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TODOS SABEMOS LAS HISTORIAS que rondaban por Hogwarts. Pero hay un personaje del que hace mucho que no hablamos. Una de las personas más importantes en la vida de Hydra, Caelum Selwyn. ¿Qué tal si nos transportamos a la mansión Selwyn y nos alejamos de Hogwarts durante un rato?
Una enorme nevada caía sobre la hermosa ciudad de Londres. Los tejados estaban completamente blancos y los niños más pequeños jugaban en la calle, planeando batallas épicas y construyendo fuertes o muñecos. Los copos de nieve caían del cielo como besos y la alegría estaba presente, inundando las calles. La nieve hacía que las ciudades volviesen a ser inocentes, revelando la fragilidad del gesto humano contra el vacío. Los copos se hacían gradualmente más pesados y las palabras de la gente provocaban que un leve humo escapase de sus bocas.
Las velas que iluminaban la mansión de los Selwyn, parpadeaban y amenazaban con apagarse debido a la suave brisa que se colaba entre los huecos de las paredes. El viento empujaba la nieve contra la ventana y el calmante aroma a caramelo de crema inundaba el ambiente. La joven Caelum Selwyn se encontraba sentada en un sofá vitoriano frente a la chimenea llena de leña prendida. Su mirada estaba vacía, perdida en el horizonte y en sus propios recuerdos. Portaba un largo vestido oscuro con mangas largas. Su pelo estaba recogido en un elegante moño y su alianza de casada reposaba sobre una mesita de café.
La presencia de Caelum Selwyn resaltaba por si sola. Era una mujer muy guapa, una de las más atractivas del mundo mágico. Tenía una esbelta figura y una enternecedora sonrisa. Sus piernas eran largas y su cuerpo estaba muy bien proporcionado. Su cara era fina y alargada, y su nariz era respingona. Pero si había algo que realmente destacaba de aquella mujer en aquel momento, era el enorme moratón que cubría su cara.
Su pómulo estaba inflamado, y cerca de su barbilla se hallaba un profundo corte en inicio de cicatrización. Aquel día, Caelum no los había escondido. No quería esconderlos. Quería enseñarle al mundo quien era Pictor Selwyn en realidad. Y aquella era su oportunidad. Uno de los altos cargos del Ministerio iría a cenar esa noche. Caelum había leído sobre grupos de apoyo a víctimas de violencia doméstica y machista en un periódico muggle. Aunque sabía que era imposible pedir ayuda. Su marido le prohibía abandonar la casa sin supervisión, y era prácticamente imposible violar sus normas. Tampoco podía llamar mediante los teléfonos móviles, pues carecían de uno. Pictor aborrecía todo lo no-mágico. Pero aquel curioso individuo era su oportunidad. Ella al fin conseguiría ser libre y alejar a Hydra de Pictor, su más añorado deseo. Aunque claro, sólo era un mero deseo.
Las puertas de la mansión se abrieron sonoramente, dejando que una ráfaga de aire fresco se colase en la casa. Dos hombres trajeados entraron al corredor, siendo inmediatamente rodeados por dos elfos domésticos.