Capítulo 8: negro

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CAMERON

—¿Te falta mucho? —pregunté en dirección al dormitorio. Riley seguía allí, terminando de hacer yo qué sé qué cosa.

Estaba nervioso, por supuesto, pero mi preocupación se basaba en saber si no llegaríamos tarde. Ya tendría tiempo de pensar en lo demás cuando estuviese en la playa.

—¡Ya voy, ya voy!

Salió corriendo de la habitación mientras se terminaba de abrochar los vaqueros cortos. Me dio un rápido beso como disculpa que por supuesto acepté y cogió mi bolsa de deporte, dejándome a mí la tabla. Bajamos al parking y lo colocamos todo en el coche para poner rumbo a donde tendría lugar la competición.

—Lo harás genial, ¿lo sabes no?

La miré rápidamente antes de volver la vista a la carretera. ¿Lo sabía? Digamos que confiaba en mí y todas las horas que había invertido en el surf. Pero que quisiera asegurarse de que estaba tranquilo me pareció adorable. Le di un suave apretón en el muslo antes de cambiar de marcha.

—Habrá que ver al resto de participantes.

—Más te vale dejarlos a todos con la boca abierta, eres el favorito del público —dijo con una sonrisa orgullosa.

¿Qué? ¿Eso era verdad? A ver, era consciente de que a mucha gente le gustaba verme surfear pero no hasta ese punto. Se sentía... raro.

—¿Ah, sí? Espero no decepcionarlos entonces.

Encontramos un sitio para aparcar y cogimos las cosas justo cuando Jeremy llegó a nuestro lado. Se bajó de un salto de la furgoneta que lo traía y rodeó mis hombros con su brazo.

—Hola muñeca, veo que has venido a animarme —le dijo en tono seductor a mi novia, ganándose un ligero puñetazo en el pecho de mi parte y los ojos en blanco de Riley.

—Sigue soñando, Jeremy —respondió con una sonrisa.

—Eso, búscate a otra —comenté mientras me deshacía de su inesperado abrazo.

Jeremy era compañero mío y era un tío bastante majo, pero siempre, y con siempre me refiero a cada vez que pudiera, ligaba con la primera chica que se le cruzara por enfrente. Aunque fuera tu novia y estuvieras delante. El chico era atractivo y solía conseguir lo que quería sin mucho esfuerzo.

—Deberíamos entrar —les recordé.

—Sí.

Riley me agarró de la mano que tenía libre y los tres andamos hasta la entrada. Después de mostrar nuestras acreditaciones pasamos a la enorme carpa que tenían preparada para que los participantes descansaran antes y después de competir. Dejé mi tabla a un lado y saqué el neopreno de la bolsa para ponérmelo.

—No me gusta que lo televisen —se quejó Jeremy.

Su comentario me sorprendió. A la gente solía hacerle mucha ilusión y varios participantes alardeaban de ello con sus amigos. A mí me daba igual.

—¿Y eso? —quise saber mientras me quitaba las deportivas.

—Mi madre lo verá y si pasa algo se pondrá como loca.

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