Teresa

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— ganarás más — me dejó caer frente a él, lo observó por un momento y luego suelto una carcajada.

— ¿no tienes suficientes chicas?

— te he estado observando, eres distinta. Tienes un aire salvaje y hay muchos clientes que me han preguntado por ti.

— soy cantinero nada más, no estoy a la disposición de nadie — me pongo de pie pero su voz me detiene.

— piénsalo, ganarás más en una noche que lo que ganas.

Me giró y salgo de esa oficina, trabajaba en un prostíbulo como cantinero, era alguien titulada pero tristemente las empresas contrataban sólo gente con experiencia, así que mi vecina Karla me habló del trabajo como ayudante del cantinero anterior. Aprendí y cuándo él se mudo de la ciudad, yo quedé en el puesto.

Volví a la barra a servir tragos,cervezas mientras secaba algunos vasos, mi mirada recorrió el lugar, muchas de las chicas que estaban ahí lo hacían por necesidad, otras porque ganaban más.

Apoye mis codos en la barra mientras una de las chica bailaba en el tubo, ella sobre todo, tenía la necesidad de hacerlo para ayudar a su madre anciana que tenía a cargo varios nietos que su desconsiderada hermana había abandonado.

Yo tenía necesidades cómo todo mundo pero me era muy difícil compartir mi cuerpo con un desconocido por dinero. Las chicas toda la noche entraban y salían de las habitaciones de arriba con uno y otro... todo por dinero.

En ese instante lo vi... él llegaba todos los sábados a la misma hora a sentarse en aquel rincón de la barra, siempre pedía la misma marca de cerveza, la misma cantidad.

Él me causaba curiosidad pero también me atraía, me gustaba como caia aquel mechón sobre su frente, su mirada recorría el lugar pero nunca se dirigía donde alguna de las chicas para subir a las habitaciones.

No conversaba con nadie de los otros clientes. Él permanecía en silencio, con su mirada penetrante.

Faltando cinco minutos para las 11:45 pm, él se levanta y saca aquellos billetes estrujados que guarda en su bolsillo, los pone en la barra y por aquel segundo su mirada se posa en mi rostro, sus labios se curvan en una bella sonrisa que hace que mi corazón se acelere, cada sábado ese segundo para mi lo era todo.

Se va del prostíbulo, no dejo de observarlo mientras sale de ahí pero está vez él cambia la rutina. Se detiene en la puerta y se medio gira, me mira, sonríe y se despide con una inclinación de cabeza... esto era un avance, llevaba casi seis meses o quizás menos de sus llegadas,todo con el mismo ritual.

Doy un suspiró largo y con una sonrisa sirvo las bebidas... quizás el otro sábado me decía su nombre.

La semana fue lenta, los días lunes, los tenía libre así que me dedicaba a lavar la ropa, planchar y por supuesto dormir, el móvil suena y veo el numero de mamá reflejado en la pantalla.

— 《Teresa ¿has cambiado de trabajo?》— ruedo los ojos porque mamá no se tomaba la delicadeza de saludar, ella iba directo al grano.

—《no》— ella empieza a repetir el discurso de todos los lunes. La entendía, claro que lo hacía pero no encontraba trabajo, siempre pedían lo mismo.

—《... es peligroso andar por las calles de noche o en el mismo lugar llega a pasar algo...》

—《te amo madre》—ella suspira y se ha quedado en silencio por un momento, se que esta tratando de tranquilizarse.

—《también te amo, mi amor me preocupa ese lugar donde estás trabajando, en esos lugares cualquier cosa puede suceder. Un asesino o violador puede aparecer》

Historias de amor y algo masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora