del copiloto, para dar paso a una bonita chica de piernas largas y cabello completamente negro.
Las lágrimas empañaron mis ojos en el momento que la miró y se agachó para depositar un casto y dulce beso en sus labios. Tragué el nudo de mi garganta y arranqué el coche en cuanto desaparecieron de mi vista. El camino a la universidad me lo pasé llorando como una cría de quince años, la cual acaba de romper con el novio que se echó hace dos semanas.
Parecía una niña hormonal.
―Keep bleeding, keep, keep bleeding love. I keep bleeding, I keep, keep bleeding love. Keep bleeding, keep, keep bleeding love. You cut me open ―canté al son de Leona Lewis mientras que mi cuerpo me imploraba por algo dulce en el cuerpo.
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Prohibido enamorarse;; P.jm.
Fiksi Penggemar"Lo que más me jode, es que él sabe perfectamente lo que puede llegar a causar en mi". ✓Capítulos cortos. ✓Heterosexual. ✓Contenido de adulto✨