Despierto a causa de una sonora melodía, cuando me incorporo los rayos de sol del amanecer impactan en mi rostro, haciéndome sentir una calidez que relaja todos mis músculos. Cuando giro mi cabeza hacia donde escucho la música me encuentro con el teléfono de Meriem. Me levanto para apagar la alarma y comenzar a agitar suavemente el hombro de mi compañera de habitación.
-¿Qué pasa...?- gruñe en un susurro Meriem.
-Son las siete- al pasar unos segundos, cuando se ve que se ha percatado de mis palabras, se levanta velozmente, lo que provoca unas pequeñas risas en mí.
-¿Tú no tienes prisa?- elevo mis hombros con cierta indiferencia, cojo mi horario para ver si me toca algo ahora, pero nada. -Qué suerte...- susurra cogiendo su toalla para después salir de la habitación.
Me he desvelado así que decido ponerme mis pantalón corto deportivo color rojo oscuro, mi camiseta de tirantes negra junto con un top de deporte y mis zapatillas para salir a correr, no será complicado hacerlo, dudo que haya mucha gente paseando por la cubierta a esta hora. Y cuando por fin encuentro mis auriculares salgo al pasillo, ojeo a un lado y al otro, tan solo hay dos personas saliendo del vestuario con el uniforme puesto. Activo la música electrónica que encuentro por mi teléfono y ando hacia el exterior para ir calentando.
Me hago una coleta a causa del gran calor que se impacta en mi cabeza. Cuando termino de estirar comienzo a trotar por el ardiente suelo de madera. No pensé que haría tanto calor a esta hora.Al cabo de unos minutos noto todo mi tronco humedecerse al igual que mis piernas, mi teléfono se resbala por dentro del filo del pantalón, así que me lo sujeto con una mano. Intento que mi respiración vaya a un ritmo determinado, corro juntando los golpes de la canción con los de mis piernas, pero la zapatilla comienza a rozar mi pie, debería de haberme puesto calcetines más altos...
Mi estómago ruge pero le hago caso omiso, estoy demasiado concentrada en la música y en mantener el ritmo. No sé cuánto llevo corriendo pero noto que la vista se me nubla. Miro a mi alrededor intentado averiguar dónde he parado, creo que es el restaurante. Apoyo las manos en mis rodillas intentando relajarme, comienzo a marearme y los ojos se me cierran, pero intento mantenerlos abiertos un poco más, pero no funciona, mis piernas flojean hasta que noto un golpe en la cabeza y otro en la cadera.Despierto en una sala pequeña, estoy tumbada en una camilla con algunos cables por encima de mí, huele a polvos de talco. Me incorporo quitándome los cables de las venas, una punzada se dirige a mi cadera, me levanto la camiseta y me encuentro un gran moratón en ella.
-Joder...- susurro tumbándome de nuevo y colocando un brazo encima de mi cabeza. Esto ya lo he vivido... Bajón de azúcar...¿Ayer cené? No, de puta madre. Esto no se lo puedo contar a mi padre, me lo advirtió justo cuando le di la noticia de que me habían contratado aquí, ''come bien, desayuno, comida y cena'' eso me dijo durante un mes. Llevo meses haciéndolo bien. Hace un año me centré demasiado en los trabajos que tenía para mantener mi piso que me olvidaba de comer e incluso cenar en el mismo día, por suerte estaba en mi casa y no corriendo, aunque mi padre se enfadó muchísimo cuando llegó al hospital después de haberse enterado que me dio un bajón de azúcar en medio de la calle yendo a hacer un recado de mi jefe.
-¿Qué haces?- pongo recto mi cuello para ver quién a entrado. Observo al chico de ayer, Phillip, mirándome muy serio, me incomoda mucho, lo reconozco. Se acerca para darme un zumo de piña después de meter la pequeña pajita en él.
-Gracias- sonrío lo más ampliamente que puedo, pero no consigue quitarle esa cara de ''póker''.
-No te he encontrado yo-
-Pero supongo que sí que me has traído- se queda en silencio. -Pues eso, gracias- me siento en el filo de la camilla después de terminarme el zumo.
-Eres demasiado irresponsable, ¿no sabes cuidar ni de ti misma?- me sujeta por los hombros y me echa hacia atrás.
-No soy irresponsable, he tenido un descuido-
-Encima respondona- bufa. Ahora se me hace más desagradable estar con él.
-Tú no me conoces-
-Ya, claro- está a punto de salir por la puerta, pero me levanto y le agarro por el antebrazo para girarle bruscamente.
-Eres un impertinente de mierda- con un rápido movimiento me sujeta por la mano que sujetaba su antebrazo, me gira y coloca mi brazo por detrás de mi espalda. Espérate que ahora sabe taekwondo.
-Perdona, ¿qué has dicho?- su aliento choca contra mi oído, provocando un gran escalofrío en mi vientre. Parece tener un cuidado extremo con el moratón de mi cadera, ya que aleja mi codo de esa zona para después soltarme. Me mira y expira fuerte, yo le hago una mueca de asco justo antes de que salga por la puerta.
-Señorita, no debería de estar levantada aún- dice el hombre con bata blanca que entra justo cuando Phillip sale.
-Sí, ya estoy bien, ¿así que puedo irme?-
-Llevas unas cuantas horas durmiendo- arrugo mis cejas con cierta extrañeza, alzo mi vista en busca de un reloj, hay uno circular colgando de la pared. Mis ojos se abren excesivamente al ver que son las seis y media de la tarde.
-Hostia puta...- el hombre asiente con la cabeza.
-Has tenido un pequeño golpe de calor y un bajón de azúcar, ¿hace cuánto que no comes?-
-Pues ayer a las...Nueve, creo, comí una ensalada- el médico se carcajea.
-Tienes que alimentarte más, con una ensalada no se aguanta toda la noche-
-Vale- lo bueno es que aún me queda una hora y media para mi turno.
-Puedes irte, pero come bastante esta tarde para recuperar fuerzas- asiento con la cabeza antes de darle las gracias al hombre y salir de esa sala blanca y pequeña.
Arrastro mis piernas hacia el camarote, al entrar me tiro encima de la cama.
-¡Caeli!- Meriem sale de su cama, dándome un gran susto.
-Joder, no es mi día, no-
-Abigail ha dicho que esta noche te sustituye la cantante porque alguien te ha reservado para su cena privada-
-Abigail supongo que es la organizadora...¿No?- Meriem asiente con la cabeza repetidas veces.
-Por cierto, ¿dónde has estado todo el día? Te he buscado para comer juntas- la verdad es que no me apetece que nadie sepa lo que me ha pasado, con Phillip ya sobra.
-Por ahí...Visitando el barco y eso- ella pronuncia una ''a'' alargada y vuelve a ponerse con el portátil.
-Oye, ¿y te ha dicho a qué hora será?- pregunto al quitarle el auricular derecho cuidadosamente.
-Pues...Sobre las...- se queda mirando al techo pensativa -¿Diez? No, ¿ocho?-
-Meriem, hay dos horas de diferencia y ya son las siete-
-Ay, lo siento, es que estaba pensando en un tipo que vi ayer mientras me lo decía...-
-No importa, gracias- le sonrío y salgo de la habitación en busca de Abigail. Cuando estoy en la barra en la que cené ayer me encuentro con el mismo camarero.
-Hola, ¿qué quiere?-
-¿Sabes dónde está Abigail?- el chico moreno con rizos abultados me mira confuso. -La que se encarga del orden de los trabajadores y demás-
-Ah, sí, creo que la he visto hablando con un hombre en el restaurante-
-Vale, gracias...- agito mi mano para que me diga su nombre.
-Luke- contesta el chico sonriente. Finalmente asiento con la cabeza y doy una palmada a la barra antes de irme.
Justo cuando estoy a unos pasos de la gran puerta del restaurante, Abigail sale de ella con su pose rígida y seria, haciendo que sus tacones marquen el ritmo de sus pasos.
-¡Caeli, menos mal que te encuentro!- ella se acerca a mí meneando sus caderas como una elegante azafata.
-Sí, Meriem me lo ha dicho, pero, ¿a qué hora es?-
-A las ocho y media tienes que estar preparada, la cena comienza a las nueve y...- Abigail se acerca a mi oído -Me han reservado toda la sala VIP- ella me sonríe entusiasmada.
-¿Y...eso es importante?-
-¡Pues claro!- me da un pequeño golpe con su libreta en el hombro mientras se ríe. -Eso significa que tienen mucho dinerito...- hace un extraño gesto con su mano, frotando el dedo gordo y el índice.
-Ah, entiendo, entiendo, pues iré elegante...-
-¡No!- abro los ojos por el susto que me ha causado. -Tienes que ir muy sofisticada, con tu mejor vestido- parece muy entusiasmada, la verdad es que me ha generado dudas sobre quién o quiénes son los que han reservado la zona VIP.
-Ya, pero es que el mejor vestido que tengo es el de ayer...-
-¿Qué tallas tienes?-
-¿Perdón?-
-Nos jugamos mucho con estos clientes, tienes que ir como una diosa, vamos para mi habitación para prepararte- cuando me coge de la muñeca alza mi brazo y me mira asqueada. -¿Pero dónde has estado?-
-Abigail, me ha dado un golpe de calor-
-¡Cierto, cierto! Lo siento...Bueno, puedes coger mi suavizante y...- cuando me toquetea el pelo me aparto un poco, esta enseguida tiene mucha confianza con la gente... -¿No has pensado plancharte el pelo?-
-No- digo seria. Mis rizos son demasiado especiales como para ser planchados y quemados.
-Bueno, te pongo más maquillaje y ya está- sonríe para después llevarme a rastras a un pasillo. Paramos en una puerta, es igual que la de mi camarote, de madera oscura con una luz justo encima. Cuando saca su llave entramos, me quedo asombrada, su habitación no es doble y la tiene decorada con muchas cosas personales. Supongo que ella es fija en este trabajo. Hay muchas fotos enmarcadas, cuadros, creo que incluso hasta la sábana es suya. Y a diferencia de mi camarote, el suyo es muy colorido.
-Ve duchándote, voy a buscarte algo que te valga...- ella me coge por la cintura y me alza los pechos, me aparto bruscamente y me los tapo con los brazos. -Tienes muy buen pecho, casi como el mío- le miro extrañada, no es que me incomode mucho, pero es rara su actitud. -El jabón, peine y eso lo tienes dentro en una de las baldas- Abigail abre el armario y se pone a rebuscar mientras me meto en el baño y me desnudo para meterme en la bañera. Cuando me ducho, me lavo el pelo y lo desenredo, salgo con una toalla rodeando mi cuello junto con mi ropa en la mano.
-Abigail...- ella se gira y me mira.
-Puedes tirarla- dice refiriéndose a mi ropa de deporte.
-No, dame una bolsa mejor y la pongo a lavar- pone una expresión redicha y me da una bolsa de plástico que había dentro del baño al lado del lavabo. -Gracias-
-Sí, sí...- saca un vestido del armario y lo esconde detrás suya. -Observa...Porque este vestido es uno de los más espectaculares que tengo- ella sonríe y me lo enseña como si fuera la presentadora de un programa americano.
-Pero esto es...- lo miro asombrada, y no especialmente porque me guste, es así pero...Lo veo muy destapado, excesivamente destapado. Es azul marino y deja toda la espalda al descubierto, tiene tirantes que se enganchan alrededor del cuello, la parte de las nalgas es arrugada con una tira para que cuando te lo pongas quede apretado por esa zona y tiene un escote suelto. O sea, que además de ser excesivamente destapado, alza el culo y deja al descubierto mucho escote.
-Precioso, ¿verdad?- ella mira el vestido de arriba abajo.
-Pues hombre...-
-¡Póntelo, póntelo!- grita cuando me lo cuelga del hombro.
-Es que...-
-Que no importa, si a mí ya no me viene bien, ¿no ves que me hice un aumento de pecho?- ella lo saca y yo me quedo mirándola, admiro lo fácil que consigue confianza con la gente, supongo que solo lo hará con las mujeres y esta vez porque es un cliente importante.
-Voy- sonrío forzosamente y me meto en el baño para cambiarme. Sigo pensando que este vestido es muy poco apropiado para tocar el piano. Cuando me lo coloco me miro al espejo y me quedo...Sin habla, no, esto no es nada apropiado para tocar el piano, es más bien para salir a ligar en una discoteca en la que hayan bailarinas más ligeras de ropa que yo ahora mismo. Aunque el vestido me queda bien...Pero...
-¡Sal!- grita Abigail al dar dos porrazos en la puerta del baño. Hago lo que me pide y se queda con una expresión muy diferente a la mía. -¡Pero si te queda de lujo!-
-Abigail, este vestido no es nada apropiado para tocar el piano-
-Cierto, cierto- ella coloca su dedo índice en sus labios mientras me mira de arriba abajo. -¡Ya sé cómo arreglarlo!- coge rápidamente un par de tacones negros con una fina línea del mismo color que el vestido y me los enseña.
-No, Abigail, no, es que este vestido no es apropiado, joder que voy a tocar el piano, no a dar un striptease-
-Pues te queda de puta madre- bufo mientras miro al techo.
-Chica póntelo, mira, si quieres te pones estas medias negras-
-¿Y qué van a solucionar?-
-No sé, pero tienes que llevar ese vestido- al darme cuenta de una chaqueta de plumas negras y azules, aparto a Abigail para cogerla.
-Lo llevaré, pero con esto-
-Vale, quedará bien-
-¿Es sintética?- pregunto al ponérmela y comenzar a acariciarla, la chaqueta me cubre solo el pecho y la cintura, pero algo es algo.
-Sí- ella me sonríe y me pega los tacones al pecho.
-Ya voy, ya voy- se los cojo y me los coloco.
-¡Preciosa! Ahora sí que tienes sofisticación- me mira de arriba abajo. -Pero falta el maquillaje y el peinado...-
-Yo suelto llevar el pelo suelto...-
-Ya, un moño estará bien- su actitud me empieza a cansar...
-Abigail, prefiero llevar el pelo suelto y poco maquillaje, suficiente que te he hecho caso para llevar esto-
-Es que así cuando estés cantando parecerás un ángel- a mí nadie me había comentado que iba a tener que cantar...
-¿Cantar? No, yo solo toco el piano, y en extrema necesidad también el saxofón-
-Leila tiene que estar en el restaurante y la cantante suplente está en una fiesta de cumpleaños, vas a tener que cantar esta vez, con lo que te pagan deberías de tocar incluso la armónica mientras tocas el piano y cantas, todo a la vez- supongo que Leila es la chica que estuvo ayer en el escenario conmigo y los demás músicos.
-Necesitaría dos bocas-
-Y eso está claro que no te quedaría nada bien-
-¿De verdad es necesario que cante? Hace años que no lo hago y no me sé la letra de ninguna canción- sí que me las sé, aunque no todas, y si son similares a las de anoche podría saber como son o cuales son, no me sería tan complicado memorizarlas bien teniendo en cuenta que estuve practicando desde que me cogieron y me mandaron las partituras por correo electrónico.
-No es necesario en todas las canciones, pero si quieres podrías cambiar alguna y poner de las tuyas, ¿no dijiste que componías?- debería de callarme más en las entrevistas, aunque es probable que me cogieran por hablar de más.
-Ya, bueno, pero algunas de esas canciones llevan incorporadas una banda musical y...-
-Y las tienes en tu teléfono seguro, deja de poner excusas, estuve en las entrevistas y escuché cómo cantabas, no eras la mejor...No, no lo eras, pero se te da muy bien componer Jazz-
-Supongo que podría tocar alguna de mis canciones- contesto finalmente, simplemente por cansancio, esta conversación no llevará a ningún lugar, además es mi ''jefa'', no puedo decirle que no.
-Eso es lo que quería escuchar- sonríe ampliamente, orgullosa y satisfecha, me acabo de dar cuenta de que soy un títere manejado por esta mujer, ¿cómo será el jefe de su jefe? -Ven, vamos a maquillarte-
-Vale, pero no demasiado, por favor- ella suelta un sonidito como de asco y me mete en el baño para luego sentarme en la tapa del lavabo y alzarme la cabeza por la barbilla.
-Vale, ¿entonces quieres algo sutil?-
-Ya, ir sutil ya no puede ser- contesto señalándome el estrecho vestido. -Pero intenta no ponerme demasiado...- intento buscar una palabra formal, sin faltar al respeto ni nada, pero no la encuentro, así que mejor me callo.
-Vale, pues empiezo- Abigail saca un neceser del armario que hay justo debajo del lavabo, en el que hay dos más pero de otros colores, parece que es muy organizada con sus cosas.
Abigail comienza a concentrar su vista en mis ojos, me coloca rímel, sombra oscura, espero que poca, me hace una línea del ojo que me creo que será larga y pintalabios de color crema. Cuando ella me levanta para mirarme en el espejo, la verdad es que me sorprende y me gusta. No es excesivo. La línea del ojo no es tal larga, las pestañas están bien y pensé que la sombra de ojos era negra pero no, es azul marino y no hay mucha, suficiente. El pintalabios es color carne y me hace una forma en los labios bastante atractiva.
-La verdad es que ha quedado muy bien-
-Bastante discreto, sí- me gustaría ver cómo se prepara ella para salir de fiesta.
-Gracias, ¿puedes decirme dónde es?-
-Te llevo, tengo que hablar con los camareros, parece que los que han reservado son muy estrictos, quieren que todo salga como planean- salimos de la habitación camino a la zona reservada.
-Pero eso es normal-
-Sí, lo que pasa es que...Bueno, ya verás cómo son. No te recomiendo hablar con ellos, son las típicas personas sofisticadas, con un lenguaje muy cuidado y que son respetados por todos, al menos el que ha reservado era así, aunque...Estaba muy muy bueno...- ríe tímida, ¿ahora sí que tiene avergüenza?
-¿Y por qué iba a hablar con ellos? Yo solo estaré ahí para amenizar la cena-
-Bueno, es que es gente que da intriga, ¿sabes? Como que quieres acercarte a ellos, bueno a las mujeres no, tendrías que ver cómo hablaban...- gruñe en alto exasperada, es posible que haya tenido que hablar con ellas bastante rato.
-Tranquila, ni siquiera levantaré la vista de las teclas-
-¿Tienes allí las partituras?-
-Sí, las dejé anoche encima del piano-
-Hablo de tus partituras, de tus canciones, de las que has escrito tú-
-Sí...- contesto con cierta apatía.
-Vale, aquí es, ellos aún no han llegado, quería traerte antes para que te prepararas bien y eso-
-Mejor-
-Adiós, nena- le despido con la cabeza y Abigail se marcha, desapareciendo de la gran sala de espera. ¿Me ha llamado ''nena''? No sé si tomarme bien que quiera tener tanta confianza conmigo, supongo que está muy acostumbrada a conocer trabajadores, o es que ella es así de sociable.
Entro por la puerta y me encuentro con una sala totalmente diferente a la de ayer, esta es más elegante y pequeña. En un lado de la sala hay unos cuantos sofás grises y marrones que parecen bastante cómodos y una mesita de café de cristal redonda en el centro, en el otro lado hay una gran mesa de madera oscura y unas cuantas sillas blancas alrededor de ella y por las paredes hay decorado ''pirata'', un ancla cuelga entre algunos cuadros y timones. Hay un pequeño escenario justo en el fondo, donde está el piano, no es el mismo que el de ayer, este es blanco de cola y de otra marca, tiene un micrófono enganchado para cantar, no han escatimado en detalles, eso está claro. Es posible que hayan puesto esta sala así solo para ellos.
Me acerco al escenario para buscar las partituras, espero que Abigail no se confundiera, creo que me las ha traído ella. Me siento mientras las ojeo, parece que están todas así que comienzo a practicarlas. La gran mayoría son las mías, las que yo escribí, es lógico que me las sepa de memoria.
Cuando llevo un tiempo busco un reloj, me dejé el teléfono en la habitación al salir en busca de Abigail y luego no me ha dado tiempo de ir a por él. Escucho un par de pasos, una risa muy grave y tacones golpeando rítmicamente contra el parqué, lo que me da la señal de que debería de comenzar con todo el repertorio. La primera es muy relajada y suave, aunque luego se anima un poco, perfecta para cenar, el piano no suena tan alto como ayer, supongo que para que así puedan hablar tranquilamente sin tener que subir la voz por encima de la música. Normalmente esta canción es cantada por hombres, pero eso no influye en absoluto.
La gente comienza a sentarse, es un grupo de aproximadamente diez personas, todos tienen su acompañante, menos un joven que está sentado como anfitrión. No puedo dejar mi vita fija en él, la canción que estoy tocando ahora mismo no me la sé entera de memoria. El repertorio lo he separado en dos partes, las canciones que no tienen letra y las que sí, cuando acaba la última de la primera parte, unos pocos nervios se incrustan en mi piel. Ahora que lo pienso, estas personas adineradas han pagado por escucharme...Comienzo a respirar hondo mientras quito las partituras que no tienen letra para cambiarlas por las que sí, luego coloco bien el micrófono, noto algunas miradas en mí que me desesperan. Como si estuvieran esperando con intriga a que comience.
-El piano es el instrumento más elegante- dice una mujer de pelo rubio y muy liso, la he observado antes, con esas uñas tan largas le cuesta coger el tenedor y la copa de vino.
-Bueno, eso lo dirás tú, querida, pero a Phillip siempre le ha gustado más el saxofón, y a mí me parece un instrumento muy sofisticado, lleno de expresividad y complejidad- ''Phillip''... Me fijo en el chico que se ha sentado presidiendo la mesa, él se da cuenta de mí y me guiña el ojo al formar una sonrisa malévola.
-Si hablamos de complejidad el piano gana, ¿no?- Mis nervios aumentan simplemente por el hecho de saber que ahora está él aquí. No puedo negar que siento una pequeña atracción hacia él, puede que sexual, es como si quisiera descubrir todos sus secretos, saber quién es exactamente.
Comienzo con las canciones que tienen letra, mi padre siempre se ha impresionado de mi voz, bueno él, mi hermano, mis vecinos... En esta la voz es imprescindible, ya que sino no tendría gracia y al contrario que las anteriores es animada, no es tan suave como las otras, y aunque tenga muchos saltos de voz, de tanto cantarla se me ha acabado haciendo fácil.
Para cuando termino el repertorio, alzo la vista y me encuentro a todos los que están en la sala mirándome fijamente, incluso han movido algunas sillas para poder tener mejor visión, los camareros también me observan. Reconozco que esta última canción ha sido muy buena, porque hay que tener un tono muy fino, me costó muchísimo cogerle el punto.
Mi vista se centra en Phillip, quien está meneando su copa de whisky, mirándome serio, aunque con cierta curiosidad. No me había dado cuenta de que todos habían acabado de cenar hasta que me he levantado para hacer como un agradecimiento, una reverencia. El hombre que parece ser el más mayor comienza a aplaudir con entusiasmo, y a él se le unen todos, incluido Phillip, pero no lo hace con mucho ánimo.
-Ha sido magnífico- me dice una mujer cuando estoy recogiendo todo el material mientras que los demás comienzan a levantarse.
-Gracias- le sonrío y le estrecho la mano que me ha entregado. No se me da bien agradecer los cumplidos, no sé cómo hacerlo para que sea suficiente.
-¿Cómo te llamas?-
-Caeli-
-Yo soy Amelie-
-Encantada, tiene usted un vestido precioso- no, no se me da bien el trato con gente que es económicamente superior a mí, temo ofenderlas.
-Gracias, ¿y qué...?-
-Madre, el tío Flavio pide que vayas- anuncia Phillip con una voz muy seria y grave, apareciendo detrás y asustando a Amelie.
-Sí, voy enseguida- Amelie se marcha rápidamente, Phillip gira su cabeza para asegurarse de que ya no queda nadie en la sala y vuelve a mí.
-Hermoso vestido-
-No es mío- comienzo a guardar las partituras en el maletín.
-Pues te queda muy bien- tiene sus manos metidas en los bolsillos del pantalón de vestir azul marino, la americana de igual color la lleva abierta, dejando al descubierto la camisa de seda blanca y la corbata negra y blanca. La camisa hace que pueda verle los músculos, en concreto el pecho, una imagen aparece en mi mente, la elimino al instante. Es normal que imagine esas cosas al ver a un hombre atractivo, hace ya un año de mi última relación amorosa y aunque he tenido algún rollo de discoteca...No es lo mismo.
-¿Quiere algo?- pregunto al terminar de recoger todo.
-Una cena- me carcajeo mirando al techo.
-Puedes ir al restaurante- bajo del escenario pero él me sorprende agarrando mi muñeca suavemente.
-Contigo- no lo entiendo, esta mañana estaba muy borde, ¿y ahora vuelve a estar así de encantador?
-Ya, pues discúlpeme pero tengo que tocar para otras personas- retiro mi mano bruscamente para comenzar a caminar hacia la salida.
-Eso es imposible-
-¿Qué?- pregunto al darme la vuelta para poder quedar enfrentados.
-Que es imposible-
-¿Y eso por qué?- él comienza a acercarse.
-Porque he reservado una cena privada con una solista, que toque el piano- cuando está lo suficientemente cerca, le miro a los ojos, primero al de la derecha y luego al otro, analizando lo que ha dicho.
-¿Va en serio?- cuando asiente con la cabeza suelto un gran suspiro. Abigail no me ha dicho nada...Es posible que me esté engañando. -De acuerdo, pues nos veremos en la sala privada- digo antes de atravesar la puerta. Camino dando golpes con los tacones, en busca de Abigail. Cuando entro en la cocina me la encuentro regañando a dos camareros que tienen el uniforme lleno de comida desparramada.
-Abigail- la llamo cuando termina de asesinarlos a palabras.
-Dime-
-Dime tú, ¿tengo una cena privada?-
-Otra, sí, pero esta vez es para solo una persona-
-¿Y no se te ha ocurrido mencionármelo?-
-Es que hasta las once no es-
-Mira la hora, por favor- ella levanta su muñeca, donde hay un reloj de plata. Comienza a reírse al darse cuenta de que son las diez y media.
-Lo siento, lo siento, ¡es que aquí hemos tenido un pequeño problema, pero tranquilos que no ha sido culpa de Lucas!- grita con ironía para que la escuchen los dos camareros de antes, que ahora están en el fregadero intentando quitar las manchas de la ropa.
-Joder...- susurro. -¿Y dónde es?-
-Justo al lado de donde has estado ahora, los arquitectos hicieron tres salen a partir de una para que así pudieran haber más de una sala privada, pero no suelen cubrirse las tres...-
-Vale, vale... ¿Podría comer algo rápido?-
-Claro, tranquila, aún te quedan veinte minutos- asiento con la cabeza y me marcho a la barra en la que cené ayer, esta vez me pediré algo que llene más.
-¿Otra vez tú?- pregunta el mismo camarero de pelo rizado y abultado. Creo que se llamaba Luke.
-Sí- río. -¿Me das una de esas mini hamburguesas?- pregunto señalando uno de los pequeños platos. Son de alta cocina, de esos que son más pequeños que tu mano pero te cobran el triple que una hamburguesa normal y corriente.
-Claro- Luke coge la hamburguesa con unas pinzas y la deja en un pequeño plato, me lo entrega junto con un papel y los cubiertos. Aún así esto es poco, pero solo me quedan diez minutos, no puedo cenar ahora, no me daría tiempo.
-A esto invita la casa, pero presumas por ahí de esto- el chico me guiña un ojo y me entrega una copa de vino.
-Gracias- le sonrío. Es agradable.
-¿Eres de Italia?-
-Sí, deduzco que tú también-
-¿Estás de broma? ¡Tengo un acento Italiano perfecto!-comienzo a carcajearme.
-Eso es cierto- él sonríe, dejando al descubierto unos dientes blancos perfectos. El chico es muy atractivo, es moreno, con el pelo muy rizado y sin tener los laterales de este cortados. Unos ojos marrones muy oscuros y marcas de barba casi recién afeitada.
-¿Podríamos quedar alguna noche?-
-Claro, porque por el día estará complicado-
-Bien- nos miramos durante unos segundos hasta que recuerdo que solo me quedaban diez minutos para las once, le cojo la muñeca a Luke, donde tiene un reloj muy parecido al de Abigail. Son las once y cinco. El tiempo se me ha pasado muy rápido.
-Me tengo que ir- me termino el último bocado de la hamburguesa y el vino de golpe, cojo las partituras y corro hacia la sala. Cuando entro, me encuentro a Phillip sentado en un sofá blanco echándose whisky de la botella de Jack Daniel's que hay en la mesa de café de cristal. Esta sala es muy parecida a la otra, salvo que esta no tiene mesa para comer, solo tiene sofás y asientos que dan al escenario.
-¿Dónde estabas, Caeli?-
-Lo siento, estaba cenando-
-¿Una mini hamburguesa?¿Para ti eso es cenar?-
-Joder, no quería llegar tarde...-
-Aún así te ha pasado, si mañana te da otro bajón no dejaré que salgas de tu camarote en todo el viaje- esas palabras me producen una extraña sensación, no me desagradan del todo.
-También ha influido el golpe de calor y...- asimilo toda la frase -Espera, ¿qué?-
-Ven- le miro extrañada cuando se levanta para sentare en uno de los tres taburetes que hay en una barra llena de alcohol. -Por favor- me siento a un taburete de distancia. De pronto el camarero que estaba en la pequeña barra saca dos platos de debajo, en uno hay una ensalada y en el otro salmón con salteado de verduras, el chico me da cubiertos y una copa llena de vino blanco. Me quedo mirando todo, extrañada.
-¿Y esto?-
-No quiero que te vuelva a pasar lo de esta mañana-.
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EL CRUCERO
RomanceSe conocen en un crucero, ella es una pianista de veinticinco años y él un sofisticado pasajero de veintisiete. Él se empieza a sentir atraído por ella. Y ella no puede controlar los sentimientos salvajes y románticos que tiene hacia él. El viaje se...