Doña Pura II

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— ¡Dame más! — me volvía loco Pureza, su cuerpo era tan ardiente.

Mis manos sujetan sus caderas mientras ella sube y baja sobre mi cuerpo. Me maravillaba ver su rostro lleno de placer.

Estaba contemplándola, cuándo sentí una mirada sobre mi, giró el rostro y abro mas los ojos, doña Perfecta está en la puerta. Ella tiene ambas manos tapando su boca, su piel está pálida.

Pureza está moviéndose más rápido, sus gemidos son más fuertes. Sus entrañas se están contrayendo. Su fuego me está abrazando... debo detenerla, su madre está aquí.

— Pura... — susurro y trató de detener sus movimientos —detente.

Ella no escucha, su cuerpo está contrayéndose, envolviéndome en su fuego, ella grita por su orgasmo.

— ¡Pureza!

Ella abre los ojos y se aparta de mi cuerpo, rápidamente me cubro.

Su madre tiene la boca abierta, tratando de hablar pero no gesticula ningún sonido.

— mamá — Pureza está envolviendo su cuerpo en una bata de seda, pasa su mano por su cabello desarreglado, mientras una almohada tapa mi hombría.

— ¿Qué significa esto? — enarco una ceja ¿Realmente quiere una explicación?

— sabes bien que fue un orgasmo — veo atónito a Pura por la respuesta.

— ¡Vamos a la biblioteca! — grita su madre, Pureza da una patada en el suelo — ¡Vamos!

La veo salir de la habitación, siguiendo los pasos de su madre, suelto el aire retenido ya que está vez yo no tuve liberación por la invasión de su madre, me meto a su baño y me doy una ducha, no me iría, no... iba a tener mi orgasmo.

Pureza

— ¡Eres una ramera! — grita mamá en cuánto puso un pie en la biblioteca, mi labio inferior tembló por la furia.

— en estos tiempos no se dice ramera, es puta, zorra, prostituta. Cómo mejor te parezca madre.

Ella está más pálida ante mis palabras.

— te desconozco Pureza, llamaré al cura ahora mismo,estás llena de lascivia un pecado de la carne. Que él ore por tu alma — saca su rosario — arrodíllate Pura, vamos a orar.

Mamá se levanta y la veo caer de rodillas, doy un paso hacia atrás, no... ella no iba a romper lo que habia logrado... sentirme mujer.

— Pureza — murmura en voz alta.

— no lo haré mamá — ella se levanta y lleva su mano a su pecho, no... el mismo chantaje de toda la vida.

— Estás en pecado, te oía gritar como poseída por Satanás. Eso no es bueno hija mia — levanta el teléfono y la veo girar la rueda del teléfono para marcar.

— ¿Qué haces?

Ignora mi pregunta y está a la espera.

— Soy Perfecta, por favor, urge su presencia, mi hija está poseida.

Con rapidez me acerco y pongo el dedo para colgar mi madre abre más los ojos.

— ¿Qué has hecho?

— colgar, no estoy poseida por ningún demonio mamá, estoy viviendo y a juzgar por tu reacción me atrevo a pensar que tú no has conocido los placeres de la carne ni siquiera en el lecho nupcial.

— ¡Cállate, pecadora!

— ¿pecadora por gozar en hacer el amor? Madre es maravilloso sentir que tu cuerpo explota en mil pedazos — giró el rostro al sentir la cachetada, no lo vi venir, mi rostro ardía.

Historias de amor y algo masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora