🔥 Capítulo 3 🔥

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"Por el sufrimiento han emergido las almas más fuertes. Las personalidades más enormes están marcadas de cicatrices... "

K

HALIL GIBRAN...

Júpiter:

Mami me comprará un castillo inflable, así podremos jugar a las princesas. Yo me disfrazaré de la sirenita Ariel, mi papi siempre me dice que mi cabellera es idéntica a la de ella y mami de Blanca Nieves por su color tan blanco y su cabello azabache… ¡Ya tengo deseos de que llegue mañana! Estaba tan deseosa que no podía dormir. Abrí mis pequeños ojos mirando el techo observando todas las figuras de planetas y constelaciones que mi papi había pegado para mí. Me concentré en Júpiter era el segundo más grande, él representaba mi nombre porque su color era fuego, puro igual que mi pelo. Un grito desgarrador en la noche me hizo sobresaltar en la cama ¿Esa es mami? Me deslicé hasta alcanzar el piso, noté como el frío se calaba en mis huesos haciéndome estremecer.
Escuchaba varias voces, abrí la puerta de la habitación dirigiéndome silenciosamente hacia la escalera para ver quiénes eran las visitas a estas horas de la noche.
Lo que vi me hizo abrir los ojos como platos, mi madre estaba arrodillada en el piso llorando y papá trataba de dialogar con un hombre rubio alto acompañado de cuatro más, pero este lo empujó hacia atrás con fuerza provocando que se hiciera daño. No entendía mucho de lo que hablaban, solo oía mucho las palabras arma nuclear ¿Qué es un arma nuclear?

Mami levantó la vista mirándome detenidamente, haciéndome señas para que me escondiera. Nunca la desobedecía así que me acomodé en el escaparate que había al lado de la escalera, como la casa era antigua podía ver todo lo que pasaba por pequeñas rendijas. El hombre rubio sacó una pistola...

¡Ustedes se lo han buscado!

Escuché como decía, pegándole un tiro a cada uno… No pude evitar que un chillido saliera de mi boca, logrando alertar a los intrusos. Abrí la puerta corriendo a mi cuarto, sintiendo como unas rápidas pisadas se acercaban a mí. Pasé el pestillo, evitando que entraran, aunque eso no iba a aguantar mucho. Deslicé la ventana hacia un lado, subiéndome en ella, en ese momento se abrió la puerta quedando frente con frente al asesino de mis padres. Su cara, su cicatriz nunca la iba a olvidar…

—No te tengo miedo, la muerte de mis padres no se quedará así— dije antes de saltar.

—Te mataré yo primero— gritó, pero corrí lo más rápido que mis pequeños pies podían.

¡Noooooo!  Abrí los ojos apresuradamente sentándome como un resorte en la cama, mi cuerpo estaba envuelta en una capa de sudor ¡Maldita pesadilla! Revivía una y otra vez la muerte de mis padres. Ya habían pasado dos días era hora de visitar a mi reo. Me dirigí al baño, necesitaba una ducha bien caliente, esta era la única capaz de quitar los estragos que las pesadillas dejaban en mí. Me vestí con una malla negra de cuero que me permitía deslizarme fácilmente, un abrigo cuello de tortuga del mismo color y unas botas a juegos. Me coloqué una navaja en cada pie y mi pistola semiautomática Hecker & Koch USP calibre cuarenta y cinco en mi espalda. Me detuve a observar como Fabio dormía tan tranquilo como si el mundo a su alrededor no se estuviera desmoronando. Katrina llegó en ese momento para relevarme con él.

—¿Crees que hable? — preguntó esta.

—Por su propio bien será mejor que lo haga, sino va a sufrir como nunca pensó.

—¿Qué tienes pensado hacerle? Te conozco y sé que tus torturas aparte de innovadoras dan un miedo atroz…

—Shhhhhh es sorpresa— dije riéndome, lo admito soy una sádica cuando hablamos de torturas—. Me voy, estoy impaciente.

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