Capitulo 4

6 1 0
                                    

     —Bien Erze necesito que hagas trabajar a esa esfera que desde ahora será como un compañero y no solo un arma— Seria mencionaba posando sus manos en su cintura tambaleándose levemente su katana al ser levemente rozada por su mano.
Asintiendo tomaba el Orbe arrojándolo al aire esperando que este empezará a girar para tomar lugar en el aire.
     —¡Funciona!— efectivamente el Orbe comenzaba a giraba mostrando su belleza recibiendo un ataque de Seria obligando a la esfera retorceder.
     —Oye, ¿que haces?— Miraba al Orbe liberar un poco de polvo regresando nuevamente junto a mi.
      —Recurda que no es solo un arma, es un compañero, si llegara a ser destruido dime ¿de donde podrías usar y crear magia? Así que los dos deben ser uno.
         Daba un paso hacia atrás mirando de reojo a la esfera levantando las manos recordando al instante que el Orbe tomaba vitalidad del portador y para poder equilibrar aquella desventaja debía tomar la del contrincante.
       —Si me ganas Erze dejaré que vengas conmigo a dónde iré terminando la prueba sino te quedarás en casa— escuchar aquellas palabras lograba motivar mis ganas de ganar.
           Así que colocando una pierna frente a la otra colocaba una mano frente al Orbe jalando de él un poco de mi sangré notando inmediatamente como mi cuerpo reconocía poco a poco la perdida de sangre aunque era una forma exagerada de mencionar la rara sensación, era como si sangrara pero sin una herida visual.
         —Ahora no te contengas y trata de tocarme y si lo logras detendremos el entrenamiento y estarás lista para mañana querida hermana— menciono sacando su kanata presumiendo el filo que tenía tomándola con firmeza, recordando que haría lo que sea para evitar tocarla pero si no lo hacía el Orbe seguiría absorbiendo mi vitalidad obligándome a mi a buscar ese equilibrio al tocar a mi hermana.
          Una vez que sentía mi sangre fluir en la palma de mi mano la jalaba a mi otra mano compartiendo el fluido que seguía saliendo del Orbe cortándose como si fuera una cantidad adecuada esperando para  usarse de nuevo.
         —¡Dulce Pétalo!— Gritaba el nombre de una habilidad girando una línea fina de sangre a mi alrededor sin desprenderse de mis manos creando rápidamente agujas que reflejaban el sol.
          Mi cuerpo sentía la pedida de la sangre salir por ello debía terminar rápidamente el encuentro o estaría contra las cuerdas antes de haber tocado a mi hermana.
           Las agujas obedecían los movimientos de mis manos así que sin dudarlo más arrojaba aquellas agujas una tras otra no logrando mucho pues mi hermana como era de esperar las esquivaba sin esfuerzo motivando a tomar más sangre del Orbe cada vez más rápido aunque no lo suficiente para lograr tocar alguna parte del cuerpo de mi hermana.
          —Te voy a ganar Seria...— aunque como era de esperarse mi cuerpo ya no reaccionaba tan bien como al principio la perdida de sangre aunque era mínima ya lo resentía callendo sobre una rodilla olvidado por un momento que había un acantilado y un río al final del mismo, aunque no era muy peligrosa la caída no sabía nadar por lo mismo que mis pulmones no ayudaban.
          —Vamos Erze, se que deseas ganar pero estoy notando que tú cuerpo ya no puede más, te advertí que la magia de la sangre tiene un precio alto y tú cuerpo no es lo suficientemente fuerte para tolerar una perdida mínima de sangre— las palabras de mi hermana realmente me hacían enojar pero por una parte tenía razón, mi debilidad física era tan inevitable que ya no podia ponerme de pie así que usaría el último movimiento para ganarle.
           —Guarda silencio Seria... No me subestimes...— Decía entre cortado poniéndome de pie una vez más.
           —Liberacion de Pétalos— Tomando una gran cantidad considerable de mi sangre las agujas tomaban una figura más delgada arrojándose más rápidamente aunque como era de esperarse mi hermana los había evitado todos bufando por qué no había logrado tocarla.
           —Ya basta Erze es demasiado— Ella se preparaba para guardar su katana cuando varias púas salían del suelo sin causar un daño sobre las piernas de mi hermana tomándola por sopresa quedándose en silencio.
            —Gane ¿no?— el orbe se detenía callendo al suelo al igual que yo pero en dirección al río oyendo como mi hermana trato de alcanzarme fallando y solo sintiendo como chocaba mi cuerpo con el agua cerrando los ojos siendo lo último que recordaría. 

Pétalos de SangréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora