Epílogo -Orígenes

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Disclaimer:

Los personajes no me pertenecen Candy Candy es propiedad de Kyoko Misuky y la mangaka Yumiko Igarashi; sin embargo la historia que les comparto si es de mi completa autoría y no tiene fines de lucro.

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Rosemary, su hermana mayor, siempre había estado del lado de él, siempre le había defendido y siempre había abogado para que pudiera disfrutar de la libertad que tanto amaba.

Se había enfrentado tanto a sus padres, —y cuando estos murieron— a la tía abuela —quien fuera la hermana de su padre, y quien había sido designada para cuidar de ellos— con tal de que le concedieran un espacio personal del que ni ella misma podía gozar.

Después de la muerte de sus padres y aunque ella lloraba constantemente por las noches, —cuando suponía que nadie la miraba, —se había hecho cargo de él completamente, claro con la ayuda del siempre fiel George Jhonson, quien al igual que Rosemary siempre había procurado su bienestar.

La vida siguió su curso y el amor llego a la vida de Rosemary, con la aparición de Vincent Brower quien era un capitán francés y no ostentaba un apellido importante ni distinguido como el de los Andley. Nada les fue fácil al principio pues la Abuela Elroy se opuso rotundamente, y fue el turno de Albert de apoyar a su hermana como el cabeza de familia que sería en un futuro.

Rosemary y Vincent se casaron en una ceremonia simple y discreta pero muy emotiva. Algunos meses después nació el pequeño Anthony Brower, un hermoso bebe rubio de ojos tan celestes como el cielo y mirada angelical, con una sonrisa que conquisto hasta el endurecido corazón de la tía abuela, quien desde ese momento tuvo un favoritismo hacia ese pequeño.

Por primera vez en muchos años, en la mansión Lakewood se respiraba una atmosfera de tranquilidad y amor. Lamentablemente, los constantes viajes de Vincent y sus prolongadas ausencias hicieron mella en el matrimonio, y poco a poco se fue creando un distanciamiento también emocional.

Las habladurías no se hicieron esperar, la Tía abuela estaba indignada del comportamiento del esposo de su sobrina, por lo que prohibió la entrada de Vincent en la mansión y a Rosemary volver a tener contacto con él. Ya ella arreglaría la situación de alguna forma que dejara bien parado el apellido Andley.

Sin embargo, Rosemary necesitaba hablar con él, por ello lo cito a escondidas en la mansión cuando la abuela en compañía de Anthony habían salido a visitar a sus familiares cercanos, los Leagan y estarían fuera por el fin de semana.

Así fue que Vincent había logrado entrar a Lakewood. Esa visita había sido decisiva para el matrimonio. Vincent no volvería, pues había encontrado otra mujer que le había robado el sueño y quien estaba embarazada en ese momento y él quería estar ahí para ella y para su nuevo hijo. Amaba a Anthony, sin duda, pero sabía que con Rosemary no le faltaría nada y mucho menos amor, porque la rubia lo amaría por los dos.

Rosemary se aferro a él, recargando su rostro en su pecho y empapándolo con las lágrimas que brotaban a raíz de la conversación que habían tenido. Lo amaba y mucho, pero no le rogaría que se quedara si él ya había decidido su vida.

Levanto su rostro y lo beso. Tal vez la esquivaría pero aún así quería guardar el recuerdo del sabor de sus labios, aunque este tuviera un sabor salado por las lágrimas que ambos derramaban para ese entonces.

No la rechazo. De hecho, de un simple roce que ella había propiciado, surgió la posesividad de él sobre sus labios, la beso como si no hubiera un mañana— «que por supuesto, no habría»— y dejándose llevar por el momento, se rindieron a sus deseos, a ese amor que años atrás había florecido en ambos corazones y que por la distancia tal vez se encontraba un poco extraviado en esos momentos.

A mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora