Ocho

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Unos años antes.

Le encantaba la lluvia era uno de sus climas favoritos más que nada porque siempre se juntaba con sus sobrinos a tomar una chocolatada caliente y ver películas tapados hasta la cabeza, calentitos. Pero ahora estaba en la calle sin nada, mas que una muda de ropa y tapada con cartones.

El cielo negro por la oscura noche y las gotas gruesas acompañaban su llanto y tristeza, sus manos y labios temblaban por el atrapante frío que hacía en la ciudad de Buenos Aires.

Para ser las cinco de la mañana transitaba muchísima gente. Pasaban con apuro ignorando a la gente que se encontraba tirada en el piso tapadas con lo que podían, pedían una moneda para siquiera comer algo o beber algo, pero estaban tan ocupados y metidos en su mundo que no se daban cuenta o tal vez era el egoísmo que se apoderaba de ellos.

Pero no se lo podía culpar porque toda persona era un caso a parte y diferente, sus mentes eran totalmente distintas y divididas por diferentes pensamiento e ideologías.

Estaban los que pensaban que; La gente de que vivía en la calle era porque ellos quisieron y no hicieron nada para evitarlo y estaba la gente que no tenia como ayudar o no le alcanzaba para darle algo a la gente en situación de calle porque a penas le alcanzaba para llegar a fin de mes.

Recordar la sonrisa de sus sobrinos y sus cálidos abrazos le hacía más liviana la noche, pensar que ellos estaban en sus hogares calentito y con un techo que los proteja, de alguna forma la tranquilizaba.

Se estaba quedando dormida entre tanto llanto cuándo un chico le tocó el hombro de forma cuidadosa para no asustarla. Cada tanto se le acercaban hombres ofreciéndole plata a cambio de poder acostarse con ella, lo cual le causaba asco y repugnancia, no podía creer lo asqueroso que eran los hombres y la sociedad de hoy en dia.

—Disculpa no te quiero asustar, pero compré esto para vos, está lloviendo y hace frío, algo calentito no te vendría mal.— Estiró su mano dandole un café caliente y una medialuna. Ella sonrió en forma de agradecimiento y el se sentó a su lado con las piernas cruzadas y mirando al frente.— Espero que no te moleste que te haga un poco de compañía, pero no es muy seguro que estés sola.

—No te das idea de lo que vivo todos los días, a pesar del hambre y frío.—Rió irónicamente.— Gracias por esto, no comía nada hace dos días. Está riquísimo, no tengo con que pagarte como te daras cuenta.

—No no quiero que me pagues nada, lo hice de corazón.

—Bueno gracias en serio.— Palmeó su hombro de forma cuidadosa, no quería tomar mucha confianza con el chico porque no sabía lo que le podía esperar de aquella charla, mucha gente se le acercaba y le ofrecía cosas pero a cambio de algo y no dudaba que con aquél joven fuera diferente.

—¿Y por qué estás acá? perdona la pregunta asi de una pero no se de que hablar y no me gusta el silencio, bueno si pero es difícil de de explicar.— Soltó una risa ronca, posó sus ojos en la chica de cabello negro y ojos castaños esperando una respuesta de su parte, pero no recibió ninguna, solo silencio.— Esta bien si no me querés contar, entiendo que soy un completo desconocido para vos, pero mis intenciones son totalmente buenas y lo que más quiero es ayudarte.

Ella se quedó en completo silencio, no sabía si en realidad sus intenciones eran tan buenas como el decía, en sus diecinueve años se había cruzado con muchísima gente que le había mentido.

—No creo que sea correcto contarte, te vas a ir y te vas a olvidar. Gastaría saliva de mi parte y vos te comerías el viaje de escucharme, a mi, a una total desconocida. — Terminó el café y se paró para dirigirse al tacho de basura que se encontraba frente a ellos para tirar los residuos.

—Mira, mí intención es ayudarte si vos me dejas obvio, pero te juro que no quiero nada a cambio y me gustaría poder brindarte algo.— Exclamó el chico de ojos celestes con una mirada totalmente intensa que hacía que la extraña chica que se encontraba al lado de él se sintiera totalmente expuesta a el.

—Entendeme a mi, yo no sé si vos estás siendo totalmente sincero conmigo.— Aunque ella veía la sinceridad en los ojos del contrario no se podía fiar asi como si no fuesen desconocidos.— Solo necesito tiempo, pero si quiero que me ayudes.

Esa fue la primera vez que Samira se dejó ayudar.

Meses después

La chica había empezado a darse cuenta de que Valentín era totalmente sincero con ella y que en el último tiempo había cumplido con su palabra de ayudarla.

Le habia dado lugar en su casa donde él vivía con su hermano y un amigo más, los chicos la habían recibido bastante bien y ninguno le faltó el respeto, ella les agradecía siempre que podía.

Estaba trabajando de carpintera en el patio de atrás del lugar, ese era su trabajo y estaba orgullosa de ella, siempre fue fan de lo que era armar y reparar cosas, además de que le encantaba pintar y diseñar.Le iba demasiado bien en lo que hacía y le alcanzaba para pagar sus gastos y de vez en cuando darse unos gustos.

Su familia seguía sin contactarla y eso en el fondo le dolía porque quiera o no era su familia y no la dejaban acercarse a ver a sus sobrinos.

Paró de hacer lo que estaba haciendo para poder llorar y no manchar sus apuntes.

Una vez más lloraba por lo mismo, por el rechazo de toda su familia, por no poder hacerlos cambiar de opinión sobre varias cosas.

Su pecho subía y bajaba por lo agitada que estaba, sus ojos inundados de lágrimas saladas y gruesas

En su espalda le pesaba una gran mochila llena de problemas diferentes y muchas cosas sin decir.

—Sacate esa mochila, déjame ayudarte a aliviarla.— Susurró alguien atrás suyo entendiendo todo lo que estaba pasando la morocha.




















➿➿➿
para que conozcan un poco la historia de ambos, espero les guste y gracias por estar ahí esperando el capítulo
la verdad que se me complica mucho escribir acá aveces porque ahora no tengo ni la más mínima idea de como esto vaya a seguir
díganme que piensan;)

ᶜʳᵉᵒ:ᵂᵒᶳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora