Capítulo V -Decisiones.

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Hace ya una semana que no veo a Candy. Debido a mis heridas, no he salido de mi habitación y aunque pudiera hacerlo no tengo el valor aun de verla. Aún no se cómo actuar ante ella después de la escena con la duquesa.

Me aterra pensar que pudiera alejarse de mí; aunque sé que a ella no le importan los títulos, ni las cosas materiales; otra cosa, es tener contacto con un bastardo; alguien a quien ni su propia familia quiere.

Tal vez soñé demasiado, ni siquiera debí tener la ilusión de que alguien pudiera quererme aunque sea un poco. Tal vez ella solo intentaba ser una buena persona, una buena amiga y mi corazón necesitado de amor, empezó a confundir sus atenciones con algo que no es.

Tal vez por su bien, debería de alejarme de ella y dejar que conozca a alguien con menos problemas en su vida.

Mientras mi mente se debate entre que sería lo correcto hacer, cierro mis ojos y la evoco. Casi termina la semana y extraño tanto nuestras platicas, esos momentos a solas en nuestra colina. Quisiera verla y que, con su sola presencia, sanara mis heridas.

Empiezo a imaginarla, sonriendo y haciendo sus muecas cuando la embromo, escucho su voz, percibo su exquisito aroma a rosas. ¡Es tan mágico lo que logra en mí, tan solo estando en mis pensamientos! De repente siento una mano, abro los ojos y, mi ilusión no puede ser más perfecta, está aquí en mi habitación, me mira y se acerca más a mí.

De repente caigo en cuenta de que no es una ilusión, ¡ella en realidad está aquí! ...

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Lo observo recostado sobre su cama, tiene los ojos cerrados y su rostro relajado muestra una mueca de sonrisa, debe estar pensando en algo agradable «o en alguien» —pensar eso, de alguna manera me irrita y empiezo a dudar de si esto ha sido una buena idea.

Estoy a punto de darme la vuelta para regresar por donde vine, pero no puedo irme sin saber si está del todo bien, y saber porque es que no me ha buscado; así que retomo mi camino hacia él y lentamente toco su hombro. Él abre los ojos y me observa asombrado, sorprendido de que este aquí.

— Terry ...

Observar esos ojos tan fijos en mí me hace temblar, mis palabras titubean al salir de mi boca en un mínimo de decibeles.

—¿Estás bien? —Me forzó a recuperar la compostura, estoy aquí para saber como esta. —Lamento irrumpir en tu habitación, pero no te he visto en toda la semana y, pensé que algo te había pasado. ¿Por qué no has ido a la colina?.

No puedo evitar reclamarle, verlo tan relajado como si nada hubiese pasado, me alegra, pero a la vez me irrita saber, que ni siquiera tuvo la intención de buscarme para contarme como estaba.

—¿Candy? ¿Te das cuenta de donde estás? Si la madre superiora te encuentra aquí, esto sería un gran problema, en el que te aseguro no querrías estar.

—En este momento, no me importa lo que piense la madre superiora, he venido a visitar a un amigo, porque no he tenido noticias de él en toda la semana y, ningún castigo que me puedan imponer me detendría de hacerlo.

—¿En serio? ¿Tanto te importa ese amigo tuyo? Tal vez deberías aprender a escoger mejor a tus amigos. Búscate a alguien que no tenga tantos problemas en su vida, alguien que para variar tenga una vida normal, sin nada que ocultar, sin tanto drama.

Hubiese querido ahuyentarla, siendo algo cruel con ella, pero no pude. O no quise. No podía renunciar a ella, no me lo perdonaría si lo hiciera. Sin embargo, le daría a ella la oportunidad de alejarse, si así lo quisiera.

A mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora