• Amaranto

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Estaba siendo vigilado por su superior la mayor parte del tiempo, por más que quisiera ir tras su amada e investigar sobre su paradero el castaño ahora se lo impedía, cumplió con dar el mensaje informandolo de la muerte de su oponente pero aún así sabía de sus grandes habilidades como mentalista y no quería ser otra víctima de sus engaños por lo que se sentía más seguro manteniéndolo cerca y vigilado.



La muchacha comenzaba a debilitarse con cada día que pasaba. Volvía a deshidratarse, habían pasado 2 días desde que el líquido cristalino que tanto añoraba había refrescado sus labios, cada paso que daba era una tortura para ella y su cuerpo entero lleno de dolor y cansancio al buscar sin detenerse aunque sea la más mínima cantidad de agua que pudiese beber sin mencionar ue su estómago no se dignaba a hacer silencio reclamando alimento.

Su vista comenzaba a tornarse borrosa pero a pesar de hallarse en un estado tan débil su oído trabajó a la perfección indicandole de que dirección provenía lo que por horas venía buscando. No muy lejos de donde estaba podía escucharse el suave sonido del agua chocando contra algunas rocas y como esta fluía de manera rápida y ligera; un río estaba cerca.

Trató de moverse con toda la fuerza que le quedaba dirigiéndose hacia él cuando una brisa de aire la hizo sentir un escalofrío en la espalda, resbaló entre las hojas y algo tan simple como mantenerse en pie ya era una acción demasiado difícil para ella, aturdida frunció el ceño luego de ser atacada por una repentina migraña como si en su sien fuesen clavadas decenas de dagas, su vista comenzaba a nublarse aún más obligandola a cerrar los ojos alucinando figuras en el profundo color negro frente a ella. Estaba fatal.




Se agachó junto al río recogiendo algo de agua como se le había hecho de costumbre ya hace algunos años, levantó la vista hacia el azul cielo como el de sus ojos sintiendo la fresca brisa y buen tiempo que hacía hoy, al terminar levantó el recipiente y siguió su camino de regreso.

Su vista nunca le fallaba por lo que estaba segura de lo que acababa de ver, entre hojas a unos cuantos pasos de ella le pareció ver en el suelo una figura humana, se aproximó hacia ella bajando el tonel de agua para dejarlo a un lado, precavida como siempre tomó el par de cuchillos que se hallaban en el escudo en su espalda ya que no sabía si podría ser una trampa.

Una muchacha de cabello oscuro se hallaba desfallecida en el suelo, colocó la mano en su cuello; uno muy débil pero aún tenía pulso. Su estado era demacrado como para que alguien lo actuase tan bien por lo que supo que necesitaba ayuda inmediata.

Con cuidado pero con prisa la cargó con un brazo sobre su hombro izquierdo mientras que con el derecho volvía por el recipiente con agua. Su apariencia era la de cualquier otra joven de su edad, delicada y femenina pero si de su fuerza se trataba era todo lo contrario, no en vano era llamada con varios apodos por los de su aldea por lo que cargar distintos pesos no se le hizo del todo difícil.

--¡Apártense, es una emergencia!-- habló en tono fuerte al ver como el mayor de los guardias se oponía a dejarla entrar.

--Sabes muy bien que los extraños no pueden entrar sin importar la situación. Las reglas son las reglas.

El semblante del castaño se mantenía serio, por otro lado su hermano se sentía mal al no hacer nada ante la situación.

--¡Necesito que traigan a Senku!-- pidió por última vez la rubia.

El oji verde con lanza el mano corrió en dirección opuesta sobre el puente escuchando a sus espaldas la voz alterada de su hermano cuestionándolo sobre lo que hacía.

En su nuevo laboratorio se hallaba el joven peli blanco de puntas verdes junto a un castaño, ambos se sorprendieron al ver como el rubio lo llamaba, jamás lo habían visto tan serio.

--¡Es Kohaku! Trae a alguien con ella y dijo que te necesitaba.

--¿A alguien?

Aunque no lo mostrase su curiosidad era muy grande y al ver la expresión alarmada del chico no dudó ni dos veces para seguirlo hacia la orilla del puente donde logró visualizar a la chica intentando despertar a la muchacha que traía consigo.

Se abrió paso al lado del castaño y se arrodilló al lado de su compañera quien asustada por el estado de la contraria le contó todo lo ocurrido.

El oji rojo se dedicó a revisar todos los signos vitales de la chica, se encontraba estable por ahora pero si no hacían algo rápido podría morir dentro de muy poco. Mandó al niño de antes a traerle un par de cosas que necesitaba, todo se estaba complicando más de lo que debía; entendió que era una situación distinta y una chica como ella y más en su estado no sería un peligro en este momento por lo que sintiéndose extraño el más alto autorizó a ambos jovenes llevar a la fémina a la aldea para intentar recuperarla.

Kohaku la tomó nuevamente siguiendo a Senku hacia el laboratorio donde de manera rápida crearon en el suelo una especie de futón acostando a la chica.

Las prendas que vestía estaban hechas únicamente con hojas, comenzabar a marchitarse y estar en mal estado por lo que fue lo primero que la rubia cambió por una prenda mas "elaborada" como la suya.

No tenía ni idea de que hacía, solo observaba al científico mezclar varias sutancias para luego llevarlas con la chica quien al inhalar un poco de estas despertó de golpe soltando una tos algo seca. Ambos se aliviaron al ver que sus sentidos reaccionaban.

Las cicatrices en el cuello y hombros de la castaña no pasaron desapercibidas por ninguno, fue un detalle que hizo sentir de cierta forma acompañado al científico, no sería el único que provenía del viejo mundo.

--Te dejo esto a tí. Supongo que ya es asunto de gente moderna.-- dijo la chica saliendo del lugar para dejarlos a solas.

La castaña no dijo ni una sola palabra, no conocía a ninguna persona frente a ella ni sus intenciones por lo que aún no podía estar del todo tranquila. Que hubiese pasado tanto tiempo no quería decir que la maldad se hubiese acabado y no se creía aún la idea que siendo unos completos desconocidos pudiesen ayudarla sin esperar algo a cambio.

La mirada del chico junto a ella la examinó de pies a cabeza asustándola un poco, él pudo notarlo y se le hacía algo graciosa su desconfianza.

--Tranquila. Puedes estar 10 mil millones por ciento segura de que no te haremos daño-- dijo urgando su oído con el dedo meñique. --Esto será emocionante.

La apariencia del chico parecía ser inmutable a pesar de todo lo que pasaba, le hacía recordar a los Amarantos con un llamativo físico pero transmitiendo inmutabilidad.

花の言葉 • "HANA NO KOTOBA" [Asagiri Gen x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora