1: La confesión

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Me encuentro en la cocina de la mansión ayudando a Charlotte, la mucama de la casa, y también, a quien considero mi madre. Mientras friego los trastes mi corazón se acelera de tan solo pensar en lo que pasará dentro de dos días.

- ¿Janice...? - Charlotte me despierta del trance en el que estoy.

Yo la miro, con un nudo en la garganta y los ojos llorosos.

- No me tienes decir qué tienes, yo sé lo qué pasa.... estás asustada.

Me acerco a Charlotte lentamente, pues mis piernas temblorosas no permiten que me mueva libremente.

- Te... te tengo que confesar algo... - digo susurrando a su oído.

Ella sujeta mis manos apretándolas con fuerza, yo la miro y noto su preocupación.

- Yo...

Escuchamos los pasos de alguien acercándose a la cocina. Yo suelto sus manos y me doy vuelta hacia el lavaplatos para seguir fregando.

- ¡No es posible que aún no hayas terminado con tus obligaciones Janice!

Aquella voz chillona pertenecía a Evelyn Ross, quien es considerada la autoridad en esta casa.

- Lo lamento señora Ross - digo ocultando mi barbilla para mostrar mi arrepentimiento.

- Eres afortunada Janice, tienes que recordarlo, de no estar aquí habrías terminado como aquella chiquilla... ¿cuál era su nombre?

- Lucy... - oculto mi coraje al mencionar su nombre

- ¡Lucy! ¡Claro! ¿Sabías que ella ahora está en las calles? Supe que ella le hace, cómo decirlo... le hace favores a los hombres por dinero

Mi piel arde, Lucy era mi mejor y mi única amiga. Odio que haya terminado en una situación tan deplorable, quisiera poder ayudarla, y el hecho de que esa mujer hable de mi amiga de esa manera, me hace enojar demasiado.

- ¡En fin! Tienes dos horas antes de que mi hijo llegue, termina tus deberes y no olvides arreglarte... recuerda cuál es tu lugar en esta casa.

- Enseguida señora Ross - giro hacia Charlotte, me despido haciendo una seña con la cabeza, y salgo de la cocina para dirigirme a mi cuarto.

Cuando llego a mi cuarto veo a la pequeña niña de 12 años, Jasmine, sentada en mi cama esperándome para arreglarnos juntas.

- ¿Ya elegiste lo que utilizarás hoy pequeña flor? - así le digo yo de cariño, porque ella tiene el nombre de una flor.

- Aún no Jan - así me dice ella

- Ya te he dicho que tienes que elegir tu ropa antes de venir a verme

- Perdóname - sus ojos llenos de inocencia me daban mucha ternura

- No puedo enojarme contigo pequeña flor, pero vete ya a bañar y vuelve acá vestida, yo también tomaré un baño, nos maquillaremos y arreglaremos el pelo, y después iremos a preparar la cena.

- Está bien, ya me voy - dice mientras baja de la cama y sale del cuarto.

Jasmine llegó aquí a los 11 años, al igual que yo. Lleva un año en esta casa y desde que nos conocemos hemos sido como hermanas. Yo la he cuidado y aconsejado para que no sufra lo que yo sufrí. Quiero que sea feliz a pesar de las circunstancias.

Terminé de ducharme y cogí un vestido azul claro de tirantes, decidí combinarlo con un collar de Perlas y unas zapatillas plateadas. Después de elegir mi ropa, la pequeña flor volvió. Ella se puso un vestido gris de manga larga y unos flats negros. La ayudé a secar y rizar su pelo. Yo decidí usar una coleta alta, y también ricé el pelo que sujetaba la liga. Al final le apliqué un maquillaje sencillo, pues aún es una niña. Mientras que yo utilicé sombras oscuras y un labial mate color piel.

Bajamos a la cocina, donde nos encontramos con Charlotte.

- Es tarde niñas, debemos apurarnos.

Jasmine y yo comenzamos a partir las verduras para preparar el estofado, mientras que Charlotte condimentaba la carne. Mientras agregábamos los ingredientes a la olla, ella me preguntó:

- ¿Qué me querías contar hace rato linda?

Mi corazón se paró por unos segundos, pero me armé de valor para decirle mi preocupación a Charlotte.

- ¿Recuerdas hace tres años, cuándo vino a visitarnos el primo de Diego?

- ¿El que vive en el extranjero? - afirmé con la cabeza.

- Pues... - no pude terminar de confesarme porque sonó el timbre de la casa, otra vez nos habían interrumpido.

- Debes apurarte linda, yo me ocupo de la comida, y tú Jasmine, ve a esperar a los hombres en la mesa

Me apuré a ir a la entrada principal de la mansión, abrí la puerta e hice una pequeña reverencia para recibir a Diego y a David, los hijos de la Sra. Ross. Diego es un hombre de 24 años, que recién terminó la universidad y ahora trabaja como ingeniero en una importante empresa, mientras que David es un adolescente que apenas entra en la adultez, al igual que yo, pues nuestra diferencia de edad es tan solo de meses.

Le quité su abrigo a Diego y lo colgué en un perchero cerca de la puerta. Fingí una sonrisa para aparentar que me alegraba verlo, pero en realidad no lo hacía. Cogí su mano y lo llevé hasta el comedor, donde se encontraban la Sra Ross y Jasmine paradas junto a sus sillas. La mesa era rectangular y tenía un total de 6 sillas. En cada extremo había una silla y en los lados restantes habían 4 (2 por cada lado). La Sra. Ross se sentaba en un extremo, sus hijos quedaban en las esquinas de la mesa, junto a ella, y nosotras junto a sus hijos, yo a lado de Diego, y Jasmine a lado de David. De forma que, Jasmine y yo quedábamos una frente a la otra, y al extremo junto a nosotras, una silla vacía.

Jasmine y yo sacamos cada una, una silla de la mesa para que Diego y David se sentaran, después de ellos estar sentados, la señora Ross se sentó, y nosotras procedimos a ir a la cocina para servirle a nuestros hombres, mientras que Charlotte le servía a la Sra. Ross.

Después, nos servimos a nosotras y comenzamos a comer todos a la vez, excepto Charlotte, quien no nos acompañaba por ser la mucama. Parte de nuestras obligaciones eran confortar y animar a los muchachos, así que yo trataba de interesarme por escuchar problemas que poco entendía del trabajo de Diego, y Jasmine se esforzaba por entender la dificultad de las materias que David llevaba en el instituto.

Terminamos, y recogimos los platos, yo los quise lavar mientras que Jasmine y Charlotte limpiaban la cocina.

-Janice, linda, ¿por qué no te vas a recostar? yo termino con los platos, no hay problema - Charlotte sabe que estoy alterada, y creo que ya no quiere insistir en preguntarme, pero sé que quiere ayudar.

- Gracias Charlotte

La Novia HuérfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora