Capítulo 33

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Gran parte de su vida había estado esperando encontrar un amor que se sintiera tan bien como lo plasmaban en las películas románticas. Desde que era pequeño había soñado con la fantasía de hallar a su príncipe -sí, un príncipe, porque no le gustaban las princesas-, y darse su tan esperado beso bajo la lluvia de una grisácea tarde de otoño, en aquel parque al cual solía frecuentar con la compañía de su osito, rodeado de aquellas hojas naranjadas que se escapaban de las ramas de los árboles y el aroma a tierra húmeda que tanto le encantaba.

Por culpa de las películas de amor que veía su madre, a él le había quedado la idea de que un día de esos, así de la nada, aparecería un chico que le cambiaría la vida. Se imaginaba que sería amor a primera vista, que sería de esos amores intensos y cargados de sentimiento, que sería el chico perfecto y encantador que le traería flores y chocolates. Que lo cuidaría de aquellos brabucones que le hacían daño en la escuela, que lo defendería de todos los que se atrevían a burlarse de él. Que le sanaría sus heridas del pasado.

YoonGi soñaba despierto pensando en cómo sería vivir su propia historia de amor. Soñaba con un chico que aún no había conocido, con un chico que ni siquiera sabía si existía. Soñaba con la llegada de aquel instante en el que se encontraría con esos ojos azules. Anhelaba con todo su ser que él se infiltrara en su vida para salvarlo de las tinieblas, para sacarlo de aquel pozo sin fondo en el que el hombre cruel lo había empujado.

Pero el tiempo pasaba, y su príncipe no aparecía. Luego de estar una eternidad sufriendo y aguardando la llegada de éste, se dio por vencido, creyendo que el amor no era más que una mentira; una absurda distorsión de la realidad. Por cada día que dejaba atrás, dejaba también un trozo de esperanza abandonado en el olvido.

Se había resignado a la idea de que nadie jamás lo salvaría, de que tal chico perfecto y encantador era sólo una ilusión, de que nunca se enamoraría y menos del modo en lo planteaba esas estúpidas películas de amor. Se había resignado a vivir toda su vida dentro del mundo de juegos que él había creado con el objetivo de evadir el sufrimiento.

Sin embargo, un día de invierno lo supo; supo que todo cambiaría. Su intuición le gritó al oído que lo mejor vendría después de una tragedia. Tuvo miedo de lo que sucedería. Estuvo muy asustado, sabiendo que eran sus padres los que corrían verdadero peligro.

Y en medio de todo el terror, apareció aquel chico con el que se había imaginado su tonta historia de amor. Aparecieron en la vida real aquellos ojos azules que sólo había podido observar en sus sueños más hermosos. Era él; era su príncipe que lo venía a rescatar. Pero YoonGi se encontraba muy asustado como para advertirlo en el momento.

Cuando él se imaginaba en sus pensamientos que vendría el encantador chico a salvarlo, nunca se imaginó que sería algo tan literal. Pero así fue, él conoció a su príncipe gracias a unos hombres que buscaban matarlo.

Taehyung lo salvó en todos los sentidos. No sólo lo había salvado de esos asesinos, sino también lo sacó de aquel pozo en el que se había hundido. Le había devuelto las esperanzas que hacía mucho había perdido. Le devolvió la felicidad que hacía tiempo buscaba. Le otorgó otro sentido a su vida.

No le había dado su primer beso bajo la lluvia, ni lo había defendido cuando todos se burlaban, ni tampoco le había regalado flores, pero nada de eso importaba cuando se daba cuenta de que el amor que existía entre ellos superaba cualquier romance de película. Taehyung le había demostrado que el amor no era una simple ilusión.

Estaba enamorado del chico de sus sueños tal y como siempre lo había imaginado, y lo mejor, el chico de sus sueños estaba enamorado de él.

Ahora lo veía, allí frente a él. Era perfecto. Sus ojos azules lo tenían completamente hipnotizado, no creía que pudieran existir unos orbes más bonitos que los de él. Su mirada azulada le decía todo lo que sus cuerdas vocales no se animaban. Las palabras en aquel instante sobraban, no hacían falta para comunicarse. Ambos se entendían en su propio silencio.

peligro de extinción ━ taegiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora