5: El enamorado

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La ansiedad se apodera de mí. No hay nada que pueda hacer para evitar mi destino, y mucho menos para salvar a Jasmine. Aunque me quede en esta familia, en cuanto me mude con Diego, nuestros caminos se separarán, y la Sra. Ross ya me advirtió que cuando me vaya, la castigará como me castigó a mí. Creo que sin importar lo que pase conmigo, el destino de Jasmine será el mismo, por lo que ahora debo concentrarme en mí. Decido que antes de casarme, debo hablar con Charlotte, debo advertirle sobre lo que podría pasarme, finalmente ella es como mi madre, y merece saber la verdad. Así que me dirijo hacia la entrada del cuarto, pero al salir, me encuentro con David. Al parecer, él estaba a punto de tocar la puerta, y está tan sorprendido de verme, como yo de verlo a él.

- ¿Pue... puedo pasar? - dice con timidez.

- Claro...

Él entra, y se para junto a la cama, yo cierro la puerta y camino hasta quedar frente a él. David y yo nunca habíamos estado solos en algún lugar de la mansión, por lo que su presencia me hace tener las piernas temblorosas y el corazón acelerado.

- ¿Qué sucede? - pregunto desconcertada.

Él observa el suelo y aprieta los puños. Sus hombros están tensos, creo que está molesto.

- No... no quiero... - suelta las palabras por medio de un incomprensible susurro.

- No te entien...

- ¡No quiero que te cases con Diego! - grita interrumpiéndome.

Yo me quedo estupefacta ante su confesión. David no quiere que despose a su hermano, pero por qué. Nosotros apenas nos dirigimos la palabra, apenas convivimos, apenas nos conocemos, yo no soy nadie para él. Él no me debe nada, entonces por qué quiere detener mi boda. Antes de que pudiera decir algo, él continúa:

- Seguramente te preguntas por qué, y la razón es que, desde que llegaste aquí, desde que te vi por primera vez, me pareciste hermosa

- ¿Que..? - mi corazón se acelera y mi respiración se agita, no entiendo por qué dice esas cosas de mí, ¿qué es lo que le sucede?

- Así es Janice, además sé que tú tampoco quieres casarte, lo he visto en tu mirada, y estoy seguro de que esta mañana estabas afligida por eso

Tengo miedo, no sé qué esté pensando David, ni de que sea capaz. Mis nervios empeoran cuando él sujeta mis manos, y me mira fijamente.

- Escápate conmigo - yo lo suelto y me alejo bruscamente.

- ¡¿Por qué haría algo así?! - la histeria y la agitación se reflejan en mi voz.

- Janice, yo te amo - comienza a faltarme el aliento, y tengo una sensación de ahogo. Me recargo en la pared porque empiezo sentir mareos y náuseas.

Inhalo profundamente para calmarme, y enseguida le pregunto:

- ¿De... de qué estás hablando?

Él se acerca a mí lentamente, sujeta mi barbilla para que nuestros ojos se encuentren y me dice:

- Janice, estoy enamorado de ti

Un penetrante silencio inunda la habitación. Yo bajo la barbilla de nuevo. Hasta ahora pensaba que mi destino era estar con Diego por el resto de mi vida, pero ahora tengo otra opción.

- ¿Qué diferencia habría? ¿Cómo se que estar contigo no va a ser igual que estar con tu hermano? - cruzo los brazos y me doy vuelta indignada, tal vez estar con David no sea diferente a estar con Diego, finalmente son de la misma familia.

- Por favor Janice, tú no eres la única que quiere escapar de este lugar. Yo no quiero estar con una mujer que finja que se alegra de estar conmigo, sino con una que de verdad lo haga. Yo no quiero estar con una mujer de mentiras, quiero estar con una de verdad. Sé que no puedo obligarte a amarme, pero si escapas conmigo, tal vez un día pueda conocerte, sin que tengas que pretender ser alguien que no eres, y si tú lo quieres, puedes conocerme a mí. No te voy a obligar a hacer nada que no quieras, esperaré el tiempo que sea necesario, o el que necesites, hasta que te des cuenta de que conmigo puedes ser libre, e incluso feliz

Otra vez, me quedé sin habla. No tengo sentimientos por David, pero él no me intimida como Diego, no me da miedo estar cerca de él. Es posible que no pueda amarlo, pero es cierto que tal vez con él pueda ser libre.

Sin pensarlo, giro y quedamos frente a frente. Contemplo sus ojos sinceros. Me acerco a él y con una mano sujeto su cuello, me paro en la punta de los pies para que nuestros rostros estén lo más cerca posible, hasta que nuestros labios rozan, entonces él baja un poco su barbilla y nos besamos. Poco después me separo y lo miro fijamente, con una sonrisa que ni yo sé si es falsa o verdadera.

- Está bien, ¡vámonos!

El plan es tan impulsivo y tan inesperado que ni tiempo tengo de empacar mis cosas. Así que cojo una funda de almohada y meto la mayor cantidad de ropa posible dentro, después le hago un nudo, y ambos salimos silenciosamente de la habitación.

Al caminar por el pasillo, pasamos junto al cuarto de Jasmine y yo me detengo.

- Espera, tengo que hacer algo rápido - me apresuro a darle mi improvisada bolsa a David. Él se adelanta al carro para sacarlo del garage, y quedamos de vernos en la entrada principal.

Abro la puerta de la habitación de Jasmine y entro silenciosamente. Ella está profundamente dormida en su cama. Me acerco a ella y me hinco a su lado. Acaricio su cabeza y luego su mejilla. Un nudo se forma en mi garganta al pensar que esta podría ser la última vez que la vea.

- Pequeña flor, perdóname. Mi vida ahora no será fácil, porque voy a huir. Quisiera llevarte conmigo, pero tengo miedo de que todo salga mal, y de que tu vida empeore gracias a mí, sobretodo si nos atrapan. Es por eso que no puedo llevarte conmigo. Espero que eventualmente entiendas y me perdones. Si todo sale bien, prometo algún día regresar por ti, pero tengo que estar segura de que te llevo a un lugar seguro, y no a uno peligroso - me levanto y beso su frente. Ella sigue dormida.

Me dirijo hacia la puerta. Antes de irme, la miro por una última vez.

- Te amo, pequeña flor - susurro antes de salir del cuarto.

Trato de hacer la mínima cantidad de ruido al pasar por la habitación de la Sra. Ross, y la de Diego. Después, bajo las escaleras en puntillas. Podría ir a despedirme de Charlotte, pero ella está hasta el otro lado de la mansión, y mi ansiedad por salir de la casa es cada vez más fuerte. No me puedo arriesgar, así que continúo caminando hasta la puerta, muevo la manija, la abro lentamente, cuidando que no rechine, y salgo de la casa. Recorro un jardín que une la entrada principal con la calle, abro una segunda puerta, y salgo hacia la vía, donde David ya está esperándome en un automóvil elegante color azul marino. Yo me subo al asiento de copiloto, y él arranca el carro.

La Novia HuérfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora