Capítulo 4 "¿Qué me está pasando?

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Bárbara estaba tranquilamente sentada al borde de la cama, terminado de aplicarse un poco de crema humectante sobre la piel de sus piernas, cuando su celular comenzó a sonar al otro lado de la cama, al principio pareció frustrarse, pero inmediatamente recordó que esperaba que Franco se pusiera en contacto con ella, simultáneamente, se lanzó hacia el celular y efectivamente, era él.

-¿Si?.-respondió con su tono de voz habitual

-Solo para confirmar la comida de hoy.-dijo el al otro lado de la línea

-Le di mi palabra, ¿Dónde nos veremos y a qué hora?.-pregunto sin preámbulos

-La espero en mi hacienda a las 3 p.m.

-Ahí estaré.- contesto tajante e inexpresiva

-Hasta entonces.- dijo antes de dar por terminada la llamada

Bárbara regreso al borde de la cama donde estaba inicialmente, esta vez con su celular entre las manos, con la mirada fija hacia una dirección pero sin prestar atención a lo que veía. No entendía como últimamente sus pensamientos se podían apoderar de ella, atormentándola y haciéndola cada vez más torpe y estúpida en sus acciones, se negaba a creer que ese corazón que durante años, había estado cubierto por una coraza muy fuerte, estuviera fisurándose y amenazara con dejar a la deriva ese corazón que ella se negaba a aceptar que le pertenecía.

Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas, las cuales no tuvieron tiempo de llegar hasta el final de su hermoso y delicado rostro, pues ella las limpio y reprimió su llanto, instintivamente se levantó de la cama, se paró frente al espejo de cuerpo entero y viendo su reflejo, intento encontrar un indicio de cambio, pero superficialmente, todo parecía estar intacto, excepto su mirada esa mirada fría y turbia, se había desvanecido, notaba una profunda tristeza y agonía, que la debilitaba poco a poco, llevo una mano a uno de sus ojos color miel

-¿Qué me está pasando?- suspiro. Sus recuerdos le hicieron una pésima jugada, vino a su mente, Artemio Bravo... –Te juro que vas a pagarme cada lagrima y cada trago amargo, eso hare cuando obtenga mi libertad.

Lentamente alejo su mano y poco a poco fue abriendo los ojos, viendo aquella ira en ellos, recobrando el impacto habitual en su mirada, con el paso de los años, sabía que, no importaba cuan doloroso fuese su pasado, eso era lo que la había marcado de por vida y la fuerza que impulsaba su odio y su maldad interna.

Hacienda de Franco 1:30 p.m.

Estaba en su despacho, leyendo detalladamente unos documentos, había pasado aproximadamente dos horas en eso, sin poder concentrarse del todo, a ratos se sorprendía pensando en el momento en que llegara Bárbara a su hacienda, y desconocía el sentimiento que lo invadía, de algo si podía estar seguro, no la odiaba como la primera vez que la tuvo frente a frente, intentaba convencerse que la pésima noche que había tenido, era el motivo de su sentir, quizá el ver como perdía a Fernanda el día anterior en su boda, lo había hecho caer en una resignación y era definitivo, ese amor de antaño, se había acabado, y no existía poder humano de cambiarlo, la vida debía seguir su curso

Finalmente se dio por vencido y frustrado lanzo los papeles hasta el otro extremo del despacho, se levantó de su lugar y camino de un lado a otro, sin que sus pensamientos le dieran tregua, sentía una rabia indescriptible hacia Fernanda, hacia Damián, hacia toda la familia Elizalde. Sus pensamientos parecían estar en constante guerra, hasta que una de sus ayudantes de cocina llamo a la puerta.

-¿Qué paso?- pregunto con tono tranquilo

-Solo quería ver si necesitaba algo y también preguntarle ¿le dejo servida la comida para las 3 de la tarde?- dijo tímidamente

¡Admito que te amo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora