El hilo rojo

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— ¡Abuela! —Anastasia se sentó y se abanico con ambas manos, se sentía nerviosa, estaba a pocas horas de casarse.

Su abuela doña Eugenia de la Torre la miro y se puso de pie, camino hacia el maniquí donde descansaba el vestido de novia de su nieta, parecía sacado de un cuento de hadas. Toco la tela con delicadeza y cerró los ojos por un momento.

Su madre entró en ese momento y miró a su hija sentada frente al tocador con el ceño fruncido, ya la habían peinado y maquillado.

—Anastasia estas preciosa —murmuró orgullosa pero noto la tensión entre su hija y su madre —Claudia rodo los ojos y se acercó a su hija, puso su mano en su hombro —¿pasa algo?

Eugenia de la Torre se acercó a su hija Claudia y a su nieta Anastasia

—Sólo le he preguntado si está segura que Genaro Segura es el hombre destinado para ella.

Claudia frunció el ceño molesta

—Mamá deja tus leyendas para otra ocasión, por supuesto que Genaro Segura es el hombre destinado para Anastasia, es atento, la ama mucho.

Eugenia sonrió con tristeza y acarició el ramo de la novia.

—Tú abuelo era el hombre destinado para mi, fue un momento mágico cuando nos encontramos, nos reconocimos al instante y fuimos inmensamente felices.

—Madre es una leyenda y estoy segura que fue tanta la impresión que te causo mi padre que creíste que era real.

Eugenia de la Torre guardo silencio y mordio su labio inferior, siempre espero que su hija tuviera la misma suerte que ella de encontrar al amor de su vida, su alma gemela pero no fue así, Francisco no era un mal hombre, amaba a Claudia pero en ambos se veía una tristeza en su mirada.

Y ahora le tocaba a Anastasia, su adorada nieta, noches enteras pidió que encontrara a su alma gemela pero no había sido posible, hoy se desposaria con Genaro, un buen hombre hasta el momento pero a la larga es que uno conocía a las personas, aunque nunca se terminaban de conocer.

Paso su mano por su cabello bien peinado y surcado de hilos de plata que llevaba con mucho orgullo.

Miro a su nieta que estaba retocandose el maquillaje, aún iba vestida con su bata rosa de seda, bajó la mirada y sintió tristeza al saber que tampoco su nieta tendría la dicha de conocer a su alma gemela, tocaron la puerta y su hija Claudia se dirigió a abrir, el padre de Anastasia entró y sonrió al ver a su hija, él estaba orgulloso de ella, la amaba con locura.

—Bellísima— la miró a través del espejo —serás la novia más bella del mundo. Ya están llegando los invitados, la iglesia se esta empezando a llenar.

—¿Y Genaro? —pregunto Anastasia

—En la otra habitación con su padrino, terminando de cambiarse.

—Al fin apareció su amigo —respondió Anastasia —son amigos desde siempre y existía la posibilidad de que no llegara a la boda pero por suerte está aquí.

Llegada la hora,  Anastasia se puso de pie y con una gran sonrisa contemplo su vestido de novia.

—Voy a vestirme —su padre salió de la habitación, dejando a las mujeres para que se arreglara su hija, recorrió el pasillo de la iglesia, cargando aquella tristeza en su corazón, él nunca fue feliz en su matrimonio, su esposa era una mujer atenta, siempre pendiente de él y su hija pero era alguien frío y no quería que su hija pasara por lo mismo, inclinó el rostro una vez más y suplicó a Dios que permitiera que su hija fuera feliz en su matrimonio que nunca se sintiera sola aunque estuviera acompañada.

Anastasia se vio en el espejo y le gusto lo que vio, parecía una princesa , su madre y abuela habían salido por un momento, para revisar que todos los invitados estuvieran en sus lugares y a buscar a su dama de honor que no la había visto por ningún lado y no contestaba el móvil.

Los únicos accesorios que llevaba Anastasia eran los pendientes de perla en forma de lágrima y su anillo de compromiso.

Tocaron la puerta y dio la orden que pasara, a través del espejo vio al hombre alto y extremadamente guapo entrar, se giró y se quedó sin aliento, su esmokin le quedaba a la perfección, él sonrió y la detalló de la cabeza a los pies.

—Muy bella Anastasia, soy el padrino, Sebastián Fuentes, vine a cerciorarme que la novia no ha escapado dejando a mi amigo plantado.

Anastasia levantó su mano para estrechar la de Sebastián pero él sonrio un poco burlesco.

—Tenia entendido que lo prestado era azul —ella lo miró sin entender y sintió como él tomó su mano y empezó a revisarla —pero es una pulsera muy peculiar, un extraño trabajo pero que la hace única

—¿Pulsera? —lo miró como si estuviera loco ya que ella no llevaba nada puesto, iba a hablar cuando recordó la historia de su abuela —¿De qué color es la pulsera?

Él soltó una carcajada

—¿Eres daltónica?— pregunto bromeando —es roja

Anastasia sintió que el corazón se le salía por el pecho, no era posible que la leyenda del hilo rojo fuera real, sin pensarlo tomo la mano de él y subió un poco la manga de su chaqueta... ahí estaba aquella peculiar pulsera con un diseño muy elaborado, levanto la mirada hacia él y se encontró con su mirada.

Ya ella podía ver la pulsera de su muñeca y era idéntica a la de Sebastián.

—No es posible —murmuró , habia encontrando a su alma gemela, la persona que el destino tenía para ella, a pocos minutos de su boda.

—Así que la leyenda es real —murmuró Sebastián y no dejaba de acariciar la muñeca de ella —tú y yo estamos unidos por el hilo rojo, tú eres para mi y yo soy para ti.

—Voy a casarme —susurro y por primera vez, quiso retroceder el tiempo y no casarse, por que ahí estaba el hombre que era para ella.

La puerta se abrió de un portazo, su madre entro alterada con lágrimas en los ojos.

Anastasia corrió hacia ella preocupada

—Es Genaro —ella y Sebastián se miraron preocupados de que haya escuchado la conversación —huyo con tu dama de honor.

Anastasia miró a su madre y no pudo evitar estallar en carcajadas, definitivamente cuando el destino se proponía algo no había manera de hacerlo cambiar de opinión.

Eugenia de la Torre al conocer la noticia de su nieta lloró de felicidad por que su nieta había encontrado a su alma gemela con la que estaba conectada con el hilo rojo del destino.

Ella y Sebastián se dieron el tiempo para conocerse y para convencerse que el destino había elegido lo mejor para ellos.

Eran inmensamente felices.

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2020 ⏰

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