Capítulo 1: un billete

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Cuatro años después...
LEAH

Llegué a casa bastante tarde, como de costumbre. Trabajar en el Royal Ballet no era una broma, allí todo se tomaba muy enserio. No por nada era la primera compañía de ballet de Reino Unido. Kori pasaba a recogerme siempre que podía y me hacía tremendamente feliz verlo en la puerta, esperándome con el coche en marcha para que la calefacción estuviera a punto. El invierno en Inglaterra tampoco se tomaba a la ligera.

—¿Qué te apetece de cena? Puedo prepararte una ensalada mientras te duchas —sugirió mientras se perdía por la cocina.

Llevábamos saliendo dos años y medio y hacía uno que nos decidimos por mudarnos juntos. Me quité el abrigo y lo colgué en el perchero de la entrada mientras me imaginaba uno de los suculentos boles de ensalada que mi novio realizaba.

—Eso me encantaría, muchas gracias.

Entré a la cocina solo para darle un beso y me encaminé al baño. Una vez bajo el chorro de agua caliente recordé cómo había cambiado mi vida en este tiempo. Tenía un piso súper bonito. Era bailarina en la mejor compañía del país, había tenido buenos papeles alguna que otra vez. El sueldo era bueno. Kori era un novio sumamente atento y cariñoso, tenía todas esas malditas cualidades que una chica deseaba en un hombre. Era perfecto.

Pero a veces sentía que se merecía a alguien mejor que yo.

—¿Cómo te fue en el estudio? —quise saber en cuanto atravesé la puerta de la cocina y supe que me oiría.

Otra de nuestras costumbres era hablar mucho, muchísimo. Sobre cualquier cosa, ya podían ser nuestros días, sobre compañeros o algún meme que viésemos en Instagram. El caso era pasar tiempo con el otro.

—Laura no estaba demasiado concentrada —se quejó.

Empezó a contarme lo sucedido sin escatimar en detalles y yo lo escuché con atención. Me gustaba ver cómo movía las manos al hablar, las caras que ponía cuando algo le disgustaba. Me encantaba pasar tiempo con él, me sentía tranquila y muy cómoda. Pero no le quería como se merecía, Kori debía tener a su lado a alguien que lo amase con todo su corazón.

Por la noche, el móvil me sobresaltó. Lo agarré y miré la pantalla para ver quién llamaba a esas horas, pero era un número que no conocía, y el prefijo era de Australia. Se me cerró la garganta al instante. ¿Debía cogerlo? Llevaba cuatro años esforzándome cada día por olvidar todo lo que sucedió allí, poco a poco lo estaba consiguiendo. Pero al parecer el destino no pensaba ponérmelo tan fácil. Salí al salón para no despertar a Kori.

—¿Sí?

Seguro que me arrepentiría de esto.

—¿Leah Goldman? Soy Bonnie, la llamo del St. Vincent's Hospital, Melbourne.

En ese momento todo el aire que retenía en mis pulmones se esfumó como por arte de magia. Debería sentarme, el sofá parecía buena opción.

—¿Qué ha pasado? —logré decir.

—Hemos ingresado a su abuela, la señora Kimberly, de urgencia por un fallo cardíaco.

Bueno, si antes pensaba que me asfixiaba ahora debía estar a punto de morir. No podía pasarle nada... mi abuela no podía abandonarme, no aún.

—¿Se encuentra bien? —pregunté con un hilo de voz. No sé si quería conocer la respuesta.

—Actualmente la están tratando, pero está fuera de peligro. Necesito que se acerque al hospital a rellenar algunos papeles. Además, su abuela necesitará a alguien en casa durante un tiempo.

Our First RideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora