¿Ese eres tú?

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Paulina se encontraba en otro lunes, otro el cuál parecía ir normal, su mamá no la llevaría a la escuela ese día, así que ella sabía que el camino iba a ser placentero, puesto que ella siempre ha pensado que es lindo caminar sola de vez en cuando. Por las mañanas en las que iba a la escuela, desayunaba algo preparado por ella apartir de lo que tenga en su refrigerador, luego se bañaba, se maquillaba y se ponía el uniforme. El uniforme femenino que debía usar era muy casual, tenis o zapatos negros, medias o mallones de cualquier color, una falda de mezclilla y la camisa polo con el logo de la escuela. Ella siempre llevaba Vans negros y mallones blancos, le resultaba cómodo, pues en las noches hacía frío y a veces le tocaba salir de la escuela muy tarde.

Aparte del uniforme, también arreglaba su mochila, no llevaban libros, así que solo llevaba dos carpetas, dos cuadernos, sus útiles y una chamarra negra de su padre que le quedaba grande. Si bien a veces llevaba de su maquillaje para arreglarse en la escuela, esta vez tenía tiempo, por lo que no hacía falta. Lo que sí metía siempre en uno de los compartimentos de adentro, es su celular y su cartera, a la semana su mamá le daba 500 pesos, los cuales le eran suficientes, ya nomás le correspondía sacarlos cuando era necesario. Saliendo de su casa, cerraba con llave y metía sus llaves al mismo compartimento de la cartera y el celular.

Al salir de su casa, ponía rock alternativo en sus audífonos (su género favorito después del pop), primero debía de salir de su colonia, Fechas (su nombre se debe a que todas las privadas tienen nombres de alguna fecha conmemorativa), para así dirigirse a la parada del camión más cercana. Las casas de su colonia eran grandes, dos pisos con cuatro recámaras, un patio y una cochera, al ser una zona nueva, muchos extranjeros vivían ahí, puesto que si bien no era especialmente barato vivir en esa colonia, sí que daba precios justos en relación al contenido de tal lugar.

Su privada, La 10 de Mayo, era la más cercana a la entrada/salida de la Colonia, y saliendo de esta, solo tenía que pasar por cuatro calles hasta llegar a una glorieta que daba con el parque en dónde pasaban los camiones, mismo en el que vio a Gastón el día antepasado.  Las primeras dos calles estaban llenas de tiendas, había de todo, desde papelerías hasta tiendas de cosméticos. Ella siempre solía saludar a la señora de la mercería, a la de la papelería y a la de la peluquería, que estaban en la primer calle justo saliendo de la Colonia, afortunadamente sus tiendas quedaban una tras otra y esas señoras son amigas las cuales conviven junto con su mamá, las conoce muy bien porque a veces van a su casa.

En la segunda calle no saludaba a nadie, solo caminaba y a veces llegaba a una tienda que estaba por ahí y compraba lo de siempre, un chocolate. Para la tercer calle nomás debía dar vuelta a la derecha, en esta calle no había nada más que una escuela primaria, donde llegó a estudiar alguna vez. Los gritos de los niños eran muy fuertes, pero normalmente no los escuchaba por los audífonos. En la última calle, solo tenía que dar vuelta a la izquierda y pasar un semáforo, normalmente esas calles no eran tan transitadas a esas horas, así que pasaba sin preocupación. En esa última calle, al final se encontraba la glorieta en la que estaba el parque y la parada de los camiones, solo tenía que cruzar la calle y llegaba a una de las entradas del parque. De ahí, tenía que recorrer desde esa entrada hasta la entrada que estaba en contraposición para llegar a la parada del camión.

Paulina acostumbraba sentarse en una de las bancas del parque que están cerca del lugar donde Paulina tomaba sus camiones, esta banca estaba a unos metros del la entrada cercana a los camiones y no ocupaba caminar tanto desde la entrada en la que ella entraba al parque, al ser un parque pequeño, no tardaba mucho en recorrerlo por el camino que hacían los rieles de los ciclistas, aparte, el hecho de que este camino esté adornado por puestos muy coloridos de todo tipo hacía que caminar por ahí fuera acogedor.

Para sorpresa de Paulina, estas bancas estaban ocupadas por una persona de aspecto descuidado, con cabello castaño y algo esbelto. Ella pensó dos veces en ir o no, puesto que ella sabía muy bien que podía tratarse de Gastón, sus principios de miopía la privaban de ver con claridad si se trataba de él, y al no saber si era Gastón o no y mucho menos sabía si realmente quería verlo en ese momento, fué a ver si de casualidad se lo encontraba.

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