ooo. prologue

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SI HABÍA ALGO QUE HYDRA SELWYN AMABA, eran las flores. Nunca hubo nada más bonito que las flores para ella. Podía pasarse horas y horas observándolas detenidamente y sin moverse, apreciando cada detalle de estas mismas. Desde sus exóticos colores y pétalos hasta el aroma que desprendían.

Solía mirarlas cuando estaba nerviosa, imaginando que ella era una majestuosa y bella flor. Una que crecía sin preocupaciones, sin miedos o temores a los pensamientos ajenos. Ese era el mayor sueño de Hydra, ser normal. Que nadie la despreciara nada más verla ni la mirasen por encima del hombro con superioridad, o que los niños se parasen a jugar con ella cuando se escapaba de casa para ir al parque. Pero eso nunca pasaba, ni nunca pasaría, pues Pictor Selwyn jamás lo permitiría.

La vida de Hydra no era fácil. A pesar de que la gente creyera que todo era perfecto en su vida, no podían estar más lejos de la realidad. La familia Selwyn era conocida por ser fiel al Señor Tenebroso, a Lord Voldemort, desde prácticamente el inicio de este mismo. Su abuelo, Corio, vendió su alma y dio la vida por ese hombre, si es que aún era posible considerarle humano. Era por eso por lo que sus padres seguían en las filas del Señor Tenebroso, y, posiblemente, Hydra también, aunque sólo cuando considerasen que estaba lista y preparada.

Los hijos de los Sagrados Veintiocho, las familias con la sangre más pura del mundo mágico, eran los únicos amigos de la pequeña Selwyn, si es que se les podía considerar así. Las reuniones de mortífagos o las cenas conmemorativas eran las únicas oportunidades que Hydra tenía de conversar y convivir con niños de su edad. La razón de esto era, nada más y nada menos, que una de las normas que su padre había impuesto en la mansión.

La pelinegra tenía prohibido acercarse a cualquier persona que no fuera considerado como un sangre pura o no gozase del agrado de Pictor Selwyn, el progenitor de la chica. Era por eso por lo que no podía salir de casa, vivía aislada del mundo y de la sociedad. Hydra solía imaginarse que era una princesa encerrada en una torre, sometida a duras reglas y normativas debido a un ogro muy poderoso y malo, pero que pronto sería rescatada por un príncipe azul o un valiente caballero. Sólo así, gracias a su gran imaginación, conseguía escapar de la dura realidad que la golpeaba por completo.

Los hijos de los Sagrados Veintiocho solían tener sus propios grupos ya formados y excluían a Hydra con frecuencia al considerarla muy pequeña o inmadura. Sin embargo, la pequeña niña era feliz sola, con la única compañía de su madre. Para ella, su progenitora era su mejor amiga, su compañera de aventuras y la mujer que le leía cuentos todas las noches a escondidas de su padre y le recreaba escenas de acción bajo la luz de la varita en la noche.

Esa era Caelum Selwyn, una de las mejores madres que podían existir jamás, a pesar de que el mundo mágico criticase todos sus movimientos. Ella era valiente, y todos sabíamos que daría la vida por su hija para protegerla, sin importar el precio que ella debiera pagar después. Si debía morir para salvarla, lo haría sin pensárselo dos veces. Hydra era lo único que tenía; su esperanza, su distracción y su amor más puro y real.

imperfect ⊰ sirius black, regulus blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora