Capítulo 35

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El silencio inundaba cada rincón de aquel, ahora melancólico, departamento. La dolorosa soledad envolvía a Taehyung entre sus gélidos brazos, llenándolo de más y más tristeza, quitándole todo aquel calor que alguna vez sintió junto a su novio, o bueno ex novio. Porque YoonGi, por alguna razón que no entendía, lo había abandonado. 

Su departamento se sentía demasiado vacío... Tan vacío como cuando se había mudado allí. Y entonces, Taehyung recordó ese tormentoso día en el que había pisado por primera vez lo que sería su nuevo hogar. Estaba huyendo de Jungkook, tratando de hallar un lugar en el cual refugiarse del sufrimiento que este le había causado.

Se refugió allí, en el mismo sitio en el que se encontraba ahora, pero no había advertido que el dolor lo acompañaría fuera a donde fuese.

Encontró ese departamento cuando más roto estaba su corazón, y, en ese entonces, le resultó ser un lugar muy frío, vacío y lúgubre. Un espacio perfecto para derramar sus lágrimas, ahogar sus penas en aquellas latas de cerveza e intoxicarse con las sustancias dañinas que poseían los cigarrillos que a menudo posaba sobre la comisura de sus labios. Era un lugar perfecto para sufrir en paz.

Aquel departamento cobró vida al momento en el que YoonGi se adentró en el, o mejor dicho, Taehyung cobró vida y todo a su alrededor cambió. El chico de ojos marrones fue la causa por la cual Taehyung volvió a sonreír como en los viejos tiempos, volviendo a enseñarle al mundo sus níveos dientes en una maravillosa sonrisa, la cual era fielmente acompañada de esas adorables arruguitas junto a sus ojos. YoonGi sin darse cuenta, sin tener la más mínima idea, provocó que renacieran dentro de Taehyung las ganas de vivir que habían estado a punto de agotarse. YoonGi lo salvó del camino directo hacía el suicidio.

Y por desgracia, aquel desgarrador pasado estaba regresando al presente. El departamento se transformó de nuevo en un lugar frío y vacío. Las latas de cerveza volvieron a marcar presencia, los cigarrillos también. La historia se estaba repitiendo.

Se había quedado sin la persona que le daba vida. Se había quedado sin novio, sin trabajo, sin nada.

Lo único que el castaño más ansiaba era saber en dónde se encontraba YoonGi. Quería verlo, quería sentirlo, quería, por lo menos, saber por qué lo había dejado. Y mientras las lágrimas se escurrían por sus mejillas, Taehyung anhelaba con aflicción darle un último abrazo, un último beso, un último adiós.

Él seguía sin entender por qué YoonGi ni siquiera quiso despedirse, porque había acabado con su relación mediante un jodido trozo de papel diciendo que ese era el fin, y eso era lo que más le dolía.

El recuerdo del instante exacto en el que lo vio irse con aquellos agentes le generaba más dolor que el impacto de una bala, y lo peor de todo: su chico jamás se volteó a verlo, a pesar de los desgarradores gritos que él dejaba escapar de su boca.

Por más que lo analizara una y otra vez, no lograba comprender por qué el pálido había optado por tomar aquella actitud indiferente. No lograba entender nada, ni siquiera cómo habían descubierto su relación con YoonGi, y el hecho de que nadie se dignó a explicarle con detalles la situación, lo desconcertaba y enojaba aún más.

Taehyung ya había realizado múltiples acciones para obtener información de su, ahora, ex novio, mas ninguna tuvo éxito, debido a que no sólo lo habían despedido de su trabajo, sino también le habían prohibido cualquier contacto con el menor. Sus conocidos de la corporación no lo ayudaban en nada, pues se les había dado estrictas órdenes de no revelarle ningún tipo de información. Por tales motivos, Taehyung comenzó a creer que la idea de encontrarlo se estaba transformando en un objetivo cada vez más imposible.

Y existía algo que todavía le dolía aún más, algo que lo destruía aún peor, algo que lo desmotivaba sin control: aquella estúpida sensación de que YoonGi no quería ser encontrado, y menos por él.

   

La noche había caído, y luego de una interminable semana sin rastros de su ex pareja, Taehyung se dio por vencido. No sabía que más hacer al respecto, no hallaba la manera de resolver su enorme problema. Por lo tanto, se dejó vencer por la amargura, atiborrado de aquel sentimiento de desdicha que no parecía tener intenciones de dejarlo en paz.

Era sábado, y en consecuencia de que ya estaba cansado de permanecer cada hora de su maldito y odioso día tirado en el sofá de la sala viendo series a las cuales ni atención les prestaba, mientras encendía un cigarrillo cada media hora, decidió salir al exterior.

Se dirigió a un bar con la esperanza de embriagarse allí hasta alcanzar el punto de acabar con un coma alcohólico, o algo por el estilo. Sinceramente, no le importaba nada. Tan sólo pretendía gastarse todo el dinero que le quedaba y esperar a que su organismo dejara de ser funcional.

Los tragos que pedía eran lo suficientemente fuertes como para que, al terminar de beber el cuarto, ya se encontrara muy ebrio. Pero él ansiaba más. Quería beber hasta perder la conciencia, hasta que los recuerdos se disiparan por completo de su mente, hasta que tuviera amnesia. Él no se detendría hasta que YoonGi apareciese y le dijese al oído con su angelical voz que dejara de tomar, para después irse junto a él a su hogar y dormir abrazados como solían hacerlo.

YoonGi en ningún momento apareció, pero en su lugar hubo una persona que marcó presencia en el bar y que, por fortuna, alejó a Taehyung del alcohol. Era un chico que jamás en la vida había visto, por lo tanto no sabía quién era, mas era tan elevada su borrachera que no le importó irse con él a algún sitio del cual carecía de información.

El castaño nunca supo cómo diablos había llegado a encontrarse acostado sobre una cama que no era la de él, teniendo encima suyo el cuerpo de un tipo que no era el de su ex chico. Una húmeda lengua se hallaban otorgándole fascinantes lamidas en su cuello, y cada tanto Taehyung sentía su piel ser mordisqueada. Le resultaba excitante la situación.

Pronto, el desconocido buscó sus labios entre las penumbras de aquella habitación, y una vez que los encontró los unió con los suyos en un ardiente beso. Taehyung, sin saber lo que hacía, le correspondió con gusto. Se besaron con ganas por un rato, mientras que sus entrepiernas se frotaban entre sí.

En un momento dado, el extraño se separó de los labios hinchados del castaño y se levantó un poco con el fin de quitarse la camisa que llevaba puesta. Con sus piernas a cada lado del cuerpo del ojiazul, se sentó sobre su entrepierna y comenzó a desabotonarse la prenda que cubría su pecho.

Si bien la vista de Taehyung se encontraba borrosa, ese no fue motivo para no tratar de clavar su mirada en aquel chico que estaba desnudándose frente a sus ojos. A pesar de que intentaba concentrarse y mirarlo bien, no podía, pues sentía que todo a su alrededor daba vueltas. No había nada que quisiera quedarse quieto. Pero hubo algo en el pecho del desconocido que atrapó su atención: allí había una gran mancha negra.

Extrañado, decidió cambiar de posición; ahora él estaba encima de ese tipo que ni siquiera sabía el nombre. Lo beso con el mismo deseo que sentía cuando besaba los dulces labios de YoonGi, luego descendió por su cuello dejando un rastro de saliva hasta llegar a su pecho. Fue allí cuando descubrió que la gran mancha negra en realidad era un tatuaje... Un tatuaje de un lobo.

Pero Taehyung se hallaba demasiado ebrio como para advertir que estaba a punto de mantener relaciones sexuales con un miembro del clan responsable del genocidio.

Y el presentimiento de YoonGi se cumplió, y él lo sintió. El pálido derramó una lágrima porque sabía que Taehyung estaba acostándose con otro chico, lo que para él significaba que no le había afectado en nada su ruptura y su partida. Le dolía demasiado saber que el amor de su vida había terminado siendo la peor persona del mundo.

Pero el asunto no iba a quedar así. YoonGi se vengaría de todos aquellos que le habían hecho sufrir... Empezando por el último.

   
se nos viene un yoongito rebelde, aaaa

peligro de extinción ━ taegiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora