Relato 3 . No me quieras tanto y quiéreme mejor.

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Una vez más dejaste pasar el tiempo, una vez más olvidaste mi opinión, si, ya lo sé, nadie es imprescindible para según qué cosas, pero esta ocasión era diferente no? Así que me planté delante de él y le dije, o ella o yo. Su primera reacción era la de (¿Cómo?) Y lo siguiente que hizo fue asomar una sonrisa.
-No sabes estar sin mí, me dijo. Y yo, esta vez, sin llegar a contar hasta diez como otras veces y callarme, le dije.
- Lo intentaré.
Su cara era un poema, mi contestación supuso para él una reacción que no esperaba, estaba acostumbrado a hacer lo que le daba la gana, entrar y salir cuando quisiera, beber y fiestas hasta altas horas de la madrugada, desaparecer y no llamarme en días,y yo...yo esperando a que él diera señales de vida, una explicación convincente, unas flores, una tarde de cine, cena, cuatro besos y tenerme contenta, hasta la próxima salida. Esta vez no, esta vez me armé de valor y me puse frente a él, su cuerpo de dos metros y sus ojos azules no me iban a intimidar. Ya no.
Lo he querido mucho, demasiado, tanto que a veces me dolía, pero esta vez ha rebosado el vaso, ya no paso ni una más. Todo este tiempo aguantando me ha hecho ver entre la multitud, que hay otra vida después de esta, que hay otras cosas a parte de sus mentiras. No quiero una vida así, no me la merezco, y no la deseo para nadie. Ya no tengo miedo, su voz no volverá a chillarme por las mañanas, ni sus manos marcarán mi cara. No voy a ser más un juguete para él. Se acabó, me hice fuerte, necesito ser fuerte y quererme.
Pasaron días, semanas, meses, años...y él... él no volvió a aparecer en mi vida, los kilómetros separaron nuestra relación, un día volví por allí, vi su casa, su coche, su ropa mal tendida en el balcón. Yo era una persona nueva, cambie el chip, cambié el color de ver las cosas, el alma, mi mundo. Me propuse pasar a saludarlo, simplemente un saludo, después de tantos años, tenía la necesidad de preguntar cómo le iba sin mí, seguramente bien, seguramente habría encontrado a otra víctima a la que culpar de sus malos hábitos.
Él no estaba, desapareció, pregunté a algún vecino conocido y su respuesta fue, "no soportó la situación, desde que te fuiste, todos los días decía que se quería morir. Te quería". Y mi respuesta fue: no, no me quería bien.

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