Capítulo 3 "la boda"

760 52 40
                                    

Dos semanas después; Hacienda de los Elizalde, 10:00 a.m.

El ambiente en la casa grande era cotico, la gente iba y venía de un lado a otro, haciendo los últimos arreglos para el mejor momento de la vida de Fernanda Elizalde. Bárbara estaba buscando los últimos accesorios que llevaría puesto para la ceremonia, cuando Gonzalo entro a la habitación, los ojos los tenia llorosos, en ellos cualquiera era capaz de ver la nostalgia tan grande que lo embargaba.

-¿Qué pasa vida?- pregunto tiernamente ella

-No puedo creer que mi hija, la más pequeña por fin se vaya a casa, ¿En qué momento crecen tan rápido?

-Me lo puedo imaginar, lo mismo pienso, pareciera que fue ayer, cuando era una niña que corría por los pasillos de la hacienda, la que dejamos irse a estudiar al extranjero, pero, mira el lado bueno, eres sumamente afortunado de ver a tu hija crecer y hoy finalmente casadaquizá con futuros nietos.-dijo lo más natural posible.

-Tienes mucha razón mi alma.- respondió un poco más animado él

-Te dejo vida, porque iré a ver a Fernanda, para ayudarla a vestirse.- dijo mientras salía apresuradamente de la habitación, se dirigió hasta la habitación de Fernanda, toco la puerta, hasta que esta se abrió, entro confiada como siempre detrás de ella, finalmente vio el vestido de Novias sobre la cama, cuando Fernanda por fin le dio la cara, se dio cuenta de la tristeza que irradiaba su rostro en esos momentos.

-¿Qué pasa Fer?- se inmiscuyo

-Bárbara, no sé que haría sin ti- le dijo haciendo una breve pausa mientras se abalanzaba a sus brazos, en busca de un cálido abrazo, Bárbara sintió una sensación intensa, que desconocía, por inercia rodeo a Fernanda con sus brazos.

-Se supone que debería ser el día más feliz de tu vida.-le dijo con voz dulce

-Lo sé, lo sé perfectamente, y lo es, pero-guardo nuevamente silencio por unos segundos.- No te imaginas la tristeza que me provoca, no tener a mi madre en este momento, lo siento- se disculpó inmediatamente.

-¿Por qué te disculpas?- pregunto desconcertada

-Eres la esposa de mi padre y no debería decir esto frente a ti, aparte tú has sido como mi madre desde que ella falleció y es muy ingrato de mi parte decir que me hace falta mi madre.

-Mira, yo no soy tú madre, eso lo sé perfectamente, también sé que no puedo ocupar ese lugar, tampoco intentaría ocuparlo, así que no tienes porque disculparte, entiendo perfectamente tus sentimientos.- le dijo mientras la abrazaba con mayor fuerza, en ese momento se dio cuenta de lo débil que se estaba volviendo, que estar expuesta tanto tiempo ante esa clase de afectos tenia estragos en ella, debía alejarse lo más que pudiera de ello, si quería terminar con su esclavitud a lado de Artemio.

Finalmente Fernanda y ella se animaron a dar fin a aquel abrazo, ella limpio las cuantas lágrimas que aún había en el rostro de Fernanda.

-Basta de tanto sentimentalismo, vamos a comenzar a arreglarte, debes lucir muy hermosa hoy.

Fernanda no puso pero alguno, Bárbara puso mucho empeño en maquillarla y peinarla, en el fondo, esta acción le hacía cada vez más blando el corazón, no se explicaba como una persona como ella, cruel y malvada, sin piedad por nada, estaba ahí, ayudando a su hijastra, a la que futuramente le daría un inminente final, intentaba hacer a un lado todos esos pensamientos, pero la culpa recorría por cada centímetro de su piel.

-Bárbara.- escucho decir como en un susurro.

-¿Sí?- pregunto aun perdida en sus ideas.

-¿En qué piensas? Como si estuvieras pérdida en otro mundo.

¡Admito que te amo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora