6: El escape

19 0 0
                                    

Es medianoche. La vía está oscura y hay pocos autos circulando. David está concentrado en el camino, mientras que yo observo las sombrías calles iluminadas por luces y semáforos. No sé a dónde iremos. David todavía no me lo ha dicho, aunque yo tampoco se lo he preguntado. No sé siquiera por qué confío en él, nada me garantiza que sus intenciones sean realmente buenas. Supongo que es sólo una corazonada.

Nos paramos en un semáforo. Pareciera que él lee mis pensamientos porque justo cuando me empiezo angustiar, él pone su mano sobre la mía. Después me mira y dice:

- Descuida, todo va a estar bien - él sonríe, no sé por qué, pero su sonrisa me hace sentir más tranquila.

Después, vuelve a colocar su mano sobre el volante. El semáforo prende la luz verde, David pisa el pedal, comenzamos a avanzar, y de repente un automóvil a alta velocidad se atraviesa por delante de nosotros, golpeando una luz delantera y la defensa del carro. El daño recibido es tan fuerte que giramos hasta golpear un poste de luz. Al chocar con el poste, la inercia hace que me golpee fuertemente la cabeza, lo cual me deja casi inconsciente.

Con dificultad entreabro los ojos y veo la sombra de una persona acercarse a nosotros. Escucho la puerta del copiloto abrirse, volteo hacia David, y noto como aquel mismo individuo desabrocha su cinturón de seguridad, y lo saca del carro. Yo estoy confundida, y mi estado apenas me permite analizar lo que está pasando. Mi curiosidad por saber lo que sucede, evita que me percate de que alguien también había abierto mi puerta, y cuando me doy cuenta, un desconocido ya me está arrastrando por el pavimento de la calle.

Mientras que aquel sujeto desplaza mi cuerpo sobre el áspero asfalto, observo el automóvil azul. Uno de sus faros parpadea, y tiene una gran abolladura en el costado que golpeó el poste. Después, veo a David, quien tiene un ojo morado y el labio ensangrentado. Un hombre lo sujeta por el cuello en contra de una pared. Parece que le está reclamando algo porque le grita y lo sacude con furia. No alcanzo a distinguir qué dice, pero sí quién es: Diego. Yo me conmociono al reconocerlo.

Ahora entiendo lo que sucede. La Sra. Ross y Diego supieron de nuestro escape y vinieron por nosotros, o mejor dicho, por mí. Por eso Diego le grita a David, le está reclamando el haber huido con su futura esposa. Sin embago, no puedo dejar que me lleven, debo esforzarme por salir de aquí.

Con pánico, volteo a ver a mi captor e identifico al chófer de la familia Ross. Él me arrastra sujetándome por las axilas. Yo me muevo frenéticamente para liberarme, pero la fuerza bruta de ese hombre y el aturdimiento causado por el accidente, me lo impiden. De pronto, él me suelta, y termino tendida en el suelo. Escucho la puerta de un automóvil abrirse. Yo considero escapar, pero justo cuando me levanto, el chófer agarra con brusquedad mi blusa, y me tira hacia él.

- ¡Suéltame maldito! - grito con desesperación.

Trato de soltarme, pero me es imposible. La frastración se acumula en mí. Sin importar lo que haga, no podré escaparme. Siento mis venas arder, y la rabia apoderarse de mi cuerpo.

Le escupo en la cara. Tal vez no pueda librarme de él, pero por lo menos puedo mostrarle la repugnancia que me causa. No dice nada, pero casi enseguida me avienta violentamente a los asientos traseros del carro que anteriormente había abierto. Mi cuerpo está adolorido, probablemente la furia con la que me lanzó es su forma de vengarse de mí. Después cierra la puerta azotándola. Yo tiro de la palanca una y otra vez histéricamente, pero por más que intento, la puerta no se abre.

- ¡NO! ¡NO! ¡NO! - sigo jalando la palanca con una mano, y comienzo a golpear la ventana con la otra. Observo cómo el chófer arranca el carro. Enseguida nos comenzamos a mover, dejando a Diego y a David atrás.

Yo comienzo a llorar. Luché por mi libertad, y al final resultó que ni siquiera existía la mínima posibilidad de ser libre. Me siento angustiada y desilusionada. Estoy desepcionada de mi misma por haber pensado que podía tener otra vida diferente a la que estoy destinada a tener. Quisiera no haberlo siquiera intentado. Hubiera sido mejor. Ahora viviré con remordimiento y me torturaré imaginando que sí funcionó.

- Tú te lo buscaste Janice - reconozco esa voz.

Volteo hacia mi costado, y es entonces cuando me encuentro con la diabólica Evelyn Ross. Me incorporo y entre sollozos le reclamo:

- Durante 7 malditos años, he hecho todo lo que me pides. Nunca te he cuestionado. Nunca he hecho nada para afectarte. Entonces, ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me haces esto?! Yo no quiero casarme con tu hijo. !NO QUIERO! - las lágrimas no paran de recorrer mis mejillas.

- Y dime... Janice, ¿en serio crees que tienes otra opción? - la tranquilidad con la que habla me inquieta.

Yo no digo nada.

- Me preguntas por qué lo hago, y ciertamente es complicado. ¿Por qué te adopté? ¿Por qué te críe para ser una buena esposa? ¿Por qué quiero que te cases con mi hijo? Debí sospecharlo, que algún día te lo preguntarías, pero ciertamente tus métodos para averiguarlo me sorprenden - ella suelta una pequeña carcajada.

Su actitud me hace sentir incómoda y perturbada. Lo único que quiero es alejarme de ella.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 06, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Novia HuérfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora