En su sala

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Hace unos años le confesé a una amiga que me gustaban mucho los pies en una plática casual. A los días me mandó una foto de los suyos y me preguntó si me gustaban, le dije que sí: eran pequeños, con un arco bonito y dedos muy lindos pero en eso quedó la plática.

Se le hizo hábito mandarme una foto de sus pies como cada tercer día. Y pues me gustaban mucho.

Un día después de una comida en su casa nos quedamos solos. Me dijo que si la ayudaba a quitarle los tacones y dije que sí encantado. Le quité el derecho y le di un leve masaje en los dedos. Le quité el izquierdo y masajeé su arco un poco. Me dijo que si no me molestaría darle un masaje y continué, me pasó una crema y seguí en mi trabajo.

Pasaron unos minuto y ella notó que yo estaba excitadísimo de masajear sus pies. Mientras masajeaba uno, con el otro me empezó a frotarme la entrepierna, y cambiábamos.

Así seguimos un buen rato hasta que se acercó, desabotonó mi pantalón, bajo el cierre y me dijo: —sácala. Yo me saque el miembro. Me dijo: —pon crema en mis plantas. Lo hice, la esparcí un poco. Me pidió acomodarme frente a ella y me masturbó con sus exquisitos pies. Fue delicioso, ella apretaba duro sus plantas y yo sólo sentía esa presión y los latidos de mi miembro, nunca sentí algo igual. Ella siguió con su movimiento firme de arriba a abajo, yo no resistía. Ella lo notó, puso sus pies en el sillón, frente a mí. Yo me arrodillé frente a ellos y empecé a estimularme. A punto de llegar escuche su boca decir, a modo de orden: "acaba para mí". No aguanté más y solté mi orgasmo sobre esos bellos dedos. Vi la satisfacción en su rostro y ella la vio en el mío. Limpié sus pies y nos despedimos.

Fue mi primera experiencia sexual disfrutando de unos pies. Ahora sólo espero cada tercer día por esa foto y cada semana por sostener esos deliciosos pies en mis manos.

Pies en el sillónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora