Segunda sesión.

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Viernes, 17:00pm.

Habían pasado dos semanas desde que estuvo en ese estudio, lugar de su mayor martirio hasta la fecha, sentía miedo, pero tenía el consuelo que le recalco a Izuku que de verdad necesitaba esa crema anestésica que el chico le comento la primera sesión de su tatuaje.

Hoy tocaba color.

Respiro hondo por una última vez y entro.

Al menos esta vez no había nadie con una aguja atravesando un labio.

En el pequeño escritorio con la cual contaban en aquella casa llena de locos se encontraba un peliverde durmiendo.

Katsuki rodo los ojos, realmente ese niño le sacaría de sus casillas con sus tonteras.

Golpeo dos veces el escritorio de mostrador de vidrio haciendo que Izuku diera un pequeño salto provocándole a Bakugo ternura.

– Tu sonrisa es muy bonita Kacchan, deberías sonreír mas.– Katsuki ni siquiera se había dado cuenta de que la acción del pecoso le provocara una sonrisa.

– ¿Kacchan?– decidió redirigir la atención de él en ese momento.

– Oh sí, ¿creías que te dejaría que pusieras un apodo sin devolvértelo? Además, provocaste que todos en el estudio decidieran llamarme así.– El peliverde le dirigió una mirada enojada, que solo se podría describir como adorable.– sígueme, tenemos trabajo que hacer.

Katsuki siguió a Izuku por el camino que conocía y llegaron a la habitación de este. Donde Izuku se arremango las mangas de su sudadera amarilla con estampado de caritas felices, dejando relucir la gran cantidad de tatuajes que tenía el muchacho en sus brazos, juntos con las uñas perfectamente pintadas verde petróleo, combinadas a la perfección con su cabello.

Bakugo se quedó hipnotizado en los múltiples tatuajes que el chico poseía en sus ante brazos y manos, distinguía muchos conejos tatuados, flores de muchos colores y en escalas de grises, dos gatos que en conjunto formaban un corazón y un único gran tatuaje en su antebrazo derecho, el cual era una composición de diversas imágenes, en el fondo estaba la luna, frente a esta había un gato negro, un cuervo, un corazón y una pluma con un tintero, era una clara referencia a Edgar Allan Poe.

– Quitate la camisa.– dijo Izuku, lo que provoco en Katsuki un sobre salto.

– ¿Qué?, ¿Por qué?– Katsuki realmente se exalto con esa petición, no la esperaba, la expresión del peliverde era una de solo confusión, provocando un silencio sumamente incomodo.

–... ¿quieres que te tatué el pecho con la camisa puesta?– dijo el pequeño con la sonrisa burlona, a lo que Katsiki respondió con un chasquido de lengua y comenzó a desvestirse.

Izuku se acercó con la crema anestésica en las manos y puso su fría mano en el caliente torso de su cliente, ese hombre tenía la musculatura perfecta, no de manera exagera, pero si firme y marcada, Izuku no pudo evitar sonrojarse mientras esparcía la crema en el cuerpo de Bakugo.

– Bien, debemos esperar un poco para que haga efecto... pondré música por mientras ¿qué música escuchas?

– No escucho música.– dijo el cenizo en un susurro, asustándose cuando Izuku salto y lo miro con horror.

– ¿POR QUÉ?– Izuku grito demasiado fuerte.– La música es vida, ¿Cómo puedes vivir sin ella?– Kastuski se rasco la nuca en busca de una respuesta adecuada.

– La música me deprime.– dijo mientras encogía sus hombros, Izuku noto que quizá era un tema sensible así que decidió cambiar el tema de conversación.

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