Federick

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Domingo 16 de enero del 2005

Me acabo de mudar de apartamento. Otra vez. Ya estaba arto de mis enfadosos padres. Siempre están detrás de mí y ni siquiera me dejan respirar.

Su casa es enorme y lujosa. Me encantaba, pero tenía que quitármelos de encima. Además, este apartamento no está tan mal. Quizá es muy pequeño, pero para una persona está bien. No me preocupo, si me gusta otro apartamento, pues solo me cambio y ya. ¿Cuál es el problema?

Le page a un amigo, Frank, para que trajera todos los muebles y los acomodara en su lugar. Ni loco voy a hacer el trabajo pesado, además que flojera.

Se me antoja hacer una fiesta hoy, para estrenar este apartamento. Se ve tan cuidado que creo que necesita un efecto diferente. Llamo a varios amigos para invitarlos y que de paso ellos traigan las botanas y las bebidas. Yo pongo el lugar, que ellos pongan lo demás.

—Wey, pero es de último momento— Frank dice por el teléfono.

— ¿Y qué? Solo es una fiesta y ya. Además, ¿hasta cuándo volverás a ir a una?— presiono el celular a mi oreja.

—Bueno, está bien. Nos vemos al rato—Frank cuelga tan pronto que no alcanzo a despedirme.

Conseguí lo que quise. Otra vez. Soy un campeón, siempre consigo lo que quiero. Siempre.

Ya empieza a anochecer. Alguien toca la puerta y voy a abrir. Es Martín, un amigo.

—Espero que tu gordo cuerpo quepa por la puerta— empiezo a reír fuertemente.

Martín no dice nada. Solo pasa y cierra la puerta tras él.

—Déjala abierta, no quiero estar abriendo a cada persona que llegue— le digo a Martín desde la cocina.

—Está bien—Martín vuelve a abrir la puerta algo desconcertado.

Más tarde, llega Cristian, otro de mis grandes amigos.

— ¿Dónde está la fiesta?— Cristian dice muy entusiasmado mientras alza los brazos. Se dirige al mini componente y pone la música a todo volumen. Incluso, las ventanas empiezan a vibrar al ritmo de la música.

— ¡Fiesta loca!— grito en respuesta a mi amigo y chocamos los puños en modo de saludo.

Por último llega Frank con las bebidas y las botanas.

—Llegas tarde eeh— le quito de la mano una cerveza de las muchas que tiene.

—Pues tú no fuiste a comprar nada, así que te aplacas— Frank contesta de manera brusca.

—Si pues, tranquilo wey— pongo mi brazo sobre su hombro—ahora, a disfrutar de la fiesta. ¡Wow!—Me dirijo al mini componente y le subo aún más a la música.

Y así estuvimos el resto de la noche, con la música a todo lo que da. Tomando muchas cervezas y haciendo chistes.

Hasta que llega una chica de cabello morado. Parece que está buscando a alguien. Me acerco a ella y la miro de arriba abajo. Es delgada, pero no tiene nada de curvas.

—Eres el dueño del apartamento, ¿verdad?— tiene que hablar fuerte debido a la intensidad de la música.

—Sí, soy yo. ¿Quieres entrarle a la parranda?—la miro fijamente.

—NO. Solo quiero que le bajes a la música. Se escucha en todo el edificio y tratamos de dormir— contesta la chica directamente.

—Ni loco voy a arruinar la fiesta solo por que los bebecitos quieren dormir— le agarro la mejilla como si fuese un bebé. Ella aparta mi mano de un golpe.

Remolino de coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora